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El olivo y los aceituneros

olivar

Imagen de Ulrike Leone en Pixabay

Hoy se conmemora el Día Mundial del Olivo y, los alumnos del CFGM de Serveis de Restauració estarán durante media mañana dedicándose a una cata de aceite virgen extra procedente de cinco DOP catalanas.

En el Departamento de Lengua y Literatura Castellanas, sin embargo, la conmemoración de hoy adquiere ecos líricos provenientes de los celebérrimos versos del poema “Aceituneros”, compuesto por Miguel Hernández, unos versos que, como bien sabrán los muchos migrantes jiennenses llegados a Lloret de Mar, conforman desde hace ocho años la letra del himno oficial de la provincia de Jaén.

Aprovechemos la ocasión para releerlos una vez más y para escuchar la no menos conocida selección musicada por Paco Ibáñez en la antológica versión interpretada en el Olympia de París.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que solo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Adiós a Miguel Ángel Herranz

volumen con tapa blanda de "Lírica de lo cotidiano"

Fotografía de Jnj

Detente en todo
y que nada
te detenga.

La vida nos descoloca
a cada uno en su sitio.

Estos pensamientos despeinados a modo de versos fragmentarios pertenecen al poemario Lírica de lo cotidiano, de Miguel Ángel Herranz, poeta novel —aunque no tanto— y ampliamente conocido con el pseudónimo de Miki Naranja a través de las RR. SS.

Miguel Ángel Herranz ha fallecido a causa de un tumor cerebral, y no puedo evitar pensar en que la lírica de lo cotidiano expresada en el título de su segundo libro es también la expresión con que la muerte suele ataviarse, pues cotidiana es la muerte a nuestro alrededor y lírica, la aflicción que nos embarga cuando lo que tendría que permanecer se nos ha ido.

Cuando uno alcanza los cuarenta, inicia una edad de plenitud hacia un horizonte amplio y lejano; los cuarenta no deberían ser la edad de rendir cuentas. Como dijo otro Miguel poeta:

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

El pandémico coronavirus, que también nos roba a destiempo seres queridos y nos escamotea propósitos vitales, ha impedido que puedan celebrarse los patios poéticos en la biblioteca de nuestro instituto durante este curso. Miguel Ángel era una de las apuestas de lectura y comentario para esta edición y lo sigue siendo para la del 2021 si las circunstancias ya lo permiten. De hecho, ya habían sido seleccionados los tres poemas para la que habría sido la sesión quincuagésima quinta, Uno de ellos era el poema “Leo”, al cual pertenecen estos versos:

Si estoy enfermo, leo.
Si estoy sano, leo.
Si tengo tiempo, leo.
Si no dispongo de él,
también leo.
Si me enamoro, leo.
Si me desenamoro, aún más.
[…]
Y si algún día me muero
—cosa bastante probable—,
mi paraíso será una librería.

Leídos hoy, estos últimos tres versos dibujan, en los labios lectores, una mueca cuitada y absurda de pena real, no literaria.