Monthly Archives: enero 2025

La pregunta de la semana (13)

Hoy, como cada 27 de enero, se recuerda el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, una efeméride proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005. La elección de este día rememora la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, ocurrida hace ochenta años, el 27 de enero de 1945, cuando tropas soviéticas pusieron fin a uno de los mayores símbolos del Holocausto.

Año tras año, diversas encuestas ponen de manifiesto que un porcentaje alarmante de jóvenes europeos y estadounidenses tienen un gran desconocimiento del Holocausto y son incapaces de nombrar, por ejemplo, algún campo de concentración nazi o el número total de víctimas. Peor aún, son demasiados los que, desde el negacionismo, creen que el Holocausto es un mito.

En la pregunta de la semana, queremos contribuir a la lucha contra el olvido. Así, la cuestión que planteamos es la siguiente: ¿existe alguna diferencia semántica o pragmática entre los sinónimos holocausto, exterminio, genocidio, masacre y pogromo?

La pregunta de la semana (12)

Imagen de Joshua Amaro en Pixabay

Si en la pregunta de la semana anterior hablábamos de videojuegos, hoy vamos a hacerlo de videoconsolas. Al acudir a la entrada consola del DLE académico, nos encontramos, en su acepción tercera, con una definición sinonímica: una consola es una videoconsola, es decir, un ‘dispositivo electrónico que, conectado a una pantalla, permite jugar con videojuegos mediante mandos apropiados’. Ahora bien, ¿dirías que el sustantivo consola se crea por acortamiento a partir de videoconsola o, por el contrario, es este último el que se crea por composición a partir del elemento compositivo vídeo- y del sustantivo consola?

Para responder con rigor a la cuestión, resulta esclarecedor seguir la pista a la singladura de ambas voces en nuestro idioma.
El sustantivo consola, como tantos otros galicismos, se introduce en castellano durante el siglo XIX y, así, podemos encontrarlo ya en el lexicón de Ramón Joaquín Dominguez o en el de Gaspar y Roig, ambos publicados en 1853. Por su parte, la RAE lo recoge por primera vez en la úndécima edición de su diccionario, publicada en 1869. Por entonces la palabra era monosémica y hacía referencia únicamente a la ‘mesa hecha para estar arrimada a la pared’. La inclusión en el diccionario de vídeo, tanto la del sustantivo como la del elemento compositivo, no sucede hasta 1985 y no será hasta siete años más tarde, en el DRAE de 1992, cuando el sustantivo consola adquiera una segunda acepción: ‘dispositivo que contiene los instrumentos para el control y operación de una máquina’. Es en esta definición donde se halla el germen de la futura voz videoconsola, aparecida por vez primera en la vigésima segunda edición del DLE (2001) con el significado de ‘consola para videojuegos’. Finalmente, hay que esperar hasta 2006, año de la publicación del Diccionario esencial de la lengua española, para encontrar, añadida a la entrada consola, la tercera acepción de carácter sinonímico a que alude el enunciado de la pregunta de esta semana: videoconsola. Una vez concluida esta diacronía, el orden de las génesis léxicas queda patente: el hablante crea en primer lugar el compuesto videoconsola y, con posterioridad, mediante acortamiento (de manera análoga al que se da por ejemplo en autobús > bus), el sustantivo preexistente consola adquiere un nuevo significado.

La pregunta de la semana (11)

Imagen de Andrew Martin en Pixabay

Si os portasteis bien durante el 2024, muy probablemente, SS. MM. los Reyes de Oriente os habrán traído regalos en vez de carbón. Y si, como cabe esperar y desear, no habéis perdido por completo al niño que todos llevamos dentro, es posible que alguno de esos regalos haya sido un juguete. A mí, por ejemplo, me han traído el videojuego Lego Star Wars. Aunque…, ahora que lo pienso, difícilmente lo llamaría juguete. Juego, sin más, sí; pero no juguete. ¿Lo es, realmente? ¿Existe alguna diferencia entre un juego y un juguete?

Agarremos el diccionario (aunque poca literalidad queda ya en eso de agarrarlo, ahora que cuasi todo lo consultamos en línea). A propósito de juguete, en él se dice que se trata de un objeto: o bien aquel con el que los niños juegan y desarrollan determinadas capacidades (un peluche, un coche teledirigido, una muñeca…) o bien aquel otro que sirve para entretenerse (un palo de mascado para el perro…). En cuanto a juego, sustantivo ampliamente polisémico, el lexicón nos ofrece acepciones relacionadas con una actividad, una práctica, un ejercicio… Así las cosas, podemos ejemplificar la diferencia diciendo que la pelota es un juguete con el que practicar distintos juegos: fútbol, balón prisionero… De hecho, hay numerosos juegos, que lo son en tanto que ejercicios recreativos sometidos a reglas, los cuales se practican sin juguete alguno: escondite, pillapilla, gallinita ciega…

También es cierto que, por juego, podemos entender aquel ‘conjunto de elementos necesarios para practicar un juego’. En este sentido, el parchís, el ajedrez y tantísimos juegos de mesa, a pesar de que podamos haberlos incluido en nuestra lista de juguetes para Reyes, son más un juego que un juguete. Resulta lógico, pues, en sí, el tablero solo no sirve de entretenimiento, como tampoco sirve de entretenimiento cada una de las fichas del juego o, si es el caso, el cubilete o el dado.

Llegados a este punto, podemos compreder por qué los videojuegos no entran fácilmente en el concepto juguete. Por un lado, tal como hemos visto que sucede con el juego del parchís, en sí, de manera aislada, no jugamos con el objeto físico que es la consola; tampoco con la pantalla, el mando o la tarjeta de memoria, por separado; lo hacemos mediante el conjunto de ellos. Y, por otro lado, cuando empezamos una partida, lo que hacemos es un ejercicio recreativo o de competición sometido a reglas y en el cual se gana o se pierde, es decir nos enfrascamos en un juego.