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Microrrelatos de citas literarias (I)

Cada mes, como práctica narrativoliteraria, los alumnos de la materia de modalidad de 2.º de Bachillerato han de anotar y referenciar una cita literaria, a partir de la cual escribir un microrrelato. Estos que figuran a continuación son los resultados de septiembre. Ojalá disfrutéis de su lectura.

CITA PROPUESTA POR CARLA: «Y esa, por supuesto, es la manera más fácil de mentir: cuando sabes que el otro está desesperado porque sea verdad», extraída de Los siete maridos de Evelyn Hugo, de Taylor Jenkins.

MICRORRELATO: Y ahí estábamos otra vez Bruno y yo, en el comedor de aquel cuchitril que alquilábamos para vivir juntos, discutiendo como siempre. Era ya la quinta vez que difundían rumores sobre nuestra relación, sobre yo siéndole infiel a él, traición que nunca sería capaz de cometer, dados mis buenos principios. Lo que más me dolía no eran los rumores que corrían de boca en boca, sino la forma de hablar de Bruno cada vez que se enteraba de ellos. Aquella mirada que me dedicaba, destilaba odio a más no poder, y yo ya no podía más, estaba harta de hacer lo imposible para que no creyera esas idioteces que los demás decían.

Así que decidí acabar con ese círculo vicioso. Aquella discusión, que por suerte sería la última, se acabó con un “Sí, lo que dicen es verdad”. Y esa, por supuesto, es la manera más fácil de mentir: cuando sabes que el otro está desesperado porque sea verdad. Sin decir nada, se dio la vuelta y salió del piso dando un portazo. En aquel momento me di cuenta de la poca confianza que me tenía, no esperó ni un perdón de mi parte…


CITA PROPUESTA POR NAHIKARI: «Unos dicen que un ejército de jinetes, otros que una tropa de soldados, otros que una escuadra de navíos es lo más hermoso sobre la tierra; en cambio, yo digo que aquel que uno ama», extraída de El himno a Afrodita, de Safo de Lesbos.

MICRORRELATO: Unos dicen que un ejército de jinetes, otros que una tropa de soldados, otros que una escuadra de navíos es lo más hermoso sobre la tierra; en cambio, yo digo que aquel que uno ama, concluyó una joven entusiasta por los poemas pero altamente tímida, mientras miraba a los ojos a una chica extrovertida y bella. Era evidente qué su corazón latía por Lucía. De todos los poemas que pudo seleccionar, se decantó por uno de Safo, el cual daba indicios claros de su amor contundente hacia la chica de ojos azulados.


CITA PROPUESTA POR VANSH: «Todos los caminos llevan a algún lugar, pero ninguno vuelve.», extraída de Rayuela, de Julio Cortázar.

MICRORRELATO: Nos despedimos en la estación, cada uno viajaba en un tren diferente. Mientras el silbato indicaba la salida, me dijiste: Todos los caminos llevan a algún lugar, pero ninguno vuelve. Quise responder, pero ya no dio tiempo. Desde entonces, en cada esquina, en cada calle, busco el rastro del destino al que nos llevaban esos caminos que no saben de retorno.


CITA PROPUESTA POR OLGA B.: «El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río», extraída de Nueva refutación del tiempo, de Jorge Luis Borges.

MICRORRELATO: Mientras contemplaba el atardecer en la orilla del lago, recordé las palabras de mi abuelo: El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río. Esa tarde, las sombras se alargaban, y la brisa suave acariciaba mi piel, como un eco de su voz. Cerré los ojos, dejando que los recuerdos se entrelazaran con el murmullo del agua, y por un instante, el pasado y el presente danzaron juntos en un eterno susurro.


CITA PROPUESTA POR MARÍA: «Los amigos: una familia cuyos individuos se eligen a voluntad», extraída de Las avispas, de Alphonse Karr.

MICRORRELATO: Al lado de mi amigo, llorándole por un problema que tuve con mi padre, le comenté que ya ni la mayoría de mi familia me comprende y que a veces me sentía sola. En ese momento, él me intentó animar diciéndome Los amigos: una familia cuyos individuos se eligen a voluntad y que él continuaría a mi lado escuchándome y apoyándome en cualquier situación. Me sequé las lágrimas y lo rodeé con mis brazos mostrándole mi gran afecto.


CITA PROPUESTA POR OLGA C.: «Siempre te llevaré en mi corazón, aunque el tiempo nos separe», extraída de El cuaderno de Noah, de Nicholas Sparks.

MICRORRELATO: Ese día llevé a Nina al veterinario. Esperé ansiosamente a que saliera el albéitar y me dijera que todo había salido como esperaban, pero no fue todo como pensaban los médicos. Al comunicarme la noticia, se me vino el mundo encima. No supe cómo reaccionar ante esa situación, quedé en shock, el mundo se me desvaneció.

Aquel día al llegar a casa nada era como antes, mi gata ya no me esperaba en la puerta como siempre hacía, ya no correteaba junto a mí y, lo que era más doloroso, ya no me hacía esa compañía tan necesaria, que tanta falta me hacía en aquel preciso momento.

Pasaron semanas y al pasar por el patio donde descansaban sus cenizas, debajo de un bonito cerezo, solía repetir Siempre te llevaré en mi corazón, aunque el tiempo nos separe.


CITA PROPUESTA POR JOEL: «Those who foolishly sought power by riding the back of the tiger ended up inside», extraída del  discurso inaugural de John Fitzgerald Kennedy (20 de enero de 1961).

MICRORRELATO: El presidente Hernández observaba la cumbre mundial con el ceño fruncido. Su homólogo del país vecino, el arrogante presidente Arévalo, había pasado toda la reunión interrumpiendo y sugiriendo políticas que él despreciaba.

—¿Qué dices, Hernández? ¿Aceptas el acuerdo o te quedarás en el pasado?

Hernández respiró hondo y con voz firme, respondió:

—En el pasado aquellos que locamente buscaron el poder cabalgando a lomos de un tigre acabaron dentro de él.

Arévalo, sorprendido, enmudeció. No había respuesta para esas palabras, cargadas de una advertencia silenciosa.


CITA PROPUESTA POR NICOLE: «Algunas veces, las personas usan las palabras para ocultar lo que sienten», extraída de La lección de August (Wonder), de R. J. Palacio.

MICRORRELATO: Sentados en un banco del parque, todo parecía normal. Hablaba rápido y contaba historias con entusiasmo, pero sus ojos nunca sonreían. «¿Estás bien?”», pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Se encogió de hombros, miró al suelo y sonrió falsamente. Entonces me acordé de algo que leí en un libro no hace mucho: Algunas veces las personas usan las palabras para ocultar lo que sienten.

Ella suspiró y en silencio cogí su mano. «No necesitas decir más».


CITA PROPUESTA POR ROCÍO: «Hay que saber vivir para uno mismo, hay que estimar la vida, la vida que pasa alegre y fugaz, como una danza», extraída de La alegría que pasa, de Jacinto Benavente.

MICRORRELATO: Al lado del río, en medio de una tarde de verano, Marta se paró, contemplando los reflejos dorados que bailaban en la superficie del agua. Hacía años que no se daba permiso para sentir aquella paz, para pararse y disfrutar del momento, como si la prisa siempre fuera su única compañera. Un hombre viejo, sentado en un banco próximo, le sonrió mientras hacía un gesto como si le pidiera que se sentara con él. Marta dudó un instante, pero decidió aceptar.

—La vida no se espera  —dijo él—. Y es demasiado breve para por no estimarla, ¿sabes? Hay que saber vivir para uno mismo, hay que estimar la vida, la vida que pasa alegre y fugaz, como una danza.


CITA PROPUESTA POR NAIALA: «No hay libro tan malo que no tenga algo bueno», extraída del Quijote II,3, de Miguel de Cervantes.

MICRORRELATO: Bajo la pequeña sombra de un manzano, nos encontrábamos Carlota y yo reflexionando mientras merendábamos. Ella me comentaba que llevaba unos días sin ganas de nada, decaída. El último año de Bachillerato la tenía consumida, y además, consideraba que las lecturas obligatorias eran una carga muy pesada. Yo no podía hacer nada para cambiar eso, pero intenté animarla diciéndole que No hay libro tan malo que no tenga algo bueno. Se quedó pensativa unos segundos, pero acabó sacando una pequeña sonrisa.


CITA PROPUESTA POR ONA: «No hay libro tan malo que no tenga algo bueno», extraída del Quijote II,3, de Miguel de Cervantes.

MICRORRELATO: Los minutos pasaban más lentos, o eso pensaba Emma al leer su primera lectura obligatoria del segundo año de instituto. Sentada en la butaca del comedor, la chica encontraba más interesante ver cómo el viento movía ligeramente las hojas a través de su ventana, que las páginas del libro que tenía delante. Cansada de ese tormento, decidió desistir y, mientras guardaba la novela en su mochila, exclamó: «No soporto este libro». Su abuela, una apasionada de la lectura que perdía la noción del tiempo cuando se adentraba en sus relatos favoritos, le respondió: No hay libro tan malo que no tenga algo bueno.


CITA PROPUESTA POR LINDSEY: «La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino por falta de significado y propósito», atribuida a Viktor E. Frankl, autor de El hombre en busca de sentido.

MICRORRELATO: Siento que constantemente espero algo que no sé siquiera si llegará.  Durante estos tres años he estado buscando la manera de excusar mis pensamientos y mi manera de actuar. Busco el razonamiento que me haga comprender las cosas. He llegado a la conclusión de que La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino por falta de significado y propósito.


CITA PROPUESTA POR ANDREA: «Le solté la muñeca como si me quemara, y enseguida me volví hacia cualquier punto que no fuera ella», extraída de La alegría que pasa, de Joana Marcús

MICRORRELATO: Entonces Clara vio cómo le solté la muñeca como si me quemara, y enseguida me volví hacia cualquier punto que no fuera ella, y, al fijarme bien, tenía un corrillo de personas que con solo ver sus miradas ya sabía lo que rondaba por sus mentes. Pero en ese momento no me importaba nada más que Clara. Ccorrí hacia ella esperando que me perdonara, y, sin embargo, recibí tal rechazo que hasta oí a mi corazón romperse en mil pedazos.


CITA PROPUESTA POR SOFIA: «Mejor es tener amigos prudentes que hermosos», atribuida a san Agustín por Juliana Panizo Rodríguez.

MICRORRELATO: Estábamos los dos teniendo una conversación de lo más profunda, hablando de nuestro pasado. Yo le miraba con ojos de enamorada, aunque él eso no lo sabía. Yo le contaba mis inseguridades, miedos y penas. Él, para consolarme, me dijo lo siguiente que mejor es tener amigos prudentes que hermosos (refiriéndose a mí como a su amiga). Más que consolarme, lo que acababa de hacer era llamarme fea y dejarme claro que no me veía más que como a una mera amiga. Los ojitos de enamorada se esfumaron al instante y después de aquel día no le volví a ver de la misma manera.

Esta misma mañana

Esta misma mañana Blanca ha roto aguas mientras desayunaba en la cocina de su casa; ha telefoneado a su marido, que estaba en el taller; ha subido a un taxi y se ha ido camino del hospital, adonde ha llegado en el preciso instante en que a Pau le daban el alta médica y se disponía a prepararlo todo para volver a su casa con la intención de reinstalarse y empezar a estudiar para los exámenes trimestrales de la facultad.

Cuando Pau ha llegado a la placita que queda delante de su edificio, ha visto cómo Emma, Laieta y Jan se levantaban del arenal y corrían hacia los columpios mientras sacudían sus manos contra los pantalones para librarse de buena parte del polvo acumulado durante el juego. El banco de madera que queda bajo el platanero, sin embargo, estaba vacío, nadie estaba sentado en él. Tal vez, el señor Mateo todavía no había acabado su habitual partida de cartas.

También ha sido esta misma mañana cuando Ania ha roto aguas, pero ella no se hallaba en su casa, porque su casa, varios miles de kilómetros más hacia el este de Europa, se había convertido en un amasijo de cemento, hierro y desolación después de que un misil la hubiese hecho saltar por los aires. Ania tampoco ha podido coger un taxi para ir al hospital, porque allí, tan lejos de cualquier metro cuadrado reconocible, en una tierra que no parece ser de nadie, la opción de parir se acaba pareciendo demasiado a la de cerrar una herida de bala. Lo que sí ha podido hacer Ania ha sido telefonear a su marido, que no va por el taller desde hace una semana porque ha cambiado las herramientas por las armas, y que no va a poder acudir a conocer a su bebé porque la metralla recibida en una ingle lo tiene postrado en la desvencijada camilla de un improvisado hospital de campaña.

Ania acabará pasando su puerperio entre la desolada muchedumbre que avanza en fila camino del exilio. Tal vez cerca de ella, formando parte del cruel éxodo, se encontrará Pavel, un joven que ha dejado de estudiar para unos exámenes trimestrales que ya no tiene que encarar. Tal vez también, allí mismo, estarán Uliana, Svetlana y el pequeño Andrei, quienes, conforme al pasar y el pesar de los días, cada vez juegan y corretean menos. Y frente a ellos, el señor Artem los mira con una reciente y sin embargo eterna melancolía en sus ojos. Seguramente, este vejete bonachón se hubiese sentado en un banco de madera, de haberlo habido bajo algún platanero. Quién sabe qué habrá sido de sus viejos amigos, aquellos con los que solía jugar tranquilas partidas de cartas.

Ni una más

Lo había conocido una tibia tarde de otoño, a la hora mágica en que el sol doraba, malheridas en los árboles o muertas en las aceras, las hojas caducas de los plataneros del vecindario. Se enamoró enseguida de sus ojos de hombre y su boca de hombre, de sus pies de hombre y sus manos de hombre. Luego vendrían la mirada y los susurros, el andar y las caricias, y ese cuidado exquisito que él iba a poner en todo lo que fuese destinado a ella.

Siete otoños habían acontecido desde entonces. Y siete inviernos, siete primaveras y seis veranos. Y algunas discusiones. Y algunas manos alzadas también. Resultaba difícil ahora saber en qué estación de qué año se alzó la primera antes de caer con violencia y lacerar su rostro asustado. «Con lo que yo te quiero», dijo aquella primera vez y las que la sucedieron.

«Con lo que yo te quiero», le había oído decir también ahora, mientras notaba cómo le faltaba el aire, cómo se comprimían sus carótidas y se aplastaba su tráquea bajo la presión animal de aquellas manos, las mismas de las que ella se había enamorado una vez, durante cierto otoño de hojas muertas en las aceras.

Hojas muertas, de Gonzalo Montesierra

… «Y dejó de escribir» (versiones de un microrrelato)

... «Y dejó de escribir». MICRORRELATOSUna belleza que nadie podrá palpar

VERSIÓN PRIMERA (original de Liana):

 ➡ Érase un escritor de literatura fantástica cuyo objetivo era demostrar y explicar la belleza intangible.

Éste, un día lluvioso, vio la luz, y no es que saliera el sol, ni que se preparara el escritor para ir con Dios, sino que la vio a ella, tan bella y reluciente cual ángel bajando del cielo. Tanta fue la admiración por la muchacha, que se enamoró de ella, pero no por su belleza externa, sino por la interna, esa belleza intangible que la hacía especial, única…

El escritor, enamorado, dejó de escribir aventuras fantásticas pues, a su lado, tenía a la mayor de todas, y gracias a ella no le hacía falta viajar muy lejos para vivir fantasías.

VERSIONES SEGUNDA Y TERCERA (originales de Tania):

 ➡ Dejó de escribir fantasía cuando su mente sólo podía imaginarla a ella.

➡ Para qué imaginar mundos nuevos, si este es perfecto junto a ella.

VERSIÓN CUARTA (original de Laia):

➡ ¿Por qué?  Porque, al verte, supe que eras tú mi única razón.  Ya no hace falta imaginarte,  porque te tengo.  Te miro,  te huelo,  te siento… Eres mía. Qué loco seria imaginar otro mundo sin tus caricias, sin tus besos, sin tus susurros.  Insólito sería imaginar algo más perfecto que un mundo sin ti, si eres tú un mundo perfecto para mí.

 VERSIÓN QUINTA (original de Khadija):

 ➡ Leía en el periódico: “El famoso escritor de fantasía Castle deja de escribir”. Cerré los ojos e imaginé que no podía ser por otra cosa que no fuese que su afición le llevara a fantasear un mundo sin ella.

 VERSIÓN SEXTA (original de Matías):

 ➡ Era el primer atardecer de agosto y Antonio, como cada día, fue a dar un paseo por el parque que más cerca estaba de su casa, aprovechando el viaje para comprar el periódico deportivo que a su padre le gustaba leer por las noches. Un hombre con una vida monótona pero agradable, como él, no se imaginaba lo que le esperaba en unos instantes.

Una chica joven, con su llamativa bicicleta, tropezó con un banco de aquel parque. Antonio, preocupado, fue velozmente a socorrerla y, al ver su rostro, no deseó nada más desde aquel momento. Era de repente, lo que más necesitaba y sin quererlo, Antonio, se había enamorado perdidamente de ella.

 VERSIÓN SÉPTIMA (original de Pooja):

 ➡ Era un viernes muy tranquilo, muy normal, otro más. Necesitaba salir fuera, necesitaba relajarme. Pero nunca tuve la idea de que, al salir fuera, perdería la cosa que más he estado amando, que es escribir, escribir y escribir y conseguiría el amor de mi vida, a mi amada.

Por esta razón volvieron las moscas

Por esta razón volvieron las moscas

En el santoral, el 29 de octubre se halla consagrado a san Narciso, patrón de la ciudad de Gerona. Y la creencia popular dicta que, en este su día, el santo se lleva a todas las moscas que quedan.

A continuación, podéis leer esta original leyenda de Alexandra Petrescu (3A3), la cual viene a dar explicación de por qué, en realidad, después del día de ayer, todavía sigue habiendo moscas que sobrevuelan nuestras cabezas:

En Gerona, vivía una familia que tenía dos hijos. Al más pequeño no le gustaba mucho jugar con sus juguetes, pero le apasionaba salir a cazar moscas y jugar con ellas sin hacerles ningún mal. Cuando se enteró de que San Narciso se las estaba llevando todas, pensó en hablar con él para poder volver a cazarlas y no dejar de jugar con ellas jamás. El trato que decidieron San Narciso y el pequeño fue que el santo le iría guardando, en una casita de un bosque, algunas moscas; pero, poco a poco, para que así ninguno de los ciudadanos se enterara. Además, el pequeño ya tendría cuidado de que nadie le descubriera.

Todos los días iba a jugar con ellas, disfrutando de cada momento, hasta que un día vio que era demasiado tarde y debía regresar a casa. Con rapidez, salió de la casa dejando la puerta entreabierta. A la mañana siguiente, toda Gerona estaba llena de moscas. Y hoy en día el pequeño ya no puede hacer nada para volver a encerrarlas.

Microrrelatos (1A2)

Este pasado Sant Jordi, se convocó un concurso de microrrelatos en los cuales debía figurar la expresión “En aquel momento, decidió que, cuando volviese a verlo/la, le sonreiría”. Muchos sois quienes redactasteis vuestro microrrelato como ejercicio de clase, pero que, con posterioridad, no lo presentasteis a concurso. Como quiera que la mayoría son de una calidad destacable, he querido seleccionar algunos para mostrarlos aquí. Son estas tres excelentes joyitas literarias:

Ella era simpática, guapa, amable; era la chica perfecta. Él no la conocía, pero estaba fascinado. Un día, chocaron; a la chica, se le cayeron los libros; los dos juntos los recogieron. En aquel momento, decidió que, cuando volviese a verla, le sonreiría. (Guillem Sánchez).

Y él sintió que, sin ella, sus abrazos estaban vacíos; que, sin ella, sus ojos no tenían qué mirar. En aquel momento, decidió que, cuando volviese a verla, le sonreiría. (María Rodríguez).

Él decidió que, cuando volviese a verla, le sonreiría; pero no se atrevió. (Laia Ramos).

“El robo de mi herencia”, por María Rodríguez (1A2)

El otro día, en clase de lengua castellana, todos los alumnos se convirtieron por unos momentos en Dashiell Hammett, Agatha Christie o Raymond Chandler. Cada cual redactó su propia historia acerca de un robo. Esta que a continuación puede leerse es la de María. Con ella, la autora trata de dejar claro que  la violencia nunca puede ser la solución.

«Me han robado 2.000.000 €. Tengo que recuperar lo que me han robado porque era toda la herencia que poseía.

Tenía un sospechoso. ¿Podría haber sido mi cruel hermano? Él estaba muy celoso, ya que yo me llevaba más parte de la herencia. Seguí a mi hermano a todas partes, siempre tenía un disfraz puesto (de policía, de cocinero…); pero un día mi hermano se mudó y, como no tenía confianza con él, no supe dónde estaba, así que le perdí la pista. No obstante, gracias a mi sobrino, con el que sí tenía mucha confianza ya que hablábamos a escondidas de mi hermano, supe donde vivía.
Llegó el día de enfrentarme a mi hermano. Nos batimos en duelo con una pistola cada uno. Mi hermano, muy astuto, intentaba despistarme; pero no pudo. Después de dos horas de combate, lo maté y pude recuperar los 2.000.000 €. Sin embargo, su mujer, envidiosa de que me llevase los 2.000.000 €, me disparó y me mató».