El hombre invisible

invisibleHola, me llamo Kevin y tengo treinta años. Desde pequeño me gustaba hacer pequeños experimentos, pero un poco más difíciles a medida que crecía. Un día me propuse descubrir una fórmula para hacerme invisible.
Comencé a hacer este experimento cuando tenía veinte años. Al principio, pensé que no sería muy difícil encontrar la fórmula para hacerlo, pero luego me di cuenta de que era más complicado de lo que yo me imaginaba. Primero empecé a probar con una hormiga y, cuando vi que la podía hacer invisible, continué experimentando con animales más grandes. Continué con un ratón y también tuve éxito. Esto me sirvió para dar el paso siguiente: hacer invisible a una persona.
Repasé todo los cálculos anteriores y ajuste las proporciones adecuadas a mi peso para modificar la fórmula. Me sentía ilusionado. Cogí un vaso y vertí la pócima en él. Tenía un poco de miedo a las consecuencias. Finalmente, me decidí a tomármelo y rápidamente fui a mirarme a un espejo. ¡No me veía, era invisible! Lo había conseguido, había hecho realidad mi sueño. Estaba agotado y me fui a acostar. Cuando me desperté, todo seguía igual. Ahora debía buscar la manera de que todo volviese a la normalidad.  Ya han pasado siete años y sigo buscando la fórmula para dejar de ser invisible.
                                                                                                      Toni Barrantes 2.3
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El Quijote

Tras volverse loco, el hidalgo Alonso Quijano decide hacerse caballero andante, con lo que empieza una vida de lo más ajetreada. Don Alonso enloquece por las muchas horas que ha dedicado a leer libros de caballerías. Pretende hacerse caballero para lograr batallar con gigantes y malandrines y defender a los huérfanos y a las viudas.
Para conseguir su objetivo, D. Quijote lleva una lanza y una espada. Su caballo, llamado Rocinante, está en los huesos y tiene poco aguante; la amada que elige es una moza labradora del pueblo del Toboso, Aldonza Lorenzo, que tiene sobre el labio un lunar que parece un bigote y puede tumbar a un puerco con una sola mano, pero don Quijote le ha da el nombre principesco de Dulcinea.
Desde su primera salida, don Quijote no para de dar y recibir golpes. Mientras vela sus armas para poder ser nombrado caballero,  sale al patio un arriero que tiene que dar de beber a sus bestias y, como la armadura de don Quijote le molesta para sacar agua del pozo, la coge y la tira tan lejos como puede pensando que es un trasto viejo. Al ver esto, don Quijote se enfada y, sin pensarlo dos veces, alza su lanza y le da tal golpe al arriero en la cabeza que lo derriba al suelo y le deja medio muerto. Acto seguido, los compañeros del arriero salen al patio hechos una furia y comienzan a tirarle piedras a don Quijote, que se esconde tras su escudo para evitar los golpes. En otra ocasión, don Quijote intenta homenajear a Dulcinea y acaba en el suelo  molido como blanca harina. Ya de vuelta a la aldea, el barbero y el cura intentan remediar la locura del hidalgo, quemando sus libros; después se  excusan explicándole  que un mago se los ha llevado.
En su segunda salida, don Quijote se hace acompañar por Sancho Panza,  un campesino regordete y bajito que tiene un borrico. Sancho acepta el oficio de escudero porque la idea de ser  nombrado gobernador de una “insula” le parece muy bien. Durante el episodio de los molinos de viento, Sancho adopta una actitud de extrañeza hacia su amo y piensa que está loco, ya que don Quijote arremete contra los molinos, creyendo que  son gigantes y, al salir malparado, intenta convencer a Sancho de  que el mismo hechicero que le robó los libros ha convertido esos gigantes en molinos para verle vencido y deshonrado.
Cierta noche, don Quijote y Sancho se alojan en una venta y acaban enzarzados en una gran riña. Don Quijote cree que la venta es un castillo y que en él hay una princesa .La princesa es  una moza llamada Maritones que ha quedado con un viajero. Cuando don Quijote ve que se acerca a su cama, la coge y le empieza a confesar su amor. El viajero, muerto de celos, salta hacía don Quijote y le da tal puñetazo en la mandíbula que lo deja sangrando en el suelo. Una vez más, Sancho acude en su ayuda y también acaba golpeado. Para remediar sus dolores, D. Quijote prepara el bálsamo de Fierabrás y se lo toma, durmiendo plácidamente durante toda la noche. El pobre Sancho hace lo mismo y le sienta mal, pues le produce  grandes arcadas y fuertes dolores de barriga.
Al día siguiente, emprenden de nuevo el viaje. Al abandonar la venta, nuestro caballero se niega a pagar y Sancho hace lo mismo. En ese momento, dos hombres que están en la venta empiezan a mantear al pobre escudero que acaba en el suelo golpeado.
 Salman El Mail 2.3
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¿Y si aquel día hubiera salido de casa cinco minutos más tarde?

Aquel día salí de casa un poco antes de lo normal. Mi madre me había levantado más temprano porque el reloj no funcionaba bien.  El  día parecía perfecto. El sol de abril  comenzaba a calentar. Al pasar por el parque reparé en las primeras flores que comenzaban a abrirse. De los arboles brotaban hojas verdes. Los pájaros alegraban la mañana con su canto.
A lo lejos,  acompañado de su hermano pequeño, vi a mi amigo Diego. Aceleré el paso para caminar juntos. Diego es un chaval muy inteligente y sociable. Le gusta ayudar a sus compañeros y se preocupa por ellos. Es uno de mis mejores amigos.  Cuando me encontraba cerca de él lo llamé:
-¡Diego! ¡Buenos días!
– Hola Raúl, no te había visto.
-¿Dónde vas con tu hermano? ¿No tiene clase?
-Mis padres han ido a Barcelona  y lo llevo a casa de mis abuelos.
Estábamos cerca de la casa de los familiares de Diego. Su abuelo, que nos había escuchado, salió a la puerta a recibirnos. Jaime, el hermano de mi amigo, al verlo corrió hacia él sin prestar atención a la hora de cruzar la calle. De pronto, por el rabillo del ojo vi que un coche venía a gran velocidad. Instintivamente corrí hacia el niño y tiré de él con todas mis fuerzas  para evitar la tragedia. Afortunadamente reaccioné a  tiempo, porque el conductor no  lo había visto.
Aquella mañana puedo ser muy triste, pero el reloj de mi casa por circunstancias de la vida se adelantó.

Mario Gasco Durán 4.2
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El sacapuntas

Con la superficie rasposa por los lados y de tacto áspero y basto, este objeto menudo pesa bastante en comparación a su volumen. La carcasa dura e inflexible que presenta, hace de él, un sólido metal con un orificio en el centro de su estructura rectangular. El reverso parece contener las partes interiores del mecanismo, y estas, esperan el momento oportuno para afilar puntas de lápiz con una cuchilla atornillada. Su hoja de acero rasga la madera con facilidad, haciéndola virutas rápidamente. Cuando impacta contra otro objeto compacto, se puede apreciar un golpe seco y si se precipita al suelo, un leve tambaleo. En definitiva, es un material resistente aunque a la vez, oxidable y un poco ruidoso.

Raül de la Torre Bautista 3.2

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Autobiografía de un objeto

Soy uno de los objetos más apreciados en el mundo del deporte. Si te digo la verdad, no tengo nombre, pero me suelen llamar pelota o balón, aunque a mí me gustaría llamarme Pablo.
Empecé a ser utilizado hacia el año 1861 por un profesor de Educación Física, llamado James Naismith, que me ofreció un trabajo que vosotros conocéis como baloncesto. Yo, sin saber lo que me esperaba, lo acepté sin decir una sola palabra.¡Vaya, se me ha olvidado deciros cómo soy! Soy más o menos grande, de color naranja, aunque podéis encontrar compañeros míos de diferente color, y tengo forma esférica, por lo que puede rodar por el suelo.

El primer día de trabajo fue duro, muy duro. Primero me lanzaron al aire y, a continuación,  dos personas me pegaron un tortazo que, la verdad, no me dolió mucho. Acto seguido, no pararon de golpearme contra el suelo una y otra vez. También me tiraron hacia un objeto llamado canasta, con el objetivo de introducirme dentro de un aro cuya red me hacía cosquillas.

Sinceramente, mi trabajo me gusta. Ya no siento dolor y, además, soy un icono importante para el deporte. ¿Qué más puedo pedir?

Marc Lumbreras 2.1
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Un sueño irreal

Traté de levantarme pero, una vez más, mi intento fue en vano. Podía sentir intensamente el dolor en mis manos y rodillas al caer una vez tras otra. Seguía en el suelo, sollozando al sentir esa horrible presencia, la cual era culpable de mis conatos fallidos. Entre lágrimas conseguía ver aquella luz al final del túnel y algo me decía que mi deber era llegar hasta ella para encontrar quién sabe qué. Se me ocurrió levantarme rápidamente de aquel espeso y frío suelo y probar correr con una velocidad inimaginable para mí. Al ponerme en pie, tropecé con algo duro pero no pude fijarme en lo que me impedía avanzar. Caí de nuevo sintiendo como alguien agarraba con fuerza mis tobillos y no tenía intención de soltarlos. Aquella luz, anteriormente potente, fue debilitándose y justamente fue ese momento en el que desperté.
Me incorporé bruscamente en mi cama y pude sentir mi respiración acelerada al poner la mano sobre mi pecho. Coloqué las zapatillas en mis pies y caminé hasta la cocina. Cogí un vaso y lo llené de agua. Tragué y lo dejé allí encima. Respiré profunda y tranquilamente. Regresé a mi habitación y dormí sin interrupciones hasta la mañana siguiente.

 

Laura Soriano 4.3
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Don Quijote en la Barcelona del siglo XXI

Aquella noche tuve un sueño realmente curioso. Iba paseando por el centro de Barcelona en compañía de don Quijote. Su atuendo era un tanto original…Iba vestido con una amplia camisa blanca con los puños ajustados y repleta de unos extraños broches que él mismo decía que le había otorgado un marqués de Valencia. Lucía unos pantalones por encima de las rodillas, de un color rojizo tirando a granate. En los pies llevaba puestos unos pantuflos muy gastados y también se podían ver unos calcetines altos de color azul que le llegaban hasta las rodillas. Su pelo estaba alborotado y lleno de canas, y en sus oscuros ojos había dibujadas unas grandes ojeras que se podían ver a distancia.
Según don Quijote, su hermosa doncella Dulcinea estaba perdida por Barcelona y yo tenía que ayudar a buscarla. Don Quijote no conocía nada de la ciudad, pero me dijo que lo llevara a los lugares más importantes y conocidos.
Primero fuimos a dar una vuelta por el centro y el pobre estaba tan desesperado que todas las mujeres robustas que veía, hermosas para él, le parecían Dulcinea. Le llevé por los lugares más famosos de Barcelona: el Parc Güell, la Sagrada Familia… ¡incluso fuimos al zoo!
Mientras recorríamos Barcelona, en lo alto de la montaña de Montjuic vio a una mujer que gritaba su nombre. Obviamente todo era fruto de su imaginación, pero el caballero andante fue hasta allí. Entonces me desperté y comprendí que había sido un sueño.

 

Ariadna Rodríguez Silvestres 2.2
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La prohibición de utilizar móvil en el instituto

Cuenta la leyenda que existió una norma, una norma diseñada para ser totalmente ignorada por prácticamente todos los estudiantes del IES Pla de les Moreres, una regla tan poco eficaz, que incluso los profesores de Educación Física se convirtieron en los valientes colosos que custodiaban nuestros aparatos: La prohibición de llevar móvil al instituto…
Es un hecho que, hoy en día, el teléfono móvil es una extremidad más del adolescente español, una parte más de nuestro cuerpo. Y es que, si nos arrancan esa pequeña parte de nosotros, algunos podemos sufrir varias embolias simultáneas. Que dejemos el móvil en casa dicen, ¿acaso nos hemos vuelto todos locos?¿De veras creen que una simple norma logrará tan siquiera que nos planteemos el hecho de renunciar a sentir ese “zum-zum” al recibir un “whattsapp”, a ese subidón de adrenalina? Y lo que es más, ¿Cómo sobrevivirían muchos especímenes sin hacerse una foto con morritos de pescado más de siete horas seguidas? iMenuda insensatez!.
¡Compañeros, compañeras! ¡Alcémonos para reivindicar nuestro derecho a usar el móvil, puesto que nos falta tiempo para hacerlo de dos y media del mediodía en adelante! ¡Por la libertad!
Nerea Fontseca 4.3
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El espíritu cleptómano

fantasmas2[1]Yo siempre había querido vivir en un castillo. Así que cuando leí en un anuncio que se había puesto un castillo a la venta, no me pude resistir. Era una mansión que tenía casi de todo; pero faltaba algo. Carecía de fantasma. Así que decidí pedir ayuda a mi primo Jack Brocket a fin de que me consiguiera un fantasma. Pero claro, los tiempos no andan muy bien, y la crisis se ha llevado por delante todo el comercio fantasmal. Las grandes empresas especializadas en vender espectros se limitaban a capturar únicamente los necesarios año a año, y justamente durante este, solo habían retenido a seis espíritus. Lástima que hicieron liquidación de existencias en octubre, el mes pasado, y todos los fantasmas fueron vendidos con rapidez. Mas no todos los fantasmas los ofrecen las empresas…
Anteayer, acudió un hombre de mediana edad, apellidado Abrahams, a mi castillo. Venía con intenciones de venderme un fantasma y lógicamente, sentencié un sí rotundo. Mi primo, sin embargo, me advirtió que bien podía tratarse de un timador compulsivo, traficando fantasmas inexistentes, o un pobre esquizofrénico, delirando vagamente. Ese mismo día, al finalizar la entrevista con nuestro candidato y tras haber firmado el contrato, se notaba la presencia de un ser extraño surcando aires en la mansión. ¡Era el fantasma!
A la mañana siguiente, hube perdido mi cartera, mi teléfono móvil, y mi alegría. Tan seguro de que la causa era el fantasma, decidí ahogar mis penas en la taberna del barrio. Ahí estuve con mi primo unas cuantas horas, y casualmente topamos con el señor Abrahams. Jack me decía que teníamos que solucionar este problema, y me propuso contratar a un cazafantasmas. Más tarde, yo le dije que era una mala idea, y que prefería avisar a la policía y a los medios televisivos de que la noche anterior mi castillo había experimentado un fenómeno paranormal, un hurto fantasmal. Abrahams, siempre pendiente de nuestra conversación ajena, nos mencionó que si le dejábamos una noche más, nos desalojaría al fantasma igual de rápido que cuando entró. Dicho y hecho…
Cuando el sol yacía en lo alto de las montañas, abrí lentamente ambos ojos.  Nunca hubiese imaginado el verdadero porvenir. Todo el castillo estaba vació de cualquier fantasma, pero también de cualquier joya, adorno, mueble y cuadro. No he vuelto a ver más mis objetos de valor ni al señor Abrahams. Según la policía, el señor Abrahams era un famoso ladrón. Debió oír en la taberna que Jack Brocket necesitaba un cazafantasmas, y le brindó sus servicios.
Raúl de la Torre Bautista 3.2
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Mi más antiguo recuerdo

ARVMOBVVEBYFGEHHYUSCSOGNIUNVGSMMDLIDRTEUEWEDIRWVJH[1]Era temprano. Sonó el despertador de mi padre, como cada mañana, pero esta vez quise despertar con él.
Sentía que estaba preparado. Llevaba demasiado tiempo esperando y quería entrar en una nueva etapa. Mi madre lo sabía. Teníamos una conexión muy fuerte. Sus pensamientos eran los míos, así como sus sentimientos y emociones. Éramos uno. De este modo ella me comprendió y apoyó mi decisión.
Hizo todos los preparativos para la ocasión. Avisó a mi padre y le comunicó la noticia.
Partimos juntos. Llegamos y nos instalamos. El momento había llegado. Por fin, estaba listo para nacer.

Abel Teba, 4.1

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