
Los resultados de la investigación ayudarán a los restauradores y arquitectos a diseñar estrategias para proteger de una forma más eficiente a los edificios históricos.
Con sus hojas de color verde intenso cubre las paredes formando un tupido manto viviente. Pero también daña, con sus raíces, su superficie y estructura.
Así se comporta la hiedra.
O, mejor dicho, así se creía que se comportaba hasta que un estudio, llevado a cabo recientemente por investigadores británicos, demostró no sólo que la hiedra protege a las paredes de las inclemencias del tiempo, sino que también les brinda un servicio ecológico.
El hallazgo tiene un gran valor para los arquitectos y especialistas que trabajan en la conservación de edificios y construcciones históricas.