Día Mundial del Medio Ambiente (enfoque lingüístico)

Imagen de Juanjo en Flickr

Hoy, como cada 5 de junio desde 1973, se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente (DMMA). La fecha sirve para sensibilizar a la población mundial acerca de la importancia de cuidar los ecosistemas y fomentar el respeto al medioambiente, algo que deberíamos tener grabado a fuego en nuestro desarrollo como civilización y que, sin embargo, necesita de una efeméride para ser recordado.

Desde un punto de vista lingüístico, la expresión Medio Ambiente, tal como la vemos escrita en el título de esta entrada, puede parecer un nombre propio debido a las mayúsculas iniciales con que se escribe. De hecho, tal uso se debe precisamente a que forma parte de un nombre propio, en concreto el de una denominación de carácter oficial y sabido es que los nombres de los días internacionales se escriben con mayúscula en los términos relevantes que lo componen. Con todo, medioambiente es un nombre común.

Otro rasgo que caracteriza a este nombre es su proceso de creación morfológico: se trata de un compuesto formado a partir de la unión del sustantivo (no del adjetivo) medio y del sustantivo ambiente. En un primer momento, su ortografía correspondió a la forma pluriverbal de un compuesto sintagmático, es decir, las palabras formantes mantuvieron su separación (medio ambiente). Así lo incluyó el DLE por primera vez en su edición de 1984. Por cierto, esta fecha de inclusión, que podríamos considerar más o menos reciente en la longeva diacronía de nuestra lengua, no es suficiente, sin embargo, para seguir considerando el término a día de hoy un neologismo, por cuanto su uso se ha generalizado notoriamente. 

Sabido es que las palabras que pierden su acento prosódico por pronunciarse junto a otras tienden a escribirse unidas, motivo por el cual, por ejemplo, el compuesto arco iris o la locución boca arriba forman arcoíris y bocarriba, de acuerdo con la Ortografía de la lengua española. De ahí que en la edición actual del lexicón académico se haya añadido la entrada medioambiente, como corresponde a esta tendencia idiomática.

Cierto es también que la opción pluriverbal de estos compuestos sigue estando muy extendida en la escritura y acaso pueda ser aún la mayoritaria, razón por la cual conserva aún la definición en el DLE, en detrimento de la opción univerbal. En efecto, si uno busca medioambiente en el DLE, no hallará la definición del término, sino una llamada para acudir a la entrada medio ambiente, incluida dentro de la de medio, voz simple que por sí sola ya posee el significado de ‘medioambiente’. A este respecto, cabe señalar que la creación del compuesto escapa a la tendencia natural de simplificar la comunicación, tal como ejemplifican los distintos acortamientos (cine, por cinematógrafo; bus, por autobús…) y elipsis (postal, por tarjeta postal; capital, por ciudad capital...), frecuentes en la lengua. Sin duda, la necesidad de crear el nombre medio ambiente —o medioambiente— en sustitución del nombre simple medio se debe a la vasta polisemia de este: actualmente, el diccionario ofrece treinta y siete —o treintaisiete— acepciones repartidas en su uso como adjetivo, adverbio y nombre, y en un mundo finisecular urgido de soluciones ecológicas, resultaba indispensable desambiguar y resaltar las circunstancias del medio ambiente frente a las de los medios cultural, social o físico.

Para concluir, cabe hacer un par de precisiones: una, que tanto el DPD académico como la Fundéu recomiendan el uso de la forma univerbal medioambiente; dos, que el plural de esta forma es medioambientes —cuyo adjetivo derivado es medioambiental, también en una sola palabra—, mientras que el de medio ambiente es medios ambientes.

Feliz DMMA. Honremos la efeméride hoy y siempre.

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