¿Por qué cuando alguien se desentiende de algo o finge que no lo entiende decimos que se hace el sueco y no el noruego?
En primer lugar, hacerse el sueco es una locución verbal, por lo que se trata de una expresión formada por la combinación fija de varios vocablos que funciona como un verbo. El hecho de ser una combinación fija impide que se puedan cambiar los elementos que la componen. Por otro lado, la voz sueco que forma parte de esta locución no es el gentilicio relativo a Suecia, sino, como se verá más adelante, la evolución del étimo latino soccus ‘zueco’, por lo que la expresión nada tiene que ver con la geografía y la cultura escandinavas que comparten suecos y noruegos.
José María Sbarbí, en su Diccionario de refranes, adagios, proverbios modismos, locuciones y frases proverbiales de la lengua española (1922) explica lo siguiente acerca de la susodicha locución: «Dícese de la persona que por más cargos o reflexiones que se le hagan, es lo mismo que si se las hicieran a la pared. Con alusión a ser el disimulo y la envidia cualidades características de la clase del pueblo en Suecia, según informes de los viajeros más autorizados y fidedignos». Tal explicación no deja de ser un tanto peregrina, pues, además de ser pura conjetura, el sentido de la locución poco tiene que ver con el disimulo y nada con la envidia aludidos.
Existe un amplio consenso a la hora de proponer soccus como étimo de sueco. Así figura, por ejemplo, en el DLE, en el Breve diccionario etimológico, de Joan Corominas, o en el compendio paremiológico del erudito académico José M.ª Iribarren El porqué de los dichos. El soccus era un tipo de calzado que llevaban los cómicos del teatro romano antiguo y que posteriormente, ya durante el medioevo, dio nombre al zapato de madera tosco y de una pieza que campesinos y frailes llamaban soccos en el habla de entonces y zuecos desde principios del s. XVI. No obstante, en latín medieval se desarrolló también un socca-soccus con el significado de ‘tocón, tronco o tarugo’, término que numerosos etimólogos derivan de una hipotética voz celta *tsucca. Sea por intromisión prerromana o por ampliación semántica de la voz latina, el hecho es que quien se hace el sueco pretende no enterarse, tal como si fuese un trozo de madera. Hacerse el sueco vale tanto como hacerse el despistado o, en cierto modo, hacerse el tonto, y al tonto, como a los trozos de madera, les llamamos tarugos o zoquetes (palabra también procedente de soccus). De manera análoga, el catalán posee la voz soca, que como sustantivo significa ‘tronco de árbol’ y como adjetivo, ‘de entendimiento obtuso’, y, en estrecha relación con ello, el castellano atesora en el semiolvido el uso coloquial de la locución hacerse el soca, equivalente a ‘hacerse el tonto’.