
Y así era su vida: ayudaba a la gente solo para hacer el bien. Un día, a las tres, la hora de recibir alguna señal, no tuvo ninguna visión. Preocupado, pensó o que no tenía poderes o que ya nadie tenía problemas, aunque por sí solo no podía descubrirlo.
Se dirigió hacia las afueras del pueblo, donde vivía un mago que le comunicó que ya no tenía poderes, que los había perdido, porque ya no tenía edad para eso. ¡No se lo podía creer! Había perdido sus poderes, pero siempre recordaría sus buenas obras.
Pero esto no acaba aquí. Al no tener visiones y no tener nada que hacer, empezó a perder el juicio. Ya no hacía el bien, sino todo lo contrario, atacaba a la gente y la mataba. ¿Vaya locura verdad? Pues sí.
Poco tiempo después, desapareció sin dejar rastro. Desde entonces nadie lo ha vuelto a ver. Ahora la gente lo recuerda como “el caso de las tres en punto”.
Paula Rodríguez y Jonathan Martínez 2 ESO
Això va agafant forma!
Ara a penjar-hi més coses!
Joan