Teóricamente, en todo el mundo, al llegar la estación fría, se produce la hibernación de los osos pardos (Ursus arctos), pero documentos históricos atestiguan que no siempre es así. Ya en el Libro de la Montería del rey Alfonso XI se menciona que en el siglo XIV no todas las osas con crías nacidas durante el año dormían el sueño invernal. Hemos tenido que esperar más de 400 años para tener nuevas observaciones y demostrar este acontecimiento en dos poblaciones de la Cordillera Cantábrica.
“Durante el seguimiento de osas con crías, que en el este de la Cordillera Cantábrica se ha hecho a partir de las huellas y rastros, vimos que había animales activos durante todo el invierno”, explica Carlos Nores, autor principal del trabajo e investigador en el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (INDUROT) de la Universidad de Oviedo (UNIOVI) y vicepresidente de la Fundación Oso Pardo.