Monthly Archives: marzo 2025

La pregunta de la semana (17)

Variación de una imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Todos sabemos que la entonación propia de las preguntas, en la lengua escrita, se marca mediante signos de interrogación. Ahora bien, todo aquel que ha aprendido la distinción entre preguntas directas e indirectas sabe que estas últimas no se marcan mediante tales signos. Lo que tal vez no sea tan conocido es que no siempre las preguntas directas quedan marcadas en la escritura. ¿Sabrías decir en qué casos una pregunta directa no se encierra entre signos de interrogación?

Tal como recoge la OLE, existen dos casos en que el escritor puede no atenerse a la regla general según la cual las oraciones interrogativas directas se escriben siempre entre signos de interrogación. Obviamente, aunque no se mencione explícitamente en la obra académica, ambas excepciones corresponden a interrogativas directas de tipo parcial, no total:

a) Pueden omitirse los signos de interrogación en enunciados interrogativos independientes que constituyen el título de una obra, un capítulo o cualquier otra sección de un texto: “Cómo escribir bien en español”; “Qué es lo «moderno» en lexicografía”. Es igualmente posible escribir los signos de interrogación en estos casos: “¿Qué es el estructuralismo?”.

b) A veces se omiten los signos de interrogación en las interrogaciones retóricas, como “Dónde vas a estar mejor que aquí”, en las que no se formula una verdadera pregunta, sino que se expresa indirectamente una aseveración (‘en ningún sitio vas a estar mejor que aquí’). No hay motivos para censurar la ausencia de los signos de interrogación en estas expresiones, aunque en el uso general suelen escribirse.

Dejaremos para otra ocasión comentar la peculiaridad ortográfica que supone tener un signo de apertura interrogativo. Aunque, sensu stricto, el castellano no es el único idioma en que podemos verlo escrito.

La pregunta de la semana (16)

En el octavo episodio de la segunda temporada de Castle, el capitán Montgomery barrunta que el candidato al Senado con quien departe está a punto de exigirle una condición a cambio de su colaboración en la investigación de un caso en el que se halla involucrado:

—Y supongo que ahora viene un pero.
—Un pero, no; un sin embargo.

¿Tiene sentido el matiz diferencial que intenta establecer el candidato en su respuesta al capitán? 

Se trata de unidades léxicas distintas: pero es una palabra, mientras que sin embargo es una locución. Funcionalmente, la primera es una conjunción coordinante, obligada a aparecer entre dos periodos oracionales adversativos, mientras que la segunda es de carácter adverbial y puede aparecer en cualquier posición. Esta diferencia funcional es la que permite la coaparición de ambos elementos en un mismo enunciado.

Ahora bien, el uso de la conjunción adversativa pero junto a locuciones adverbiales que hacen las veces de conectores discursivos contraargumentativos como sin embargo (u otros como no obstante o en cambio) resulta pleonástico o, como mucho, enfático. Así pues, entre ellos, no hay matiz diferencial que justifique la aclaración que hace el candidato al capitán de la policía.

Primavera y poesía

Muy a menudo, primavera y poesía van de la mano. Por un lado, sucede que casi todo el mundo identifica, mediante una reducción simplista, poesía con poesía lírica, y poesía lírica con poesía amorosa. Por otro lado, la primavera está considerada unánimemente, según recurrencia de la emoción humana, como la estación del amor. Acaso lo uno y lo otro no sean sino lugares comunes de nuestra cultura; pero, en cualquier caso, helos siempre ahí.

Muy a menudo también, además de tratarse de dos conceptos que van de la mano, son dos realidades que nos llegan de la mano, pues el 21 de marzo es el Día Mundial de la Poesía y también la fecha más habitual del equinoccio de primavera en el hemisferio boreal. No en vano, las Naciones Unidas declararon que el día en que la naturaleza inicia oficialmente su florecimiento —es un decir; el cambio climático está provocando que la floración se adelante sobremanera— fuese el día en que se conmemora también «el florecimiento de las capacidades creadoras de cada persona».

Este año, sin embargo, la primavera ha venido —”nadie sabe cómo ha sido”— un día antes que la poesía. Exactamente, ha empezado en el mismo momento en que yo publico esta entrada, es decir, a las 10:01 (hora peninsular) de este domingo 20 de marzo. Bien…, qué más da: la coincidencia o el desfase no son relevantes; lo que verdaderamente importa es que una y otra, primavera y poesía, se nos instalen en las entrañas para el resto del año. Y vuelta a empezar.

Os invito a celebrar el advenimiento con la vigesima cuarta galería del alma machadiana, un poema en que el gran poeta sevillano vincula primavera y amor.

La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil…
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar…
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!

La pregunta de la semana (15)

En la consuetud del habla del alumnado, al profesor suele mencionársele mediante el acortamiento profe, término que, cada vez más se usa como sustantivo común en cuanto al género: el profe y la profe. Pero, además de profesora y de profe, ¿sabes cuántas formas de escritura posibles existen de este sustantivo femenino en castellano?

En tiempos de la EGB, y aun antes, era habitual que los escolares nos dirigiéramos a nuestras maestras con el apelativo señorita y que, en las conversaciones inter nos, transformásemos el término mediante apócope jergal en la seño. No obstante, llegados al instituto para cursar BUP y COU, nuestras docentes se convertían por birlibirloque en profas. Actualmente, sin embargo, tengo la impresión de que en la Primaria, la maestra se ha impuesto sobre la señorita y que, en la Secundaria, la profe lo ha hecho sobre la profa.

En cuanto a las distintas posibilidades de escritura que ofrece este sustantivo femenino, podemos establecer las siguientes:

  • forma plena: profesora
  • forma de acortamiento por apócope, común en cuanto al género: profe
  • forma de acortamiento por síncopa, con flexión femenina: profa
  • abreviatura: profa.
  • abreviatura de terminación volada: prof.ª

La pregunta de la semana (14)

Este domingo, como cada 9 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Tortilla de Patata(s), un alimento que, según un reciente estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), es el segundo plato preferido de los españoles, solo por detrás de la paella y por delante del jamón serrano. Tratándose de un plato tan del gusto del consumidor, no resulta extraño que sea pasto de acérrimas discusiones: ¿hecha o poco hecha?, ¿conn cebolla o sin cebolla?… Como lingüistas, la cuestión que a nosotros más nos incumbe es la de cómo hemos de llamarla: ¿tortilla de patatas o tortilla de patata?

Las dos opciones son válidas. En plural, se hace referencia a varios ejemplares del tubérculo, dado que es habitual que las tortillas se preparen con una pluralidad tanto de huevos como de patatas. En singular, sin embargo, el sustantivo patata se utiliza como nombre incontable de materia o sustancia.

Dicho esto, cabe no olvidar que, para la mayoría de hispanohablantes (América, Canarias, Andalucía atlántica…), las patatas son papas, de ahí que el DLE remita la definición de aquellas a la entrada de estas. Las búsquedas acotadas en Google de “tortilla de papas” y de “tortilla de papa” ofrecen una estadística pareja, en torno al medio millón de resultados cada una; no así, entre “tortilla de patatas” (6 730 000 resultados en 28 s) y “tortilla de patata” (1 480 000 resultados en 24 s). A partir de estos números, no resulta arriesgado aventurar que este plato es propio de la Península más que de allende, de ahí que también suela denominarse tortilla española (776 000 resultados en 28 s).

Dejaremos para otra ocasión la aclaración de por qué las papas se llaman patatas…, aunque ya podemos adelantar que la culpa de ello la tienen otros tubérculos: los camotes, moniatos o batatas.