“(…)-Háblame de los hijos- dijo Bran. Le parecía un tema muy importante.
-¿Qué quieres saber?
-Todo.
-Eran el pueblo de la Era del Amanecer- dijo el maestre Luwin mientras se tironeaba de la cadena del cuello- los primeros, antes de que existieran reinos y reyes. En aquellos tiempos no había castillos ni mar de Drone. Y no había hombre. En las tierras que hoy conocemos como los Siete Reinos solo habitaban los hijos del bosque.
>>Eran morenos y hermosos, de pequeña estatura; los adultos no eran más altos que nuestros niños. Vivían en las profundidades del bosque, en un cueva e islas, en medio de los lagos, y en ciudades secretas de los árboles. Eran ligeros, rápido y gráciles. Machos y hembras cazaban juntos, con arcos de arciano y trampas arrojadizas. Sus dioses eran los dioses del bosque, del arroyo, de la piedra: los antiguos dioses cuyos nombres eran secretos. A sus sabios los llamaban verdevidentes y tallaban rostros en los arcianos para que vigilaran los bosques. Nadie sabe cuánto tiempo reinaron los hijos ni de dónde llegaron.
>>Pero, hace unos doce mil años, aparecieron en el este los primeros hombres. Cruzaron el Brazo Roto de Dorne antes de que estuviera roto. Llegaron con espadas de bronce y grandes escudos de cuero, y montaban a caballo. A este lado del mar Angosto jamás se había visto un caballo. Sin duda, aquellas bestias asustaron a los hijos del bosque tanto como las caras de los árboles a los primeros hombres. Empezaron a construir aldeas y granjas, y para ello talaron los rostros y los echaron al fuego. Los hijos, horrorizados, fueron a la guerra. Dicen las antiguas canciones que los verdevidentes utilizaron magia negra para hacer que los mares se alzaran, barrieran la tierra y destrozan el Brazo, pero ya era tarde: no se podía cerrar la puerta. Las guerras prosiguieron hasta que la tierra se tornó roja con la sangre de los hombres y los hijos, pero más sangre de estos últimos porque los hombres eran más altos, más fuertes, y la madera y obsidiana podían bien poco contra el bronce. Por último prevaleció la sabiduría de las dos raza, y los héroes y jefes de los primeros hombres se reunieron con los verdevidentes y los danzarines de los bosques, entre los bosques de arcianos de una isleta situada en el centro del gran lago llamado Ojo de Dioses.
>>Allí fraguaron el Pacto. Los primeros hombres se quedaron con las tierras costeras, las altas llanuras, los prados luminosos, las montañas y los pantanos, pero los bosques serían para siempre de los hijos, y ningún arciano se talaría en ningún lugar del reino. Para los dioses fueran testigos, se talló una cara en cada árbol de la isla, y después se fundó la sagrada orden de los hombres verdes, para guardar la isla de los Rostros.
>>El Pacto marcó el inicio de cuatro mil años de amistad entre los hombres y los hijos del bosque. Con el tiempo, los primeros hombres olvidaron a sus antiguos dioses y empezaron a adorar a los dioses secretos del bosque. La firma del Pacto puso fin a la Era del Amanecer, y marcó el comienzo de la Era de los Héroes.
>>Mientras el reino de los primeros hombres resistieron, el Pacto se mantuvo en pie. Abarcó la Edad de los Héroes, la Larga Noche y el nacimiento de los Siete Reinos. Pero llegó un momento, pasados ya muchos siglos, en que otros pueblos cruzaron el mar Angosto.
>Los ándalos fueron los primeros; eran una raza de guerreros altos de cabellos rubios, que llegaron con acero, con fuego y con la estrella de las siete puntas de los nuevos dioses pintada en el pecho. Las guerras duraron cientos de años, pero al final, los seis reinos del sur cayeron ante ellos. Solo aquí siguieron dominando los primeros hombres, porque el rey en el Norte derrotó a todo ejército que intentó cruzar el Cuello. Los ándalos quemaron los bosques de arcianos, talaron los rostros, asesinaron a los hijos allí donde los encontraron, y proclamaron por doquier el triunfo de los Siete sobre los antiguos. Así, los hijos huyeron hacía el Norte.”