Què m’han ensenyat les vostres ales?

A la vostra edat, tothom vol començar a provar les seves ales. I així ha de ser, per tal que puguin enfortir-se de mica en mica i un dia puguin arribar molt lluny. Si som prudents però, i per evitar mals previsibles, escoltem els consells d’aquells que van volar i potser ja es van deixar algunes plomes als esculls de l’aire.
Els mestres aprenem molt dels alumnes. Això no són paraules boniques. Us posaré alguns exemples del que he après amb vosaltres.
El vol dels que sou companys generosos i amables m’ha ensenyat que el llenguatge dels sentiments no es compon de lletres, ni tan sols de gestos esporàdics que guaiten de reüll. El llenguatge dels sentiments es fila amb raigs de llum de cada matinada, repunts de joia i d’aflicció que es comparteixen com el pa entre germans, amb la mà de l’amic a l’espatlla.
Els que no parleu massa, no esteu contínuament cridant l’atenció i feu la vostra feina sense aixecar la veu, sempre observant, escoltant amb el que semblaria una mena de timidesa… El vostre vol silenciós m’ha ensenyat que hi ha un protagonisme sense estridències, que persisteix sota el corrent, que no es veu afectat per tempestes ni dics. Aquest protagonisme que sembla la seva absència, que flueix silenciós però impedeix que ens cegui el centelleig de la superfície, i aconsegueix que perdem la por a encallar, a mai no veure el mar.
Els vols irrefrenables dels que mai esteu quiets i us costa concentrar-vos, m’ha ensenyat que els aprenentatges més durs tenen a veure amb allò que ens és més desconegut: nosaltres mateixos. A vegades volem aquests aprenentatges d’avui per demà. Com si l’alba vingués més aviat pel fet que cridem al sol o que renyem a la lluna per que s’alliti d’hora.
Tots i cadascú dels vostres vols m’han ensenyat quelcom de fonamental. Que si la Paciència és la mare de la Ciència, el pare seria l’Esforç. Els venerables avis podrien dir-se la senyora Constància i el senyor Desig. El senyor Desig tindria uns cognoms preciosos com Cultura i Saber. Els cognoms canvien una mica amb el temps. Els avantpassats del senyor Desig es deien Conreu i Sapiència. I els avantpassats dels seus avantpassats es deien Sapiens Sapiens. Fa molts i molts anys es van anar distingint dels seus cosins perquè van desenvolupar les seves capacitats, les seves eines fonamentals: la cultura i el llenguatge, per poder sobreviure entre altres éssers vius, alguns perillosos i millor dotats físicament. Ho van aconseguir gràcies a que actuaven sempre junts, es comunicaven i s’ajudaven en les feines de cacera, recol•lecció…
Sí, m’heu ensenyat moltes coses. Espero que la senyora Paciència, el senyor Esforç i els venerables ancians la senyora Constància i el senyor Desig de Cultura i Saber siguin sempre al vostre costat. Vosaltres necessiteu que us escoltin i ells són feliços quan un sol nen els atén, perquè us estimen, perquè per a ells no hi ha res més preat que la vostra mirada.

José Ángel Hernández

Medio pan y un libro

Alocución de Federico García Lorca al inaugurar la Biblioteca de su pueblo, Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931.

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionera en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”.

¿Cuál era la pregunta?

 

 

El mejor método para transmitir un conocimiento acaso sea el mismo que ha servido para crearlo.

No recuerdo haber conversado mucho durante los veinte años que he pasado como alumno en las aulas de la escuela y la universidad.

Enseñar consiste en proveer estímulos a favor de alguna forma de conversación.

Observar es conversar con la naturaleza (experimento).

Pensar es conversar con uno mismo (reflexión).

Conversar es el mejor entrenamiento que puede tener un ser humano para ser un ser humano.

JORGE WAGENSBERG. Si la Naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? Ed. Tusquets, Barcelona, 2002

Bourdieu y la escuela

Ahora parece que todo se tiene que solucionar desde la escuela. Lo escuchamos continuamente en debates sobre cualquier tema. No estaría de más recordar aquel proverbio que afirma: “La educación es cosa de toda la tribu”. Por otra parte, sorprende la paradoja: ¿Tanta importancia teórica de repente y cómo la tratan en la práctica?

Ciclos de películas sobre educación, jornadas de debate sobre educación… Todo el mundo sabe, opina, cuestiona…

 Incluso quienes intentan honestamente mejorar las dinámicas de trabajo en el ámbito de la escolarización infantil y primaria (véanse documentales recientes de experiencias al respecto), casi siempre vienen a plantear lo que ya se estudiaba el siglo pasado en los clásicos de la escuela nueva. Con ligeras aportaciones tecnológicas, de recursos, etc., pero con pocos avances en cuanto a principios pedagógicos esenciales. Quizá de lo que se trataría es de preguntarnos por qué cuesta tanto cambiar, cuáles son los factores conscientes e inconscientes, formales e informales, institucionales y personales… que inhiben, dificultan o condicionan el cambio. ¿Interesa realmente?

Nunca está de más seguir estudiando a los que han estudiado y reflexionando con los que han reflexionado.  El etnólogo y sociólogo Pierre Bourdieu sienta algunas bases.

[youtube]http://youtu.be/3mChkak7_3A[/youtube]

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=uVb2w73dwH0[/youtube]

Dos poemas infantiles

Hay un agujero en mi barrio
una canica en el agujero
un mundo en la canica
un barrio en el mundo, mi barrio,
un agujero en el barrio
una canica en el agujero
un mundo en la canica, mi canica.

 

 

 

Durante todo el día
canta un pajarito
en el corazón de mi madre.

 

 

Juan Kruz Igerabide Sarasola