Por Darío Arjomandi y Roger Chavalés
En las últimas semanas hemos visto como por primera vez, un partido de extrema derecha emergía desde los tiempos de la dictadura franquista.
Estamos hablando de VOX, un partido que nació en 2013 y que se describe a sí mismo como un partido de gente común que se sienten defraudados por los políticos actuales y han decidido dar un paso al frente y cambiar las cosas.
Vox fue fundado por social-conservadores de las filas del Partido Popular que estaban descontentos con el gobierno de Rajoy y se sentían excluidos de la línea del partido, su principal fundador es el bilbaíno Santiago Abascal y en su primer comunicado expresaba que: «recoger el voto de la derecha desencantada con las políticas del PP».
Actualmente la formación cuenta con 32.000 afiliados, 4 alcaldías, 12 representantes autonómicos (en Andalucía) y 22 concejales en el ayuntamiento de Madrid.
Su primer resultado destacado ha sido en las recientes elecciones al parlamento de Andalucía en las que ha obtenido 395.978 votos, un 10,97% y 12 diputados, siendo el partido clave de la gobernabilidad y haciendo posible el gobierno del PP con su apoyo al pacto entre PP y Ciudadanos.
Su financiación, motivo de un reciente revuelo mediático, proviene de las cuotas de los afiliados y de donaciones entre las que está la cuantiosa aportación de un millón de euros por parte de organizaciones de exiliados iraníes.
Vox ha pasado a la actualidad política gracias a su reciente e inesperado éxito en las elecciones andaluzas en las que ha conseguido 12 diputados y ha atraído la atención de los medios y se ha convertido en un tema polémico de la actualidad, generando muchos detractores, pero también muchos nuevos adeptos y partidarios de su ideología.
Los puntos principales de su programa, que ha ido evolucionando con el tiempo, son la unidad de España -en el sentido de la centralización del poder-; la política migratoria, en la que proponen la deportación de los inmigrantes ilegales en la línea de políticos como Trump, con el lema de “España primero” o “España para los españoles”. Otro punto que ha dado mucha popularidad y polémica a Vox y provocado su despunte en Andalucía es la dureza contra los otros nacionalistas (catalanes, vascos y navarros). Vox volvería a procesar a los implicados en el referéndum ilegal del 1-O, aplicaría el 155 y suprimiría los parlamentos autonómicos.
El último y quizá más polémico punto de su programa es el de Familia y Feminismo. Aquí podemos observar las influencias religiosas y neocatólicas del partido. Proponen derogar la ley de violencia de género y sustituirla por una ley de violencia intrafamiliar. Prohibir las asociaciones feministas y crear un Ministerio de Familia para defender el modelo de familia tradicional y católica., cosa que han conseguido introducir en el gobierno andaluz con la nueva Consejería de Salud y Familia.
Vox es el nuevo exponente en España de lo que ya teníamos en Europa con Le Penn, u otros neofascismos o partidos de ultraderecha en Alemania, Italia, Austria o Grecia. A partir de este momento tendremos que acostumbrarnos a ver un partido como este en el espectro político y en los medios, pero también, como electores demócratas y ciudadanos responsable, debemos tener cuidado de no cometer los errores del pasado y proteger nuestro sistema democrático que, aún con sus faltas, nos ha permitido vivir en libertad y progresar tanto. Parafraseando a uno de los padres de nuestra democracia, Adolfo Suárez, no permitamos «que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España».