EL tiempo en aforismos [Jorge Wagensberg, EL PAÍS – BABELIA, 080214]

[Jorge Wagensberg, EL PAÍS BABELIA, 080214]

No hay científico, artista, filósofo o poeta que no haya detenido su reloj para sentarse a pensar un rato sobre el tiempo. San Agustín dejó una frase sincera y entrañable: “yo sé lo que es el tiempo, pero dejo de saberlo cuando alguien me pregunta por él“. Existe el tiempo inmutable de los astros /tanto se puede prescindir de él), el tiempo irreversible de la termodinámica (fluye desde el pasado hacia el futuro, pero no en sentido contrario), el tiempo acelerado de la fisiología (preguntemos a nuestros mayores), el tiempo caprichoso de la psicología (rápido para las emociones, lento para el tedio), el tiempo de la Relatividad Especial (según sea la velocidad), el tiempo ralentizado de la evolución del Cosmos (lo asegura el profesor Senovilla en nombre de la Relatividad General: el tiempo se nos muere), el tiempo histórico de las bifurcaciones (en torno de las cuales reina el azar)….El primer homínido que cayó en la cuenta de que la primavera ya la había visto antes dio un primer paso de gigante en la concepción del tiempo. El Homo Sapiens busca anticipar el futuro en nombre de su supervivencia y rebusca en el pasado en honor de su identidad. ¿Qué es el tiempo? Intentamos atrapar tan escurridizo concepto con un puñado de aforismos.

 

  1. No se puede definir el tiempo sin aludir al cambio ni definir el cambio sin aludir al tiempo.
  2. Los minutos son todos iguales para que el tiempo no sea responsable directo de los cambios que se suceden en la realidad.
  3. Una ballena de 200 toneladas vive más de ochenta años y una musaraña de dos gramos apenas dos, pero si no medimos sus vidas en años, ni en días, sino en número de latidos del corazón, igual resulta que viven lo mismo.
  4. Se puede viajar al pasado pero dejando, necesariamente, el cuerpo en el presente (mirando un álbum de fotos).
  5. Se puede viajar al futuro pero llevándose, necesariamente, el cuerpo como equipaje (viajando a una velocidad cercana a la de la luz).
  6. En la historia de la humanidad nadie se ha tropezado nunca con un turista procedente del futuro y eso que, dado que el futuro es en principio infinito, la probabilidad debería ser muy alta si tal cosa no fuera del todo imposible.
  7. Existe el kilómetro cero en la carretera, pero no existe el año cero en el calendario; de ahí el error recurrente de celebrar los cambios de siglo y de milenio con un año de antelación.
  8. La armonía es el ritmo del espacio y el ritmo la armonía del tiempo.
  9. Determinista no significa anticipable, por ejemplo: la teoría del caos es a la vez determinista y no anticipable.
  10. El cerebro se inventó para salir de casa, la memoria para volver a casa.
  11. La paleontología humana tiene un pasado con mucho futuro.
  12. No se puede existir si luego no se persiste una mínima fracción de tiempo, ni se puede persistir si antes no se accede a la existencia.
  13. Si la existencia implica persistencia y la persistencia implica existencia, entonces existir y persistir son en el fondo la misma cosa.
  14. Existir es persistir: he aquí la indisoluble relación entre Ser y Tiempo que Heiddegger no quiso expresar con una sola frase.
  15. Muchas novelas, en su primera frase, aluden explícitamente al tiempo o al espacio.
  16. Las Meninas de Velázquez quizá sea la primera pintura de la historia del arte con la voluntad expresa de narrar el fluir del tiempo de un volumen de tres dimensiones representado en una superficie de dos dimensiones, o sea: el cine.
  17. El paso del tiempo hace que las horas nos parezcan cada vez más largas y que los años nos parezcan cada vez más cortos.
  18. Vivir envejece.
  19. Es posible que el saber no ocupe lugar, pero lo que es tiempo…
  20. El tiempo pasa, siempre acaba pasando: es solo una cuestión de tiempo.

[Jorge Wagensberg es profesor de Teoría de los Procesos Irreversibles en la Universidad de Barcelona y autor de libros como Si la naturaleza es la respuesta, cuál es la pregunta? y A más  cómo, menos por qué (editados ambos en Tusquets).

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Jorge Wagensberg vuelve al aforismo con el libro ‘A más cómo, menos por qué’

El científico publica 747 reflexiones breves surgidas de sus investigaciones de cada día [EL PAÍS [Agustí Fancelli – 18-4-2006]

“Lo improbable asombra a todo el mundo, lo cotidiano sólo al genio”. “Las verdades se descubren, las mentiras se construyen”. O el que da título al volumen: “A más cómo, menos por qué”. Son algunos de los 747 aforismos que el científico Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948) ha reunido “con la intención de comprender lo fundamental, lo natural y lo actual”, según reza el subtítulo del libro. A más cómo, menos por qué(Tusquets) se sitúa en la estela del exitoso Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?, publicado en 2003, en la misma colección Metatemas.

“En aquel libro recogí los pensamientos con los que me había topado en los últimos 20 años. En cambio, las de ahora son reflexiones construidas para comprender, surgen como consecuencia de mi quehacer cotidiano dedicado a la ciencia, que finalmente no es otra cosa que una técnica de reflexión”, apunta el físico y catedrático de Procesos Irreversibles de la Universidad de Barcelona.

De A más cómo, menos por qué dice el autor: “Es el aforismo de los que he recogido que, a mi entender, resume mejor el pensamiento científico. Preguntar por las causas es siempre una pregunta de emergencia, porque causas puede haber muchísimas. En cambio, preguntarse por el cómo es investigar el proceso. La crisis de Marbella, por ejemplo: cuanto más conozcamos cómo funcionó realmente la corrupción, tanto menos nos interrogaremos sobre las causas”, reflexiona el autor. “Preguntarse qué es, en qué consiste determinado fenómeno es investigar sobre el lenguaje. El porqué nos coloca en el plano de la metaciencia. El para qué, en el de la tecnología. Y el cómo en el de la ciencia”. Como ya explicó en su anterior volumen de aforismos, Wagensberg considera que la naturaleza es la respuesta al problema. “Las nalgas son la respuesta natural al problema de sentarse. La silla es la respuesta cultural a ese mismo problema”.

A más cómo, menos por qué se adentra en la relación entre disciplinas. Jorge Wagensberg considera que la diferencia entre arte y ciencia radica “en que la primera puede intuir sin comprender”, mientras que la segunda “puede comprender sin intuir”. “La ciencia es la forma más compacta para expresar la incertidumbre”, abunda.

El científico se siente cómodo con el género aforístico. “Se trata de expresiones mínimas de lo máximo compartido, un tipo de pensamiento zip que condensa hasta el límite”. La tradición marcada por autores como Spinoza, Wittgenstein o Cioran le infunde mucho respeto. “El aforismo es como la poesía. O resulta sublime o es simplemente ridículo”. Confiesa que su formación como aforista es nula. Venera, eso sí, a Groucho Marx, a quien considera uno de los adalides de la sentencia breve. “No ingresar en un club en el que te acepten como socio plantea el problema científico de la indecibilidad”.

Ciertamente, el aforismo entraña sus riesgos: fácilmente puede ser tomado por dogma, que es un género parecido, utilizado por las religiones. “El aforismo no es dogmático. Yo lo concibo como una píldora lanzada para ser disuelta por el pensamiento. Recomiendo dosis pequeñas de aforismos, leer de vez en vez unos pocos. En grupo, puede resultar divertido escoger uno y comentarlo”.

¿Qué persigue el aforismo? “El gozo intelectual”, sentencia Wagensberg. “Ese gozo se sitúa en un punto entre dos fronteras: la belleza y la inteligibilidad. La belleza, el arte, es repetición por fuera. La inteligibilidad es repetición del contenido. Comprender es situar el fenómeno dentro de una totalidad”.

 

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