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Día Mundial de la Poesía

Durante la trigésima reunión de la UNESCO, celebrada en París en 1999, se adoptó la decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía. Sin duda, la elección de la fecha no es aleatoria ni gratuita, ya que, astronómicamente, el equinoccio que da inicio a la primavera se sitúa entre el 20 y el 21 de marzo. La naturaleza, a través de su indisimulada exuberancia, dicta que este es su mes; y el inconsciente humano, a menudo tan sabio, dicta que esta es la estación del amor. Si tenemos en cuenta que el amor es, por antonomasia, el sentimiento humano y que, en literatura, es el género lírico el que le sirve de vehículo expresivo, a poco, por ese camino, llegamos a la poesía.

Queridos alumnos, os invito a que traigáis a este foro un verso, una estrofa o un pequeño poema con el que sumarnos todos a esta conmemoración tan especial. Los versos pueden ser vuestros, si habéis cedido alguna vez a la necesidad de componer; o ajenos, si habéis leído u oído alguna vez versos que os hayan acariciado el alma, rasgado el corazón o movido el ánimo.

Bécquer escribió: «Poesía eres tú». Ven aquí, pues.

Cadáver exquisito

El otro día, en la clase de 4.º A3, los alumnos  dieron a luz un cadavre exquis. Un cadáver exquisito sano e improvisado que nació del ingenio y la sensibilidad de estos estudiantes metidos por un momento, durante una tibia mañana preprimaveral, a hacedores de versos por “contagio mental”.

Hay quien dijo que un cadáver exquisito tiene la facultad de revelar la realidad inconsciente del grupo que lo ha creado, en concreto los aspectos no verbalizados de la angustia y el deseo de sus miembros, en relación con el posicionamiento afectivo dentro del mismo.  Hay también quien observó que el juego funciona como un barómetro de los contagios intelectuales dentro del círculo de creadores.  No sé hasta qué punto los siguientes versos muestran la permeabilidad afectiva de cuantos en este han participado ni hasta qué punto es reconocible la autoría individual de cada uno de ellos.  Sí sé que se obró con entusiasmo y conjuntamente y que es, por tanto, su “poema al alimón” —como Lorca y Neruda gustaban llamar a estas juguetonas composiciones literarias—.

Como el prístino verso surrealista decía: Le cadavre exquis boira le vin nouveau. Bon appétit y helo aquí:

La muerte es el final de la vida
vive el día a día y no el mañana del ayer
la vida es un misterio para todos
y no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy
son más bellos los sueños de los locos que los del hombre sabio
saber es vivir
vivir es no pensar, actuar
qué importa que me engañes si luego me sonríes
soñar es vivir tu cuento
porque aunque la vida parezca de miel es amarga
el cielo es azul
perdida en este mar de pensamientos
amarillo el sol
dibujando estrellas de un negro cielo
con mi tutú en lo alto del cielo
tu aura sin color

Adelanto del Día Mundial de la Poesía

En Facebook se lleva a cabo este 17 de marzo una iniciativa para llenar los muros de versos en catalán. Cada cual ha de escoger aquel que más le subyugue, le enamore, le levante el ánimo… En definitiva, aquel que no le deje nunca indiferente, y lucirlo en el muro de su cuenta.

Si estáis a tiempo, animaros. Es un buen adelanto con vistas al Día Mundial de la Poesía, que se celebrará este próximo día 21 de marzo.

Os dejo aquí la primera estrofa de un soberbio poema de este padre de la poesía. El primero de los versos es el que he dejado escrito en el muro de mi Facebook. Si os gusta el poema, podéis leerlo completo en el enlace que dejo aquí.

Cuatro líneas de nada de Nada

Nada es la narración en forma autobiográfica de la experiencia de Andrea (esa “chica rara“, en palabras de Carmen Martín Gaite), desde que llega, en octubre de 1939, a la extraña casa de su abuela materna en la calle Aribau, para estudiar en la universidad, hasta que, desencantada, abandona la ciudad cuando acaba el curso académico y se traslada a Madrid. En ese ambiente nada tiene que ver con lo que había imaginado. Su abuela vive abandonada a su suerte en medio de otros familiares de influencia mayor. Las relaciones entre estos y Andrea son tormentosas y desatan turbulentas pasiones, insospechadas por Andrea. Se trata de personajes excepcionales, únicos, de bajos instintos. Por ejemplo, su tío Román, que acabará suicidándose, es un hombre maniático y perturbador, interesado por la música y la pintura, que vive alejado de la familia y que se gana la vida gracias al contrabando (Andrea descubrirá que había sido amante de la madre de Ena, una compañera de curso, y también de la propia Ena). Su tía Angustias refugia sus frustraciones en la religiosidad y buscará en un convento el sustituto a sus fracasos, aunque su idiosincrasia no esté inspirada en la idea del cristianismo. Andrea, pues, choca frontalmente con este ambiente, sufre penalidades y descubre el lado miserable de la vida mientras su tía, la vigila para aislarla del infierno de inmoralidad que ella cree que es esta ciudad. Cuando se libre, navegará a la deriva entre su vida universitaria y la residencia con sus familiares.

Nada es una obra que pone de manifiesto la sordidez moral de la burguesía después del trauma de la guerra civil en un ambiente gris de una sociedad en descomposición. Barcelona sirve de marco y en ella la protagonista, en medio del egoísmo y del odio, ve reducirse a nada sus vivencias, pero queda, como una exposición, la fotografía de un período histórico.

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A Andrea le aguarda, en el domicilio de la calle Aribau, una grotesca corte de los milagros integrada por su abuela, su tía Angustias y el explosivo triángulo que forman sus tíos Román y Juan y la mujer de éste, Gloria, cuya vida es “como una novela de verdad”. Lejos de esas cuatro paredes en las que el aire que se respira tiene más ácido que oxígeno, Andrea busca la libertad de la calle y de la Universidad y la problemática complicidad de su amiga Ena —”me hizo sentirme todo lo que no era: rica y feliz”—. Con esta historia de iniciación que deriva en tragedia, Carmen Laforet, de 23 años, ganó en 1944 la primera edición del Premio Nadal. Pese a que en los años siguientes publicó novelas como La isla y los demonios (1952) o La mujer nueva (1955), Laforet ha pasado a la historia como la autora de Nada, una obra que, con La familia de Pascual Duarte, publicada por Camilo josé Cela en 1942, juega en los manuales el tópico y milagroso papel de reanimadora de la narrativa española de la primera posguerra, aquel tiempo en que la mitad de los escritores en ejercicio hasta 1936 estaban en silencio, en el exilio o en la tumba.

“¡Cuántos días sin importancia! Los días sin importancia que habían transcurrido desde mi llegada me pesaban encima, cuando arrastraba los pies al volver de la Universidad. Me pesaban como una cuadrada piedra gris en el cerebro”. De esos días trata esta novela, más existencial que social, en la que la reciente derrota de una ciudad y de una familia es un paisaje mudo cuya realidad directa se oculta, pero de la que, eso sí, se revelan las consecuencias más crudas. Con un estilo espontáneo, Carmen Laforet, consiguió escribir una novela viva, urbana y contemporánea.

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ENLACES INTERESANTES:

Nada, en Edu365.

Nada, en Materiales de Lengua y Literatura.

Comentario de la “Rima XV”

Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú.

Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces.
Como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul.

En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
eso soy yo.

¡Yo, que a tus ojos en mi agonía
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!

LOCALIZACIÓN. Las Rimas de Béquer (1836 – 1870) son composiciones breves, de rima asonante y con rica variedad métrica, que suelen dividirse en cuatro series temáticas: la primera (rimas I a IX) se caracteriza por tratar el tema de la poesía y sus fundamentos, en relación con el amor y los sentimientos, sobre todo los vinculados a la figura femenina; la segunda (rimas X a XXIX), a la que pertenece la rima que es objeto del presente comentario, contiene los versos de tema amatorio, de tono en general afirmativo y luminoso; en la tercera (rimas XXX a LIV) el tono se vuelve más acre y desencantado y aparece el tema de la pérdida del amor; la cuarta (rimas LV a LXXXIV) está teñida de desesperada angustia y un hondo sentido de la soledad.

ESTRUCTURA INTERNA. El poema se estructura en dos apartados, coincidentes con las dos estrofas iniciales y las dos finales.

El primer apartado corresponde a la caracterización del al que se dirige el poeta y que resulta intocable e inaprensisble. Pueden distinguirse, a su vez, dos subapartados coincidentes con cada una de las dos estrofas: en la primera, se produce una identificación del con diversos elementos de la naturaleza; en la segunda, se desarrollan características del comparándolas también con elementos naturales.

El segundo apartado comprende la caracterización del yo en oposición al , al que no logra aprehender. Como en el caso anterior, también se distinguen dos subapartados delimitados estróficamente: en la tercera estrofa existe una identificación del yo con diversos elementos naturales, pero esta vez dinámicos, en movimiento; en la estrofa final, se desarrollan las características del yo, nuevamente con elementos de la naturaleza.

ESTRUCTURA EXTERNA. Por lo dicho en el apartado anterior, queda clara la íntima relación entre estructura externa e interna. Efectivamente, el texto se divide métricamente en cuatro estrofas. Las impares, que caracterizan al y al yo, respectivamente, constan de seis versos con igual distribución de decasílabos y pentasílabos; las pares, que son su desarrollo, constan de cinco versos, también con idéntica distribución entre sí de arte mayor y menor. La rima, como la versificación, repite el mismo esquema en estos dos grupos , aunque variando las terminaciones en cada estrofa. Resumiendo, se trata de una sucesión de pareados consonánticos, salvo en los finales estróficos, que son asonánticos. Por otro lado, este equilibrio métrico se corona al conseguir que los versos finales de las estrofas de cinco versos no queden sueltos sino que enlacen su rima con la última de la estrofa anterior, con lo cual se logran cerrar métricamente las estrofas del y del yo. Todo este meditado equilibrio rítmico logra producir una sensación de harmonía por su perfecto entramado paralelístico. El Romanticismo, tan inclinado a la polimetría, tiene en este poema un excelso exponente.

RESUMEN DEL CONTENIDO. El yo poético no logra alcanzar a un evanescente, intangible.

TEMA. Incomunicación amorosa.

FORMA DE ELOCUCIÓN. Se trata de una descripción antagónica mediante imágenes visuales, sonoras y de movimiento.

ANÁLISIS DEL CONTENIDO Y LA EXPRESIÓN. Hay dos palabras clave: los pronombres personales y yo, los cuales se ponen de relieve mediante la rima asonante que cierra ambos grupos estróficos y mediante la anadiplosis. Más allá de la métrica, el paralelismo (nueva figura de repetición) es la base rítimca de la composición: se da entre estrofas e, internamente, dentro de cada estrofa, con frecuencia introducido por anáforas. Básica es también la presencia de tropos: metáforas y comparaciones: es mediante un proceso metafórico como se identifica al con elementos naturales que tienen la idea común de intangibilidad, de evanescencia…, y es mediante comparaciones anafóricas como se logra insistir en el comcepto de impotencia por parte del yo de aprehender el . En cuanto al yo, las metáforas evidencian la idea de falta de norte, de ahí la incomunicación. No obstante, en la última estrofa, el yo realiza una serie de acciones para romper tal incomunicación: mira a los ojos de la amada de noche y de día, corre incansable tras su sombra (nótese cómo ella ha sido caracterizada anteriormente como sombra aérea). Los adjetivos incansable y demente nos muestran cómo es esta persecución del ser amado que, al final, no puede lograrse: la sombra detrás de la que corre el poeta se afirma definitivamente como la hija ardiente de una visión.

CONCLUSIÓN. En esta rima, Bécquer nos comunica una experiencia íntima: la falta de comunicación entre dos seres. Para ello se muestra como un gran artífice de la forma. Continúa la corriente romántica de la polimetría, combinando arte mayor y menor y asonancia y consonancia en una entramado estrófico perfectamente equilibrado. Tanto el tú como el yo poético son románticos hasta la medula: Bécquer funde a la mujer en la naturaleza y la caracteriza con rasgos muy leves, con tenues impresiones que se desvanecerán hasta quedar en una sombra aérea. El poeta, por su parte, sin norte, sin orientación, persigue infructuosamente a esa sombra como si se tratase de una visión.

Comentario basado en ONIEVA, J. Luis: Comentario de textos literarios, ed. Playor, M-96(2)

Alegoría

Los alumnos de 1.º de bachillerato andáis estos días a vueltas con las alegorías de ciertas coplas manriqueñas. Para los que aún alberguéis alguna duda acerca de si sois capaces de reconocerlas o no, he aquí una de carácter político y muy contemporánea. Podéis, si gustáis, diseccionar los correlatos de los términos R, de los términos I y de las relaciones entre los términos R e I. Aunque, como veréis enseguida, saltan a la vista.

Una mañana, Su Majestad el Rey Juan Carlos I, Rey de España, queda gratamente sorprendido al leer una noticia en la prensa:
María
, una joven madre madrileña, ha bautizado a sus recién nacidas gemelas con el nombre de Cataluña y España.
Honrado por esta circunstancia, Juanca decide hacer una visita a la madre en cuestión, como muestra de su agradecimiento.
Al llegar a la casa, encuentra a María amamantando a España. El Rey reitera constantemente su profunda satisfacción y pregunta a la madre de las gemelas:
¿Dónde está Cataluña, la hermanita de esta tragona y preciosa que no deja de mamar?
María
le responde que está profundamente dormida desde hace mucho rato…
Extrañado por la respuesta, el Rey se permite aconsejar a la madre que la despierte y así él podría tener la oportunidad de verla.
La respuesta de María deja a Su Majestad sin habla:
—Mi rey, no le aconsejo despertar a Cataluña porque, si Cataluña despierta, España dejaría de mamar.

El poeta del pueblo

Miguel Hernández nació un 30 de octubre de 1910 en Orihuela. Sólo 32 años después, en 1942, murió de tuberculosis en el reformatorio de adultos de Alicante. Como escribe Paula Corroto en Público, «su cuerpo en aquellos días era ya el de un cadáver consumido. Su voz, tras arengar a las tropas republicanas durante la Guerra Civil y cantar poemas como “Viento del pueblo”, era un suspiro. Y, cuando finalmente se apagó, el régimen franquista se encargó de que no volviera a oírse durante cuarenta años».

Hoy se cumplen cien años desde su nacimiento y la voz de Miguel Hernández resuena fresca y enérgica. No en vano, han sido cientos, miles, los actos de homenaje durante este 2010. El poeta y su pueblo vuelven a encontrarse. No es la primera vez, ni será la última.

Cuatro canciones tradicionales

Estas cuatro composiciones pertenecen a la lírica tradicional castellana de la Edad Media (nótese el estado evolutivo de la lengua en términos como trayáis ‘traigáis’ (a, v.8 y 9), cata ‘mira’ (b, v.3), agora ‘ahora’ (c, v.1), só ‘soy’ (d, v.6)… Se trata, por tanto, de canciones anónimas que se fueron transmitiendo oralmente y cuya métrica tiende al arte menor y a la rima asonante o parcial, dos características que, por su mayor sencillez, suelen nutrir a los versos de carácter popular. No obstante, el poema c, salvo su estribillo heptasílabo, lo componen tres versos de arte mayor: dos dodecasílabos y un tridecasílabo anisosilábico. El anisosilabismo es también, en mayor o menor grado, otra de las características métricas de este tipo de poesía. Lo presentan las cuatro composiciones que aquí se comentan y, tanto en a como en d, provocan hipermetrías de arte mayor. La suave musicalidad producida por este tipo de metro y de rima suele reforzarse muy a menudo mediante estructuras paralelísticas (como las de los poemas a, b y d) o de estribillo (como la del poema c).

Si, tanto en base a las técnicas de repetición como en base al predominio del arte menor y de la rima asonante, puede afirmarse que las canciones castellanas se asemejan a las jarchas mozárabes y a las cantigas de amigo tradicionales, en cuanto al estilo también se pone de manifiesto su coincidencia: se trata, por lo general, de poemas breves en los que la emotividad se expresa a través de exclamaciones (b, estribillo), interrogaciones (b, v.1), diminutivos («namoradica», «malpenadica»), léxico sencillo, frases cortas…

Por último, más allá de la métrica y del estilo, las canciones tradicionales se definen temáticamente por cuanto abordan el tema amoroso, preferiblemente desde una perspectiva femenina, lo cual puede comprobarse en estas cuatro composiciones. Las dos primeras son albadas (o alboradas), es decir, destacan el amanecer como momento significativo en la relación entre los enamorados. En una, la muchacha se dirige de forma expresa a su amado («amigo») para apremiarlo a acudir a un encuentro amoroso íntimo («no trayáis gran compaña»). En la otra, dado el tipo de composición, cabe suponer implícitamente idéntico yo poético, por lo que ese «amor mío» a quien se dirige el mensaje amoroso se corresponde, nuevamente, con el amado. Sin embargo, contrariamente, ahora se trata no de un encuentro sino de una despedida (como pone de manifiesto ese «vete», frente al «venid» de la canción primera), una despedida perentoria para que la relación entre los amantes pueda seguir siendo secreta: «más no esperes, / no descubra el día / los nuestros placeres».

Las dos últimas canciones coinciden con las albadas en la temática amorosa y en el yo poético femenino, y entre sí, en el interlocutor, a quien se acusa como culpable de la desgracia de amor, y en el sentimiento que expresan: el lamento de la enamorada a la que fuerzan a ser monja, un argumento que, por lo demás, es común a la lírica tradicional.

Intenso, muy intenso ha sido y es siempre el mal de amores. La lírica tradicional, no sólo castellana sino peninsular, deja muy a las claras algo que la historia del arte no ha hecho sino confirmar reiteradamente: el ser humano tiende a manifestar artísticamente más sus penas que sus alegrías. Y, sin duda, una mayoría son cuitas de amor.

Figuras literarias (BAT).

Figuras literarias

ALITERACIÓN. Repetición de fonemas con intención expresiva: En el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba (Garcilaso).

ANÁFORA. Repetición de palabra o expresión al inicio de varios versos u oraciones: Alondra de verdad, alondra mía (Gerardo Diego).

ANTONOMASIA. Sustitución de un nombre por el de una cualidad suya inconfundible o viceversa: La Ciudad de la Luz [= París].

ANTÍTESIS. Contraposición de palabras o expresiones de significado opuesto: Ayer naciste y morirás mañana (Góngora).

APÓSTROFE. Apelación a un receptor individualizado: Amor insano, déjame ya (Juan Mª. Mauri).

ASÍNDETON. Supresión de nexos en una enumeración: Para la libertad, sangro, lucho, pervivo (Miguel Hernández).

COMPARACIÓN (o SÍMIL). Un término real se compara a otro imaginado por medio de un nexo: Y todo en la memoria se rompía, / tal una pompa de jabón al viento (Antonio Machado).

DERIVACIÓN. Uso de un lexema con varios afijos: Mientras vive el vencido, venciendo está el vencedor (Alarcón).

DILOGÍA. Utilización de palabras con doble sentido gracias a la homonimia: En amor, como las que enseñan son las mujeres, cuanto más enseñan… más suspenso te dejan (Carlos Arniches).

ELIPSIS. Se elude un término que queda sobrentendido: Por una mirada, un mundo (Bécquer).

ENUMERACIÓN. Sucesión de elementos de igual categoría sintántica: En la amistad oscura de un zaguán, de un alero y de un aljibe (Borges).

EPÍFORA. Repetición de una expresión en final de versos u oraciones: Me gusta escribir tu nombre, / llenar papeles con tu nombre (Gloria Fuertes).

EPÍTETO. Adjetivo que destaca una cualidad inherente al sustantivo, bien por su anteposición al mismo, bien porque su significado se halle contenido en el del sustantivo: Por ti la verde hierba, el fresco viento (Garcilaso).

HIPÉRBATON. Alteración del orden gramatical lógico: Era del año la estación florida (Góngora).

HIPÉRBOLE. Visión desproporcionada de una realidad, amplificándola o disminuyéndola. Es exageración: Tanto dolor se agrupa en mi costado /que, por doler me duele hasta el aliento (Miguel Hernández).

IRONÍA. Se da a entender lo contrario de lo que se dice: Los sabios, claro, están en las Cortes (Fco. Umbral).

LÍTOTES. Negación de lo contrario de lo que se quiere afirmar: Yo no lo niego, ingenios tiene España (Quevedo).

METÁFORA. Identificación de un término real con otro imaginario en virtud de una relación de semejanza. Es un símil sin nexo comparativo. Existen varios tipos básicos:

  • IMAGEN O METÁFORA SIMPLE (o IMPURA):
    • R es I: La luna es un pozo chico (Lorca).
    • R de I: Su carita de porcelana (Lorca).
    • I de R: El jinete se acercaba / tocando el tambor del llano (Lorca).
  • METÁFORA APOSICIONAL:
    • R, I: Los dos ríos de Granada / uno llanto y otro sangre (Lorca).
    • I, R: Cobre amarillo, su carne (Lorca).
  • METÁFORA DESCRIPTIVA:
    • R, I’, I”…: Por el olivar venían / bronce y sueño los gitanos (Lorca).
  • METÁFORA PURA:
    • I (en vez de R): La luna […] / con su polisón de nardos (Lorca).

METONIMIA. Relación de contigüidad entre dos términos (la causa por el efecto, la parte por el todo…): Absuelto por los ojos más dulcemente azules (Leopoldo Panero).

OXÍMORON. Antítesis formada en un mismo sintagma: Una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento (Fdo. de Rojas).

PARADOJA. Unión de dos ideas inconciliables al pie de la letra y que, por tanto han de ser interpretadas: Cierro los ojos porque quiero verte (Vicente Gaos).

PARALELISMO. Repetición de estructuras sintácticas, a menudo sinonímicas o antitéticas: Tu solo cuerpo posible / tu dulce cuerpo pensado (Pedro Salinas).

PARONOMASIA. Juego de palabras que se da al usar palabras de sonido muy parecido: Despejado y despojado / se asoma a su vergüenza (Calderón).

PERÍFRASIS. Expresión mediante un rodeo de lo que puede decirse con una palabra: Aquel ave que dulce muere y en las aguas mora (Góngora).

PLEONASMO. Uso redundante de palabras con intención enfática, si no, es mera redundancia: Temprano madrugó la madrugada (Miguel Hernández).

POLISÍNDETON. Repetición de conjunciones para presentar aisladamente los elementos de una enumeración: El tiempo lame y roe y pule y mancha y muerde (Antonio Machado).

PREGUNTA (o INTERROGACIÓN) RETÓRICA. Afirmación expresada en forma de pregunta, que, por ello, no espera ser contestada: ¿Serás, amor, / un largo adiós que no se acaba? (Pedro Salinas).

PROSOPOPEYA (o PERSONIFICACIÓN). Atribución de cualidades humanas a los animales o cosas, o bien cualidades de seres animados a los no animados o abstracciones: La heroica ciudad dormía la siesta (Clarín).

QUIASMO. Paralelismo cruzado o en espejo: Ya sonoro clavel, ya coral sabio (Quevedo).

SÍMBOLO. Representación constante de un pensamiento o sentimiento por un elemento material o concreto: Fuego = Amor, Rojo = Pasión, Río = Vida…

SINESTESIA. Mezcla de las acciones o posibilidades de los cinco sentidos o asociación de referencias sensoriales con abstractas: Dar al sueño cierto sabor azul (Vicente Aleixandre).

Es importante tener en cuenta que las expresiones literarias pueden ser retóricamente complejas y, por tanto, contener en sí más de un recurso estilístico. Verbigracia, en el ejemplo de prosopopeya, la secuencia no subrayada es una metonima; el ejemplo de oxímoron (triple), lo es además de paralelismo y de enumeración, etc.

 

‘Nada’, de Carmen Laforet (BAT).

Redacta un texto explicativo donde se exponga la información que ofrece este cuadro sinóptico en que se esquematizan los actantes de la novela.

Personajes de 'Nada'

Lee atentamente estos dos fragmentos extraídos de la novela y destaca su significación en la obra:

La abuelita hablaba también, como siempre, de los mismos temas. Eran hechos recientes, de la pasada guerra, y antiguos, de muchos años atrás, cuando sus hijos eran niños.

En mi cabeza, un poco dolorida, se mezclaban las dos voces en una cantinela con fondo de lluvia y me adormecían.

ABUELA.—No había dos hermanos que se quisieran más. (¿Me escuchas, Andrea?)No había dos hermanos como Román y Juanito… Yo he tenido seis hijos. Los otros cuatro estaban siempre cada uno por su lado, las chicas reñían entre ellas, pero estos dos pequeños eran como dos ángeles… Juan era rubio y Román muy moreno, y yo siempre los vestía con trajes iguales. Los domingos iban a misa conmigo y con tu abuelo… En el colegio, si algún chico se peleaba con uno de ellos, ya estaba el otro allí para defenderle. Román era más pícaro…, pero ¡cómo se querían! Todos los hijos deben ser iguales para una madre, pero estos dos fueron sobre todos para mí… como eran los más pequeños… como fueron los más desgraciados… Sobre todo Juan.

GLORIA.—¿Tú sabías que Juan quiso ser militar y, como le suspendieron en el ingreso de la Academia, se marchó a África, al Tercio, y estuvo allí muchos años?



Miré el reloj instintivamente.

— Me oyes como quien oye llover, ya lo veo… ¡Infeliz! ¡Ya te golpeará la vida, ya te triturará, ya te aplastará! Entonces me recordarás… ¡Oh! ¡Hubiera querido matarte cuando pequeña antes de dejarte crecer así! Y no me mires con ese asombro. Ya sé que hasta ahora no has hecho nada malo. Pero lo harás en cuanto yo me vaya… ¡Lo harás! ¡Lo harás! Tú no dominarás tu cuerpo y tu alma. Tú no, tú no… Tú no podrás dominarlos.

Yo veía en el espejo, de refilón, la imagen de mis dieciocho años áridos, encerrados en una figura alargada, y veía la bella y torneada mano de Angustias crispándose en el respaldo de una silla. Una mano blanca, de palma abultada y suave. Una mano sensual, ahora desgarrada, gritando con la crispación de sus dedos más que la voz excitada de mi tía.

Empecé a sentirme conmovida y un poco asustada, pues el desvarío de Angustias amenazaba abrazarme, arrastrarme también.

Terminó temblorosa, llorando. Pocas veces lloraba Angustias sinceramente. Siempre el llanto la afeaba, pero éste, espantoso, que la sacudía ahora, no me causaba repugnancia, sino cierto placer. Algo así como ver descargar una tormenta.