Para fabricar aluminio se necesita bauxita, una roca sedimentaria a menudo de aspecto arcilloso que en España se trae principalmente de minas de la República de Guinea, de África. Los cargamentos de este mineral viajan en grandes buques hasta Galicia. En concreto, hasta el complejo industrial de San Ciprián (Lugo), de la multinacional Alcoa, el único punto del país donde la bauxita es transformada en alúmina, un proceso en el que también se genera el mismo residuo rojizo del vertido que ha hecho saltar todas las alarmas en Hungría.
Como explica Alcoa, compañía estadounidense líder de este sector en el mundo, que en 1998 se hizo con el grupo estatal Industria Española del Aluminio (Inespal), con cuatro toneladas de bauxita(1) se pueden obtener dos toneladas de alúmina (un polvo blanco parecido al azúcar, óxido de aluminio) y con esta cantidad se produce una tonelada de aluminio. Y a su vez, con una tonelada de aluminio se fabrican siete carrocerías de coche ó 60.000 latas de cerveza.
“El accidente de Hungría ha ocurrido en una refinería de alúmina como la de San Ciprián, pero aquí se trata el residuo de una forma muy distinta, se sigue un sistema para que se solidifique y para que el agua embalsada no llegue al muro de contención”, aseguran desde Alcoa.