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La pregunta de la semana (16)

En el octavo episodio de la segunda temporada de Castle, el capitán Montgomery barrunta que el candidato al Senado con quien departe está a punto de exigirle una condición a cambio de su colaboración en la investigación de un caso en el que se halla involucrado:

—Y supongo que ahora viene un pero.
—Un pero, no; un sin embargo.

¿Tiene sentido el matiz diferencial que intenta establecer el candidato en su respuesta al capitán? 

Se trata de unidades léxicas distintas: pero es una palabra, mientras que sin embargo es una locución. Funcionalmente, la primera es una conjunción coordinante, obligada a aparecer entre dos periodos oracionales adversativos, mientras que la segunda es de carácter adverbial y puede aparecer en cualquier posición. Esta diferencia funcional es la que permite la coaparición de ambos elementos en un mismo enunciado.

Ahora bien, el uso de la conjunción adversativa pero junto a locuciones adverbiales que hacen las veces de conectores discursivos contraargumentativos como sin embargo (u otros como no obstante o en cambio) resulta pleonástico o, como mucho, enfático. Así pues, entre ellos, no hay matiz diferencial que justifique la aclaración que hace el candidato al capitán de la policía.

¡Cuidaos mucho!

Imagen de Renate Köppel en Pixabay

Probablemente, todos los alumnos que leáis esta entrada del blog seáis conscientes de la cantidad supina de veces que os he tenido que corregir el uso espurio del infinitivo verbal en sustitución del modo imperativo. Quién de vosotros no ha intentado alguna vez echarme un cable al inicio de una clase pidiendo a los compañeros silencio, ¡callaros, por favor!, o circunspección, ¡sentaros de una vez! Y ahí estaba yo, corrigiendo el callaros con un callaos o el sentaros con un sentaos.

Durante estos días, y, aplicándonos al cuento de lo dicho en el párrafo precedente, tenéis ocasión de demostrar que las clases de lengua valen para mejorar el uso que de ella hacemos. Seguramente, son muchas las oportunidades que os está brindando esta alarma sanitaria para que, a través del teléfono o las redes sociales, deseéis al prójimo (¡qué palabra tan hermosa, en su tercera acepción) que mantenga su salud tanto física como mental. Yo mismo lo hago con vosotros, bien lo sabéis, en los cc. ee. que nos cruzamos durante estos días de teletrabajo: Cuidaos, por favor, suelo deciros.

Y recordad que la única excepción a la caída de la -d ante el enclítico de los verbos pronominales en las formas de 2.ª pers. pl. del presente de imperativo se da en el verbo ir, cuya forma recomendable es idos, aunque, desde 2017, la RAE admite también la forma iros.

En fin, queridos alumnos, quedaos en casa y cuidaos mucho mientras yo me quedo en la mía echándoos de menos. ¡Ah!, y, si habéis de salir por alguna circunstancia de necesidad, lavaos bien las manos a la vuelta.

Recorte de prensa (1)

Esta pretende ser la primera de una serie de entradas en que ir siguiendo esporádicamente aquellas expresiones aparecidas en la prensa que pueden invitarnos a una reflexión gramatical. No entraremos nunca a debatir ideológicamente los contenidos de las noticias seleccionadas, pues no es nuestro propósito.

Empecemos ya.

Durante estos días, la prensa se está ocupando de informar y opinar acerca de la posible falsificación del máster de Cifuentes. En concreto, hoy, el diario Infolibre se hace eco de una noticia publicada por El Confidencial en que, planteando una presunta falsificación de firmas, se dice, en la misma cabecera de la noticia, que «El catedrático responsable del máster, Enrique Álvarez Conde, se reunió este martes con las tres profesoras que supuestamente firmaron ese acta en el despacho de un abogado “para tratar de pactar una versión común”».

Al lector, puede asaltarle la duda de si el despacho de un abogado es el lugar en que las tres profesoras firmaron supuestamente el acta o donde el catedrático se reunió con ellas. El sentido común parece apuntar a esta última posibilidad, puesto que la firma de actas universitarias no requiere la presencia de un abogado, mientras que, para pactar una versión común ante posibles querellas criminales, sí parece oportuno disponer de los consejos de un letrado. De hecho, en el desarrollo de la noticia, puede volver a leerse esta información, expurgada de manera que no deja lugar a la ambigüedad: «El catedrático responsable del máster, Enrique Álvarez Conde, se reunió este martes con las tres profesoras en el despacho de un abogado “para tratar de pactar una versión común”».

¿Por qué se produce este vicio anfibológico en el primer redactado, pero no en el segundo? ¿Podría haberse evitado sin la pérdida de información del segundo redactado?

Para intentar dar respuesta, conviene simplificar la estructura oracional y fijar nuestra atención en la parte diferencial (en verde). Prescindamos, pues, del complemento de finalidad pospuesto y del sujeto antepuesto: “Se reunió este martes con las tres profesoras que supuestamente firmaron ese acta en el despacho de un abogado”. Si observamos bien, vemos cómo, entre el CCL y el verbo reunir(se), al que complementa, se ha intercalado una proposición de relativo, cuya función es CN del núcleo “profesoras”. Ello hace que ahora el CCL quede próximo al verbo de esta subordinada y que nuestro cerebro tienda a procesarlo como posible complemento suyo. Para evitar esta anfibología sin necesidad de suprimir nada de la estructura oracional, el periodista podría haber ubicado como último complemento del verbo principal aquel que contiene la oración de relativo: «El catedrático responsable del máster, Enrique Álvarez Conde, se reunió este martes en el despacho de un abogado “para tratar de pactar una versión común” con las tres profesoras que supuestamente firmaron ese acta». Nótese que, con esta nueva disposición de los elementos oracionales, se introduce una nueva variación en la complementación, pues el SP “con las tres profesoras…” se subordina, sintácticamente, al verbo “pactar” y no al verbo “reunir(se)”. No obstante, con ello, no se da conflicto semántico alguno.