
El joven traductor de Horacio
Para Pablo
Yo quisiera ser otra vez aquel joven
 Ávido de una traducción latina, de unos deberes escolares.
 La mañana del sábado, de nueve a dos, así la pasa,
 Pegado a diccionario, gramática y clásica retórica.
 Contento de sus hallazgos, donde el mundo antiguo
 -República, crímenes, ejércitos, esclavos-
 Ve resplandecer y de su presente permanece ignorante, ajeno.
Quisiera que mi ambición volviera a ser la misma.
 Quisiera que diccionario, versos romanos de enmarañados
 Mitos y prosodia, fueran el gran tesoro azul de mi esperanza,
 Como lo eran entonces, de mi alegría secreta y de mi descubrimiento.
Oh, descubrimientos particulares del joven en el latín inmerso,
 Tan ajeno a la cólera de los hombres vivos,
 Tan sabio en su hermosa ignorancia, sobre una mesa camilla,
 Mientras la madre realiza las faenas de la casa y pone ya
 La mesa y se oye la llave del padre en la puerta que regresa,
 Y el joven va puliendo, en trance no menor de vida y poesía,
 El significado de los versos y la ley que los fundara
 Que confiará a su preceptor el lunes, con la sonrisa de quien sabe,
 Con la devoción ardiendo y la ambición encadenada.
Manuel VILAS, Las arenas de Libia





Deixa un comentari