Nada más salir a mi balcón lo primero que puedo ver son los pisos enormes que hay en frente de los míos, con demasiados vecinos. Algunos agradables y otros no tanto. Ahora, en la situación que estamos viviendo, a las ocho de cada día salen muchos aplaudir y de vez en cuando se animan con música. Creo que es lo único que me agrada de tener tantos vecinos. Las paredes de los bloques tienen un color extraño, entre el amarillo y el marrón, a mí personalmente no me convencen. Seguidamente encontramos un supermercado, algo que a veces tiene sus pros. Como cuando te falta algo muy necesario. Puedes bajar a comprarlo, porque como está debajo de tu casa te acercas en un momento. También tiene sus contras: al estar abierto casi todo el día, viene mucha gente a comprar y nunca hay aparcamiento. Otra desventaja es que gastas más dinero porque vas cada dos por tres a buscar lo que te falta o bien por capricho. En fin, sigo contemplando lo que veo cada mañana al salir para hacer deberes. Si alzamos la vista en diagonal, podemos ver otro recinto de casas, ¡estoy rodeada de gente!
Si observáis más encontramos árboles sin hojas, totalmente desnudos. Aunque sorprende ahora que estamos entrando en la primavera porque se tendría que ver todo más verde.
En definitiva, ya no se puede ojear nada más porque no tengo tantas vistas y tampoco apetece verlas demasiado. Bueno, esto es lo que miro cada día al asomarme y solo pienso en volver a la normalidad lo antes posible.
Han pasado dos meses y las vistas siguen igual, pero lo que ha cambiado ha sido el ambiente que hay ahora, al poder salir a la calle ha hecho que vea todo más vivo, y con más movimiento y vida en el barrio.
Comentaris recents