La fotografía que he escogido es esta, en ella os muestro mi terraza; la puedo ver siempre que quiero a través de la cristalera que hay en mi habitación. La he elegido ya que me aporta calma y tranquilidad, más que necesarias en estos días difíciles. Cuando me levanto por la mañana, antes que nada subo la persiana, que siempre baja mi madre. Desde el interior de mi habitación, puedo sentir el viento al ver moverse los árboles con furia. Pero, sin duda alguna, poder dormir escuchando las olas del mar, haciéndome sentir rodeada de paz y sin preocupaciones, lo voy a considerar como lo mejor que me aporta esta salida a mi terrado.
Hoy, dos meses después, continúo disfrutando de la terraza como antes; en ocasiones salgo a sentarme en el sofá y disfruto del aire que corre mientras me tomo un café; incluso aprovecho para salir con algo tan simple como leer un libro al mismo tiempo que escucho música de fondo. Definitivamente mi opinión sobre la paz que me aporta la terraza se mantiene. Sentir las olas desde mi habitación es un lujo que agradezco de tener y que espero no perder nunca.
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