Bloc d'aula, d'intercanvi d'experiències, de comunicació entre mestres i alumnes
Sant Jordi
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“Va de llibres”
VA DE LLIBRES
ISA HUERTAS
LA CAJA PARLANCHINA
Esta mañana estaba caminando por el jardín de mi casa y he visto una caja cerca de la valla. De repente, he oído una voz que me decía ¡ayúdame a salir de aquí¡. Para mi sorpresa la voz salía del interior de la caja . Me asusté bastante, salí corriendo . Mi curiosidad me hizo volver. Vi salir de la caja un humo blanco, con forma de persona, diciendo que se encontraba preso en el interior de la caja. Que si le ayudaba me daría tres deseos. Le pregunté como podía ayudarle , me dijo que solo tenía que abrir la caja.
Una vez fuera de la caja me dijo que era un genio y me pensaba darme los tres deseos.
Yo muy contento pedí : un ordenador portátil, una bicicleta y un caballo .
Una vez me concedió los deseos se marchó dándome las gracias y voló hasta desaparecer en el cielo.Yo muy contento se lo conté a mis amigos y no se lo creyeron.
EL BOSQUE DEL MILLÓN DE HUELLAS
Hace ya unos años descubrí un bosque cercano a mi casa con muchos árboles. Nunca me había acercado tanto como el otro día y cuál fue mi sorpresa cuando vi miles de pequeñas huellas que se adentraban en él. Este fin de semana entraré y seguiré las huellas para ver de que animal se trata.
El sábado me animé y entré en el bosque. Vi las huellas y las seguí. Eran anchas y algo largas. Había muchas a lo largo de un sendero.
Me subí a un árbol por si veia algún animal. Desde el árbol vi como un matorral se movía. Bajé del árbol deprisa y fui corriendo hasta el matorral, cuando llegué solo vi más huellas iguales.
Me dirigí a una charca de agua y pensé que ese animal tenía que venir a beber agua. Me subí a un árbol y le esperé. Cuando pasaron dos horas vi como un zorro se ponía a beber agua. Bajé del árbol y salió corriendo. Miré al suelo y vi que las huellas eran las mismas.
EL ÚLTIMO UNICORNIO
Cuenta la leyenda que un joven rey con ganas de poder mató en su reino al último unicornio. Una gran maldición cayó sobre sus súbditos. Y fue obligado a pasar tres pruebas para probar su valía como rey.
Abandonar su trono y vivir como un súbdito durante un año. Presentándose después al mago sabio, que le preguntaría por tres pruebas que el rey desconociera.
Pasado el año el mago le hace tres preguntas:
1.-¿Has compartido tu comida con los hambrientos?
2.-¿Has ayudado al que te pidió auxilio?
3.-¿Crees tener la solución a los problemas de tus súbditos?
A todo ello contesto positivamente, por lo que el mago consideró que las tres pruebas: conocer, ayudar a sus súbditos y solucionar sus problemas demostraba su valía como rey.
LA CUEVA DE LOS MENSAJES
Este verano de vacaciones en el bosque, descubrí una cueva que tenía, muchos carteles en la entrada.
¿A que no sabéis lo que ocurrió?
Entré sigilosamente, con un poco de miedo, más me entró cuando salió una bandada de murcielagos. Salí corriendo y caí en un barranco. Me lesioné una pierna, fue entonces cuando me acorde de los carteles de peligro que había en la entrada de la cueva.
Tuve que salir arrastrándome hasta salir de la cueva. Una vez fuera pude llamar con el móvil para que vinieran a ayudarme.
Aprendí que hay que hacer caso a los carteles de peligro, porque sinó ¿para qué los ponen?
EXTRATERRESTRES EN MI COLEGIO
Esta mañana te has levantado muy temprano para hacer tus deberes e ir al colegio para hablar con tu profesor de Química. Has llegado el primero y cuando has ido a la habitación de los profesores en busca de Don Átomo te has dado cuenta de que todos los profesores eran extraterrestres.
Mi profesor de química estaba reunido con todos los profesores de la escuela. Diciendo que planearían una venganza contra la tierra, de aquí a tres días. Eran de colores muy extraños, con gestos rápidos, se les caía la baba al hablar y eran horrorosos.
Salí corriendo en busca de mis amigos. Les conté lo ocurrido y no me creyeron.
Cuando comenzó la clase de química, Don Átomo hablaba como si no fuera extraterrestre. Pero yo me di cuenta y mis compañeros de la primera fila, cuando nos mojaba al hablar.
Fue entonces, cuando mis compañeros empezaron a creerme. Porque Don Átomo no escupía nunca a la hora de explicar la lección, y mucho menos tan abundante.