Los alumnos acostumbráis a mantener una relación tormentosa con la ortografía: que si las palabras que acaban en -aje siempre van con j, que si las que empiezan con el diptongo ue siempre llevan h… ¡Con lo cojonud…, ejem, estupendo que sería poder escribir a nuestro antojo!
Pues bien, en ocasiones, parece como si la ortografía concediese pequeñas treguas: las pequeñas treguas de las palabras con doble grafía. Verbigracia, cualquiera puede ponerse a salvo del tráfico rodado subiéndose a una acera o a una acera (aunque nunca a una*cera, como algunos piensan); también podemos apreciar la calidad de un guion o de un guión al visionar, como críticos en cierne, un filme policiaco o policíaco. En realidad, se trata de una deferencia engañosa pues, aunque resulta doblemente fácil acertar con la escritura acertada de estas palabras, también resulta doblemente difícil recordar no una sino dos maneras correctas de efectuarla.
Os propongo una doble tarea: por un lado, que busquéis páginas web donde se trate el tema de la doble grafía y que comentéis brevemente el contenido de las mismas (si se trata de simples listados de palabras, si se ordenan alfabéticamente, si se engloban en función de alguna norma…). Por otro lado, os invito a que deis con algunas de las explicaciones que permiten la doble grafía; por ejemplo, la que se refiere a ciertas palabras, monosílabos ortográficos (se supone un diptongo: guion, rio, hui…) cuya articulación puede ser bisílaba (con hiato: guión, rió, huí…).
Suerte, y a ver cómo se os da hacer de profes.






Durante el Congreso Internacional de la Lengua que se celebrará el próximo 5 de abril en la ciudad chilena de Valparaíso, tendrá lugar la presentación del Diccionario de americanismos, magna obra lexicográfica que posee más de 70.000 entradas y más de 120.000 acepciones. Su publicación ha de suponer el lógico y esperado colofón a un proceso de ánimo panhispánico que se inició, apenas constituidas las primeras Academias americanas, con un primer intento de elaborar conjuntamente un diccionario de americanismos. Por desgracia, transcurría el último cuarto del siglo XIX y la constatación de la deficiencia de fuentes informativas y la limitada posibilidad de comunicación dejaron aquel ambicioso proyecto en el limbo de las buenas intenciones.