Este domingo, como cada 9 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Tortilla de Patata(s), un alimento que, según un reciente estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), es el segundo plato preferido de los españoles, solo por detrás de la paella y por delante del jamón serrano. Tratándose de un plato tan del gusto del consumidor, no resulta extraño que sea pasto de acérrimas discusiones: ¿hecha o poco hecha?, ¿conn cebolla o sin cebolla?… Como lingüistas, la cuestión que a nosotros más nos incumbe es la de cómo hemos de llamarla: ¿tortilla de patatas o tortilla de patata?
Las dos opciones son válidas. En plural, se hace referencia a varios ejemplares del tubérculo, dado que es habitual que las tortillas se preparen con una pluralidad tanto de huevos como de patatas. En singular, sin embargo, el sustantivo patata se utiliza como nombre incontable de materia o sustancia.
Dicho esto, cabe no olvidar que, para la mayoría de hispanohablantes (América, Canarias, Andalucía atlántica…), las patatas son papas, de ahí que el DLE remita la definición de aquellas a la entrada de estas. Las búsquedas acotadas en Google de “tortilla de papas” y de “tortilla de papa” ofrecen una estadística pareja, en torno al medio millón de resultados cada una; no así, entre “tortilla de patatas” (6 730 000 resultados en 28 s) y “tortilla de patata” (1 480 000 resultados en 24 s). A partir de estos números, no resulta arriesgado aventurar que este plato es propio de la Península más que de allende, de ahí que también suela denominarse tortilla española (776 000 resultados en 28 s).
Dejaremos para otra ocasión la aclaración de por qué las papas se llaman patatas…, aunque ya podemos adelantar que la culpa de ello la tienen otros tubérculos: los camotes, moniatos o batatas.