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Acoso escolar “avant la lettre”

Recuerdo que, hace aproximadamente un año, parte de los miembros —y miembras, que diría según quién— del Departamento de Lengua y Literatura Castellanas de nuestro instituto wasapeamos brevemente en torno a Irene Vallejo y a su libro El infinito en un junco. El intercambio de wasaps lo inició Pascual, difundiendo un vídeo en el que esta escritora y doctora en Filología Clásica reivindicaba el papel de la mujer —tan trascendente como oculto— en la escritura y, para ello, nos hablaba de la poetisa Enheduanna, primera entre todos los escritores de la historia, o de la también poetisa Safo de Mitilene o de Aspasia, maestra de retórica e historiadora en la Atenas de Pericles.

Pascual había sacado a colación el vídeo de Irene Vallejo como apunte para un trabajo de investigación sobre las Sinsombrero, que nuestro departamento tenía y aún mantiene propuesto para poder ser desarrollado por cualquier bachiller en busca de tema para su TdR. Sin embargo, a mí, la voz de Vallejo, en una fecha tan próxima a la de este 4 de noviembre en que se conmemora el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, me ha hecho pensar de inmediato en un podcast de la serie Aprendemos Juntos BBVA que yo había oído en algún momento de aquel verano tan pandémico de 2020. Se trata de un audio del que forma parte el razonamiento que se expone en el vídeo en cuestión.  La razón de que yo haya recordado tal audio reside en que, en él, la autora cesaraugustana confesaba haber sido víctima de acoso escolar durante la infancia, una experiencia terrible que por aquel entonces incluso carecía del nombre con que denominarla, una experiencia de risas crueles y de golpes, aún nítida en el recuerdo de la mujer adulta, una experiencia dolorosa y largamente silenciada de la que la niña que fue luego escritora escapó gracias a la lectura.

Desde esta entrada de blog, os invito a que escuchéis aquí la voz dulce y sosegada de Irene Vallejo. Hoy es, sin duda, un buen día para prestar atención a esta confesión y comprender que el silencio ante este tipo de situaciones de abuso nunca es la solución. Está en nuestras manos denunciarlas, no solo las que pueda sufrir cada uno, sino también las que sepamos que están sufriendo los demás.

Ni una más

Lo había conocido una tibia tarde de otoño, a la hora mágica en que el sol doraba, malheridas en los árboles o muertas en las aceras, las hojas caducas de los plataneros del vecindario. Se enamoró enseguida de sus ojos de hombre y su boca de hombre, de sus pies de hombre y sus manos de hombre. Luego vendrían la mirada y los susurros, el andar y las caricias, y ese cuidado exquisito que él iba a poner en todo lo que fuese destinado a ella.

Siete otoños habían acontecido desde entonces. Y siete inviernos, siete primaveras y seis veranos. Y algunas discusiones. Y algunas manos alzadas también. Resultaba difícil ahora saber en qué estación de qué año se alzó la primera antes de caer con violencia y lacerar su rostro asustado. «Con lo que yo te quiero», dijo aquella primera vez y las que la sucedieron.

«Con lo que yo te quiero», le había oído decir también ahora, mientras notaba cómo le faltaba el aire, cómo se comprimían sus carótidas y se aplastaba su tráquea bajo la presión animal de aquellas manos, las mismas de las que ella se había enamorado una vez, durante cierto otoño de hojas muertas en las aceras.

Hojas muertas, de Gonzalo Montesierra

¿Y por qué “detrás” de un gran hombre?

citas-para-el-8mSuele decirse que “Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”. La frase enseña muy a las claras un tipo de machismo que penetra la sociedad y la cala, un machismo que acaso no sea tan fácilmente detectable como, por ejemplo, el que provocan las evidentes discriminaciones laborales: sueldos inferiores, difícil acceso a cargos ejecutivos y directivos…

Aparentemente, en una falaz primera impresión, puede entenderse que la expresión reivindica la valía de la mujer, puesto que la posibilidad de la grandeza del hombre nos la hace entender necesariamente asociada a la grandeza femenina. No obstante, la presencia de la mujer tiene lugar detrás y no delante, ni siquiera al lado. Ello, obviamente, obliga a pensar en que el éxito, la primacía social, intelectual, económica… pertenecen al varón. Machismo, pues, como bien decía al principio.

Tal vez, a causa de ello, John Lennon reescribiese irónicamente la famosa frase, dejándola en aquel memorable «Detrás de cada idiota siempre hay una gran mujer». En esta versión, en primera instancia, la expresión nos habla de la valía de la mujer, la cual, pese a todo, sigue situada detrás del hombre. Y es que, muy probablemente sea cierta aquella máxima de la feminista Estella Ramey que decía: «La igualdad llegará cuando una mujer tonta pueda llegar tan lejos como hoy llega un hombre tonto”.

Como sabéis, hoy conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Por ello, os animo a que escribáis un comentario a este artículo y forméis parte de la campaña de concienciación sobre la importancia de evidenciar la participación capital de las mujeres en cualquier ámbito de la vida, poniendo de manifiesto así no solo su contribución social, histórica, científica…, sino también su trascendencia en el entorno familiar, profesional o académico.

Día Internacional de la Mujer

Hay dos clases de hombres:

  • Aquellos para quienes el 8 de marzo no es más que el sexagésimo séptimo día del calendario gregoriano, salvo que se esté en año bisiesto, por lo que automáticamente pasaría a la consideración de ser el sexagésimo octavo día del calendario gregoriano.
  • Aquellos para quienes el 8 de marzo es un día conmemorativo y, sobre todo, reivindicativo.

O acaso sean tres las clases de hombres que hay, en cuyos ámbitos se subsumen las dos anteriores:

  • Aquellos para quienes la ironía está solo en los dos carteles de la derecha de la imagen superior de esta entrada.
  • Aquellos para quienes la ironía está solo en el cartel del centro de la imagen superior de esta entrada.
  • Aquellos para quienes la ironía está en los tres carteles de la imagen superior de esta entrada.

DIEVCM

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Hoy se conmemora, tal como indican las siglas que titulan estos renglones, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Mañana, durante la hora de tutoría, abordaremos de lleno esta sucia problemática. En algunas clases de esta semana pasada, partiendo de un enfoque lingüístico, ya hemos analizado las diferentes expresiones con las que la gente suele referirse a este sinsentido violento y, de las implicaciones semánticas hemos llegado enseguida al hecho en sí, jamás justificable.

Hace hoy ya más de un lustro que escribí una breve entrada en otro blog a raíz de lo que, en un ejercicio de clase, escribió un alumno mío. He aquí lo que A. Aguirre, el alumno en cuestión, escribió:

Aquestes dades ens haurien d’espantar i fer reflexionar sobre el que està passant al nostre propi món. Hauríem de començar a intentar frenar aquesta bogeria, ja que tothom és persona i té dret a rebre un bon tracte, i les persones no haurien de tenir una vida com aquesta de sofriment i por constants.

Y he aquí, apenas refrito (pues un lustro no ha cambiado sustantivamente ni la realidad ni lo que yo pienso de ella), lo que, a renglón seguido,  escribí entonces y suscribo ahora:

Esta mañana he pedido a mis alumnos de 4.º de ESO que redactasen una noticia para dar cuenta de que hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra  la Mujer. No dudo de que a todos —ellos y ellas— el hecho de haber estado manejando ciertas estadísticas les debe haber impactado. Los datos a que se refiere el alumno Aguirre en las líneas citadas más arriba son, por ejemplo, que una de cada cuatro mujeres del mundo ha sido violada en algún momento de su vida; que, según el país, entre una y tres de cada cuatro mujeres son maltratadas físicamente de forma habitual en sus casas; que cerca de ciento veinte millones de mujeres han sufrido mutilaciones genitales; que cada dieciocho segundos una mujer es maltratada en el mundo; que, por lo tanto, en lo que has tardado tú, lector, en llegar a este renglón al menos un par de mujeres han sido maltratadas…

Los alumnos sois las nuevas generaciones; en vuestras manos estará o no la cordura del comportamiento humano. Nosotros, los adultos, de momento, parece que vamos fallando.

Día Internacional de la Mujer Trabajadora

Esta mañana, una alumna de 4.º de ESO me rectificaba, tras anunciar yo en el aula que hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer.

— Trabajadora, profe.

Ciertamente, aunque la desigualdad entre sexos va más allá del ámbito laboral.

Otro alumno, poco después, ha lanzado la idea de que, si de igualdad se trata, cabría entonces fijar también en el calendario un Día Internacional del Hombre, olvidando así, sin duda, que el sentido de la conmemoración es claramente reivindicativo y que son las necesidades y no las ventajas lo que tiene sentido reivindicar. No obstante, la normalidad, esto es, la igualdad entre sexos habrá llegado cuando en el calendario se conmemore un Día Internacional del Hombre, pero entendido en sentido genérico; al cual, por cierto, deberíamos llamar Día Internacional del Ser Humano para bien desambiguar. Claro que, entonces, ya no habrá necesidad reivindicativa ninguna y sería cuestión de festejarlo; mejor, por tanto: Fiesta Internacional de la Igualdad entre Sexos.

Desgraciadamente, todavía andamos muy lejos de ello. No sé si vosotros, lectores, habréis reparado en la imagen que ilustra esta entrada. En ella, puede verse una etiqueta de lavado en la que, tras las pertinentes recomendaciones de mezcla de colores, planchado, etc., se indica en inglés la alternativa “O dáselo a tu mujer; es trabajo suyo”. No voy a incidir en lo repulsivo de la leyenda, ante la cual no es excusa un más que dudoso sentido del humor; sí quisiera hacer notar (aunque es sobradamente notorio) que la mujer trabajadora está en desventaja no solo en el mercado laboral; también en casa.