Era temprano. Sonó el despertador de mi padre, como cada mañana, pero esta vez quise despertar con él.
Sentía que estaba preparado. Llevaba demasiado tiempo esperando y quería entrar en una nueva etapa. Mi madre lo sabía. Teníamos una conexión muy fuerte. Sus pensamientos eran los míos, así como sus sentimientos y emociones. Éramos uno. De este modo ella me comprendió y apoyó mi decisión.
Hizo todos los preparativos para la ocasión. Avisó a mi padre y le comunicó la noticia.
Partimos juntos. Llegamos y nos instalamos. El momento había llegado. Por fin, estaba listo para nacer.
Abel Teba, 4.1
Un gran texto en muy pocas palabras, Abel. ¡Enhorabuena!
Gracias! jajaja 😉
Me ha gustado mucho esta redacción.