[John CARLIN, LVG, 1-11-2017].…Lo que el PP no parece entender es que aunque su jugada funcione y el independentismo sufra una derrota en las elecciones del 21 de diciembre no va a dejar de ser una fuerza política importante. El intento de aplastarlo y humillarlo creará más resentimiento en sus filas, y el resentimiento es un motor político de inagotable energía.
Veremos qué pasa en las próximas semanas. Existen tantos riesgos de que las cosas vayan a peor como de que se tranquilicen. Pero hoy todo es feo. Desde fuera no hay otra forma de ver la toma de poder del PP en Catalunya. Y no sólo feo sino absurdo: lo chocante para mí y para todos los extranjeros con los que hablo es lo espectacularmente innecesario que ha sido todo este lío. Lo fácil que hubiera sido evitarlo. Primero, y obviamente, con un cambio del texto sagrado de la Constitución y con la aprobación de un referéndum pactado, como hubiera hecho cualquier otro Estado moderno y democrático (Canadá, Reino Unido) en similares circunstancias. Pero seguramente se hubiera evitado con menos: con gestos conciliadores y palabras respetuosas, con alguna cesión de poder a la región autónoma catalana, con un mínimo de espíritu estadista, con el afán de pensar primero en el bien general.
En una democracia la política consiste en persuadir, en ganar corazones y mentes a través de los argumentos, las palabras y los gestos. En un sistema autoritario la política consiste en imponer la ley. ¿A cuál de los dos se parece más el Estado español hoy? Sabemos la respuesta. ¿Pero por qué son tan torpes, tan inflexibles y tan estrechos? La respuesta es obligatoriamente larga y complicada, pero un artículo en la revista The New Yorker este fin de semana de mi amigo y laureado periodista Jon Lee Anderson creo que ofrece una pista. “Una profunda inseguridad –concluyó Anderson– late en el corazón del establishment político y mediático español sobre el calado que tiene la cultura democrática española. Y con buena razón”.
El President del Govern espanyol, Mariano Rajoy, en el Senat (divendres 27 d’octubre) reben aplaudiments de membres del seu govern, així com de diputats i senadors del PP : es va aprovar l’aplicació de l’article 155, mitjançant el qual s’anul·la l’autonomia per a Catalunya.