Noches de hotel

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[Foto: autor desconocido]

Por tu cumpleaños, quiero regalarte una noche de hotel; una noche que empiece sobre las ocho, antes de cenar. Ve tú antes, solo espérame: en un hotel no da pereza ducharse antes y después, y más veces, sobre todo si el agua tiene efecto lluvia. Ya sé, las horas muertas son más largas en las noches de hotel: no hay nada más que hacer que mirarse en el espejo, lanzarse vestido sobre la cama, despejar el efecto anonimato, jugar con la tele plasma, adivinar qué es cada cosa. No te aburras. Piensa en mí. ¿Te imaginas lo que nos espera? Las noches de hotel tienen camas amplias, tres durezas de almohada, albornoz de nido de abeja, y zapatillas de usar y tirar. Me muero de ganas. Hacia las nueve iré a encontrarnos a la habitación de ese hotel: yo pongo las ganas de los dos y tú, la luz que necesitamos y todo el minibar.

 Tu noche de hotel, extensión libre

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  1. Mi primera noche de hotel

    Era el cumpleaños de mi pareja. Ella cumplía 18 años y yo quería hacerle un regalo tan especial que no olvidara nunca, ya que los 18 son los más especiales. El día de su cumpleaños le hice preparar una maleta con muda para varios días; al salir de casa, fuimos hacia el metro y después cogimos un autocar. Ella no tenía ni idea de adónde íbamos. Llegamos a un hotel de 4 estrellas en un pueblo muy apartado de la ciudad; solo había un autocar en todo el fin de semana. El hotel era precioso: tenía jacuzzi, aguas termales, piscinas climatizadas… Todo un lujo para nosotros. Al llegar a la habitación lo primero que hicimos fue dejar todas las cosas en el suelo, ponernos el bañador e ir directamente a las piscinas climatizadas. Era relajante estar allí: casi no había gente. Más de una vez nos encontramos solos por los sitios: piscina, sauna… Ese era nuestro primer fin de semana juntos fuera y creo que la experiencia fue de veras inolvidable.

  2. Normalmente para relajarse después de un dura jornada de excursiones y caminatas, para poder captar las máximas cosas posibles y no dejarse nada en el tintero. Cuando viajas -y el tiempo parece correr más rapido que nunca-, al llegar la noche y subirte a la habitación del hotel entras en un nuevo universo perfecto para estar con tu pareja y dejar que todo siga su camino sin que nadie lo impida ni moleste.¡Todo perfecto!

  3. Expectativas. Por fin, un fin de semana libre, solos.
    Después de 26 años puede que ya no tengamos nada que decirnos,
    o puede que no sea necesario añadir nada y que sólo tengamos que dejarnos
    llevar por el momento, la tranquilidad, el espacio de un hotel.
    Tiempo para reflexionar lo que ha sido de nuestras vidas…

  4. Mi noche de hotel perfecta: un sitio tranquilo, si es posible un hotel rural para huir del tópico, cenar en la terraza junto a alguien especial con la única preocupación de pasar una buena velada y desconectar un poco de monotonía; levantarse al día siguiente rodeado de naturaleza y saber que te acordaras de esa noche toda tu vida.

  5. Voy a regalarle una noche de hotel a mi pareja: un hotel de 4 estrellas donde allí lo único que haremos será descansar y desconectar de esta vida tan estresante. Hay momentos en tu vida que necesitas estar solo con tu pareja; también hay que cuidar y mimarla de vez en cuando, porque de otro modo puede llegar a desgastarse. Así pues, tenemos unos días de hotel por delante para disfrutar de la ciudad de Santander -fue allí donde nos encontramos- y relajarnos en sus playas.

  6. Ese reloj no funciona. Han pasado varios minutos desde la última vez que lo miré, y las agujas casi no se han movido. Será la espera. Dicen que a veces un minuto puede durar una eternidad. Sí, estoy impaciente. Las dudas me comen por dentro. Toda las veces la misma historia, no se si vendrás… Eres así de imprevisible. Pero está claro que la culpa de todo la tiene tu mujer, tan posesiva, siempre controlándote, siempre verificando tus horarios, celosa hasta de su sombra. Ella y sus neurosis. Sé que me amas, sé que no la dejas porque no es un buen momento para ella; lo entiendo y te respeto por eso. Eres tan atento… Lo cierto es que llevamos meses amándonos en ese sórdido hotel…pero estoy segura de que muy pronto podremos gritar nuestro amor a los cuatros vientos. Un ruido en el pasillo. ¿Serás tu por fin?

  7. Hay hoteles con encanto y otros que están embrujados. Este es el caso del Hotel Stanley, que se encuentra en las montañas rocosas de Colorado, y que fue inspiración para la obra más importante de Stephen King, El Resplandor. Muchos son los inquilinos que aseguran haber vivido, durante su estancia, experiencias extrañas a las que no encuentran explicación: Objetos que cruzan volando la habitación, grifos de agua que se abren y cierran solos, gritos y voces de niños invisibles, así como una figura extraña que aparece arañando el cristal de las ventanas desde el exterior. En un hotel de estas características se puede disfrutar lo mismo que en otro hotel (lujo, encanto, desconexión, paz) y además, puedes tener la incertidumbre de qué vas a ver o a oír mientras descansas.

  8. Como cada año Mia ha de ir a la convención de maquiladores en París, una de sus ciudades favoritas que adora visitar, aunque sea por trabajo.
    Mia piensa: “Bueno, ya ha pasado un año desde la conferencia de Londres; este año toca París y espero que David quiera venir. El año pasado no acudió a Londres conmigo y me sentí tan sola en aquel lujoso hotel…Pero que me sintiese sola no significó que lo pasase mal; David no acepta venir, llevamos 2 años de relación y no me quiere acompañar, me he de plantear ciertos aspectos.
    La semana siguiente Mia fue a París, la ciudad de la luz; el primer día lo dedicó a conocer a sus colegas; algunos eran viejos conocidos de años anteriores, otros eran nuevos y algo tímidos. Una vez le comunicaron en qué hotel se iba a hospedar durante esa semana, tomó un taxi. Le grand prix, un hotel lujoso, cálido, con una entrada espectacular y una fuente con peces y cascada. Allí los sofás son de color blanco, algún que otro ramo de flores decora este vestíbulo precioso. Después de una rápida ojeada a todo lo que le rodeaba, fue a la recepción. Se hospedará en la habitación 204. También tendrá acceso al gimnasio y al spa. Mia sabía que aunque iba a ser una semana de pruebas de nuevos tonos de maquillaje, conferencias, y mucho estrés, se iba a relajar con sesiones de masajes y música chill out, iba a disfrutar del gimnasio. Llegó a su habitación: perfecta, con un lujoso baño, una cama grande, un minibar con champagne y otras bebidas alcohólicas, y las recetas de diferentes cócteles. La mañana siguiente fue al gimnasio donde conoció a su monitor de spinning. Parecía muy atento y bastante atractivo: piel blanca, ojos verdes, labios gruesos, con el pelo castaño y un poco largo, de espaldas fuertes y brazos bien formados. Después de haber conversado con él. Mia decidió entrenar durante una hora y media; después se fue a disfrutar del spa, con jacuzzi, sauna, y una bonita piscina en la que nadar relajadamente no le suponía ningún esfuerzo.
    Por la tarde tomó un taxi y fue a trabajar. De 4 a 6 tenía que asistir a una charla de los nuevos productos de cosmética que habían salido; de 6 a 8, pruebas de diferentes tonos de piel y los posibles casos de alergias que podían aparecer, y ya de 8 a 9 de la noche, reunión con los mejores maquilladores y modistas. A las 9 de la noche, cena de trabajo y acto seguido a una fiesta en la cual se encontró a Jake, el entrenados de spinning. Cruzaron las miradas, y eso a ella le supuso una sensación que jamás había sentido; el se acercó disimuladamente, la invitó un cóctel, pasaron un rato conversando hasta que él le propuso ir a dar un paseo, a lo cual ella respondió que sí. Pasaron por el famoso Moulin rouge hasta llegar a los Campos Elíseos y poder conversar plácidamente; llevaban 3 horas de conversación y Mía no había mencionado a David ni la relación que mantenían; estaban siendo seducidos el uno por el otro, eran ya las 4 de la madrugada y Mía debía volver al Hotel. Él la acompañó y entre bromas y risas despreocupadas se miraron a los ojos, Mía se dejó llevar por el ambiente, las luces que alumbraban la torre Eiffel, la noche tan clara, y se besaron. Fue un beso tierno, cariñoso, un beso de los que deja sin respiración. Mia le preguntó a Jake que significaba ese beso. Él le respondió que ella le fascinaba: su belleza, su espontaneidad, su humildad, y sobre todo su eterna primavera. Ella le dijo entre sollozos que tenía novio desde hacía 2 años, y que su relación no iba muy bien. Él aprovechó esa confesión: “Nunca había sentido nada por nadie hasta que te vi entrar por esa puerta; solo tu presencia me dejó sin aliento, ahora que te he conocido, no quiero que te vayas de mi vida. Por favor quédate conmigo; sé que nos vamos a amar como nunca hemos amado a nadie.” Mía rompió a llorar, él la abrazó y le dijo que con él iba a estar segura. Mía insistió en que debía ir al hotel a descansar. En la puerta de la habitación se volvieron a besar; ahora fue un beso más apasionado, pero no menos tierno que el primero. La mañana siguiente Mía llamó a David y le explicó lo ocurrido por la noche; él le confesó que también le había sido infiel con otra mujer; así que decidieron cortar pero continuaron siendo amigos. En ese momento Mía fue a hablar con Jake, pues deseaba explicarle lo ocurrido; después de escucharla, la tomó en sus brazos, la miró y le dijo que la amaba desde el primer día que se vieron. Sin dudarlo, ella lo besó como nunca antes había besado a nadie; acto seguido se fueron a la habitación donde ella se hospedaba. Poco a poco sus cuerpos ansiaban estar unidos como sus corazones: se quitaron la ropa y entre besos y risas hicieron el amor durante toda la mañana.

    Mía habló por la tarde con su jefa y le dijo que quería el traslado a París, ya que en el ámbito laboral tenía mas oportunidades que en Italia, y así fue como pudo trabajar de maquilladora de modelos en la capital francesa. Tras 4 años de relación, Jake y Mía decidieron casarse, y escogieron el lujoso hotel en el cual se conocieron como escenario de su unión.

  9. Al entrar en el recinto del hotel ya sientes que vas a disfrutar de ese relax que tanto te mereces. La habitación esta al fondo del pasillo. Cuando abro la puerta me encuentro con una alcoba acogedora, se siente el olor de sábanas limpias, el baño ofrece esos detalles de jaboncitos y champús que te dejan para tu disfrute. Doy una mirada general y veo que no falta de nada. El minibar está repleto de una diversidad de botellines para todos los gustos. Diviso una pequeña terraza con vistas a una cala particular preciosa: la cala de “Son del Pi”. En la terraza hay un par de hamacas donde puedes tumbarte y tomar el sol, pero todavía es invierno y no apetece mucho. Bajo a la planta -1 y voy a la zona de aguas, entro en la piscina y me deslizo en el agua, despacio y sin prisa; más allá veo un jacuzzi. Aprieto el botón y los chorros empiezan a salir con fuerza, mi espalda se relaja, cierro los ojos y me transporto al mas allá. El tiempo pasa rápido y me voy a la sauna: esto es lo que necesitaba. Vuelvo a mi habitación y me tumbo en la cama. Me quedo dormida esperando que él llegue de un momento a otro. Me despierto y veo que no ha aparecido. Me siento bien. He disfrutado tanto de esta estancia en el hotel que no me importa que él al final no haya venido.

  10. -“Habitación para uno por favor”. Aún me sigue sonando raro, no me lo tengas en cuenta; es solo que aún me sigue sonando raro. 392 Greenville, con vistas a la locura. Espejos que golpean y te tumban, la cama ya no es mas cómoda que el suelo.

    (Coloca la máquina de escribir sobre la mesa, deshace el equipaje, se enciende un cigarrillo).

    “Querida Sally, creo que es la primera vez que subo sobrio a la habitación antes de que den las diez; no recuerdo bien cómo he llegado a parar a Greenville, a este 392. El viaje que empezó hace ya medio año acaba aquí; en mis zapatos quedan grabados los 2400 kilómetros de viaje, desgastadas de caminar y de apretar el embrague las suelas tienen hambre. En esta habitación apenas hay muebles que destrozar, los cuadros son estériles y las cortinas apestan a nicotina. Pero el minibar está genial. Permíteme tomar tu canción de Gregory Isakov como inspiración para acompañarme esta noche; el único sonido que escucho es el de mis pulmones exhalando
    humo y el del whisky que rompe el hielo de mi copa. Creo que me quedaré por aquí una temporada: he visto que el pueblo no tiene demasiados habitantes y me vendrá bien encontrar tiempo para acabar de pasar a limpio mis notas, rebelar las fotos, y tomar conciencia de lo mucho que he descubierto durante este tiempo. Ademas, he oído que fabrican una de las mejores cervezas del país.
    En cuanto a ti, has sido una gran musa todo este tiempo; me arrancaste de la pensión de mala muerte en la que malgastaba mis días escribiendo relatos cortos y me diste la vida, me abriste los ojos y sin esperar nada a cambio. Ahora, a punto de acabar la hoja, me quedo contigo allí donde estés. Prefiero no saberlo, así podré seguir viajando contigo”.

    El joven se sienta en la punta de la cama con el cigarrillo todavía en la mano, notando cada centímetro de espacio que le separa de las cuatro paredes; se tumba, mira al techo, da una última calada. Una idea pasa brevemente por su cabeza y entonces se duerme.

  11. Me sorprendes y me gusta tu iniciativa. Conociéndote, sé que elegirás un hotel con encanto. Esperaré expectante tu llegada, ¿y cómo lo sabes? Estaré pensando en ti. Supongo que cenaremos en la habitación, para no romper la magia. ¿Japonés o italiano? Mejor italiano; como es mi regalo, me reservo el derecho a elegir. Y por supuesto todo el minibar. Podríamos pedir algún combinado exótico también, o cava si lo prefieres, para brindar por una noche tan espléndida en todos los sentidos y que recordaré siempre por la ilusión que promete.

  12. Esas noches de hotel… Fantásticas noches: en la primera noche te dedicas a investigarlo todo, a probar cada una de las cosas que contiene esa habitación y sobre todo a investigar el cuarto de baño. A tener en cuenta: como esa habitación contenga un minibar estás totalmente perdido, es jugar con la tentación de querer probar de todo pero saber que tiene un precio, y además, muy alto. Recuerdo con entusiasmo la primera vez que me alojé en un hotel. Esa noche nos tocó en un sorteo de estos que se hacen por hacer, en el que uno participa por probar suerte. Ese día no tenía con quién ir, así que decidí ir con mi hermana. Esa noche fue, la mayor investigación mundial…

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