EGIPTE [Kemet, terra negra]: una civilització mil·lenària

 

Un dels noms del país en egipcio antic és Kemet (kṃt), que significa “terra negra” (de kem, “negre”), i fa referència als fèrtils dipòsits negres fruit de les inundacions periòdiques del riu Nil, en oposició a la paraula deshret (dšṛt), que significa “terra vermella”, en referència al desert. El nom va passar al copte —última evolució de la llengua egípcia— com a kīmi o kīmə, i al grec com a Χημία (Khēmía).Miṣr és la transliteració del nom àrab i modern del país, que en àrab egipci és Maṣr. Aquesta paraula, d’origen semita amb la mateixa arrel que la paraula hebrea מִצְרַיִם (Mitzráyim), literalment significa “dos estrets”, una referència a la separació dinàstica antiga de l’alt i el baix Egipte.El nom català d'”Egipte” prové del llatí Aegyptus que es deriva al seu torn del grec antic Αίγυπτος (Aígyptos).[viquipèdia].

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Javier Belloso/El País,12-4-2013

 

Cuatro mil años en diez pistas [Isidoro Merino, El País, 12-4-2013]

01 El tesoro de la pirámide

La experiencia de encontrarse en el corazón de la Gran Pirámide, construida por el faraón Keops (o Jufú) hacia 2600 antes de Cristo (IV Dinastía) es alucinante y también algo claustrofóbica: por el aire enrarecido y la aprensión de estar entre dos millones y medio de bloques de piedra, cada uno de más de dos toneladas. Muchos de los turistas que se adentran en ella desconocen que el angosto agujero que hoy le sirve de puerta de acceso es en realidad un butrón. El butronero se llamaba Al Mamún, califa de Bagdad en el siglo IX, que esperaba encontrar las “30 cámaras de granito rojo repletas de preciosas gemas, de grandes riquezas, de estatuas prodigiosas, de instrumentos desconocidos y armas magníficas” que se mencionan en el Kitab al Durr al Makmuz (El libro de las perlas enterradas), un antiguo manual para buscadores de tesoros. Se llevó un chasco: solo halló un sarcófago de granito vacío (se cree que la pirámide fue saqueada veinte siglos antes de Cristo, durante el Primer Periodo Intermedio).Por el boquete que mandó abrir Al Mamún se accede a un angosto pasadizo que conduce a la Gran Galería, el empinado corredor en rampa de nueve metros de altura y 47 metros de largo que lleva hasta la Cámara Real, un cubo perfecto y vacío (excepto por el sarcófago de Keops) en el centro geométrico del inmenso poliedro. La Gran Pirámide aún no ha revelado todos sus secretos: en 1954, un equipo de arqueólogos dirigidos por Nancy Jenkins y Ahmed Youssef Mustafá descubrió intacta, en un pozo al pie de la cara sur, la barca solar del faraón Keops, de perfumada madera de cedro. En 1925 se encontró, a solo 12 metros de su base, la tumba intacta de la reina Hetepheres, madre de Keops, y científicos pertrechados de robots, microcámaras y escáneres siguen hurgando en su interior en busca de salas ocultas y pasadizos secretos.

 

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Berthold Werner, 3-11-2010. La piràmide de Kheops, també coneguda com a piràmide Khufu o piràmide de Gizeh —Khufu és el nom egipci d'aquest faraó, mentre Χεωψ (Kheops) és el mateix nom hel·lenitzat— coneguda com a la gran piràmide, és la més gran de les tres piràmides de Gizeh. Fou construïda pel faraó Kheops de la dinastia IV, que va governar durant uns 23 anys. El seu nom antic era "la piràmide que és el lloc del somriure i del capvespre". Al seu costat es van edificar les de Khefren i de Micerí. La Gran Piràmide de Kheops, o, potser més acuradament, el grup de les grans piràmides format per l'esmentada piràmide amb les de Piràmide de Khefren i Piràmide de Micerí, també anomenades les Grans Piràmides de Gizeh, està considerada una de les Set Meravelles del Món.

 

 

 

 

 

02 Hator, señora de Dendera

Entre las grandes pirámides de la IV dinastía —Keops, Kefrén y Micerinos— y los últimos templos egipcios —Edfú, Esna, Komombo, Philae, Debod…—, construidos en época grecorromana, se abre un abismo de casi 3.000 años. A estos últimos pertenece Dendera, un santuario consagrado a Hator, la diosa egipcia del amor, el placer y la belleza (aunque se la representaba con orejas de vaca), situado cerca de Minia, en la curva que el Nilo dibuja al norte de Luxor. Dendera, uno de los templos favoritos de Terenci Moix, es uno de los mejor conservados, y en su interior los techos y columnas, casi intactos, conservan la viveza de los pigmentos originales. En una de sus capillas se encontraba el célebre horóscopo que hoy se exhibe en el museo del Louvre, en París. Lucernarios estratégicamente situados dejan pasar los rayos solares, creando un juego de luz y oscuridad, progresiva a medida que se avanza hacia el sanctasanctórum. Capiteles adornados con el rostro de Hator rematan las 24 columnas de su sala hipóstila, y un bajorrelieve de su muro posterior muestra a Cleopatra, la última reina de Egipto, junto a su hijo Cesarión.

 

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El temple d'Hathor de Denderah és un temple de l'època ptolemaica dedicat a la deessa Hathor, construït a la ciutat de Denderah (antiga Iunet o Tentira). Fou construït entre el 125 aC i el 65 aC iniciant-se en temps de Ptolomeu VII Evergetes i continuat pels seus successors. La casa del naixement de Nectabeu I es anterior. Està orientat cap al Nil i segueix una estructura típica del període grecoromà

 

03 Amanecer en el Sinaí

Son las tres o cuatro de la mañana, aún es noche cerrada y hace frío, en el hotel han repartido linternas, aunque la claridad de la luna las hace innecesarias. Reatas de camellos y turistas somnolientos se van agrupando junto a los muros y cipreses del monasterio de Santa Catalina, el convento fortaleza que el emperador Justiniano mandó construir en el año 530 en las faldas del monte Sinaí, en el lugar donde el Libro del Éxodo dice que Moisés encontró la zarza en llamas. El camino serpentea entre grandes rocas; una hilera de luces en lo alto de la montaña, a una distancia que parece inalcanzable, señala la posición del grupo más madrugador. La ascensión, de más de cuatro horas, se hace dura en el último tramo que conduce a la cima a través de 700 escalones. Los camelleros lo saben y recorren la senda arriba y abajo reclutando clientes entre aquellos viajeros que se van quedando sin fuelle. Apiñados en el reducido espacio de la cumbre, arropados con mantas, peregrinos y turistas aguardan el amanecer. Cuando este llega “es de una grandiosidad casi aterradora” (Pierre Loti, El desierto).

 


 

04 La mastaba de Mereruka

En la necrópolis de Saqqara, al sur de El Cairo, se alza la mastaba (tumba en forma de pirámide truncada) de Mereruka (hacia 2300 antes de Cristo), visir del faraón Teti (VI Dinastía). Sus delicados relieves policromados, con escenas de caza y pesca y de la vida diaria en el campo y en la corte de Menfis, son una maravillosa obra del arte del Imperio Antiguo.

 

05 Tumba de Nefertari

La joya del Valle de las Reinas (necrópolis tebana en la orilla opuesta a Luxor) es la tumba de la bella Nefertari, la esposa favorita del faraón Ramsés II, muerta hace más de 3.200 años. Los techos de su cámara funeraria están pintados de un azul profundo con estrellas doradas que evocan las noches del trópico; tres djinns, genios, custodian la entrada, y en las paredes, pintadas con frescos de vivos colores, se representa a la reina en escenas cotidianas; en uno de ellos, vistiendo una delicada túnica de lino plisado, casi transparente, mientras juega al Senet, una especie de ajedrez. A finales de la década de 1980, la Fundación Getty financió su restauración, que duró varios años. En 1992 se autorizó la visita, aunque hoy está temporalmente cerrada al público.

 

 

 

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Nefertari fou reina d'Egipte, esposa principal de Ramsès II.La seva tomba a la Vall de les Reines fou descoberta per l'arqueòleg Schiaparelli al 1904. El 1986 es va procedir a la restauració amb les més modernes tècniques. La tomba és la millor de la Vall de les Reines. La decoració és abundant i mostra escenes religioses i de la reina

 

 

 

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[Jacinto Antón, 4-11-1995, El País] Egipto reabre hoy al público la tumba de la reina Nefertari en la necrópolis de Tebas

 

06 Ras Mohamed

Más de mil especies de peces y 450 variedades de coral viven en los arrecifes del parque nacional Ras Mohamed, en el mar Rojo, al sur de la península del Sinaí. Se puede acceder a ellos sin más equipo que unas gafas de bucear, tubo y aletas. No lejos de allí se encuentra el pecio del SS Thistlegorm, un carguero inglés de más de 100 metros de eslora hundido por los alemanes en 1941 con su carga de jeeps, armas y motos.

 

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07 Templo de Luxor

Menos colosal que el vecino Karnak, pero más armonioso, el templo de Luxor fue construido en el siglo XIV antes de Cristo, durante el reinado de Amenofis III. En él se celebraba la fiesta de Opet, en honor a la tríada tebana de Amón, Mut y Jonsu. El Opet pervive en la fiesta musulmana de Abu Haggag, que se celebra con un desfile de barcos.

 

 

 

 

 

 

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El Temple de Luxor es un temple faraònic a la ciutat de Luxor, antiga Tebes. Es deia en egipci antic Ipet-resyt (harem del sud) fou dedicat a la triada tebana de deus: Amon-Mut-Khonsu i durant l'Imperi nou fou seu d'un festival religiós dedicat a Amon. És al costat del temple de Karnak (Ipet-isut) La construcció del temple fou iniciada en el regnat d'Amenhotep III al segle XIV aC. Akhenaton va fer taxar el nom del seu pare i va establir un altar a Aton; Horemheb i Tutankhamon i van afegir columnes, estàtues i altres elements. Posteriorment i amb excepció de petits afegits, el temple només fou ampliat per Ramsès II.

 

08 Nos vemos en El Fayún

Algunas momias están más vivas que otras. Las de la necrópolis de El Fayún te miran con sus grandes ojos desde los retratos a la encáustica (pigmentos con cera fundida) sobre las tapas de los sarcófagos. Los rostros se pintaron cuando sus ocupantes aún estaban vivos, la mayoría son jóvenes. Tienen alrededor de veinte siglos pero parecen extrañamente cercanos.

 

 

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09 El café de los milagros

En un callejón de Jan al Jalili de El Cairo, junto a la mezquita de Husein, está el café Fishawi, donde el nobel Naguib Mahfuz concibió los personajes de su gran trilogía sobre la ciudad. El Fishawi es uno de los cafés más antiguos de la ciudad, y en sus mesitas de cobre, frente a los grandes espejos ovales, los hombres se siguen reuniendo al atardecer para sorber vasos de té y fumar la shisha, la pipa de agua, entre luces mortecinas.

 

 

 

 

 

 

10 Medinet Habu

Dos estatuas de la diosa leona Sejmet, “señora de la lejanía, del desierto occidental y de la guerra”, custodian la entrada al templo funerario de Ramsés III (1184-1153 antes de Cristo) en Medinet Habu, frente a Luxor. Ramsés III (no confundir con Ramsés II, el constructor de Abú Simbel) gobernó uno de los periodos más agitados de la historia de Egipto, la del ocaso de las dinastías ramésidas (XIX y XX), lo que se refleja en el complejo, una fortaleza con gruesos muros de piedra y adobe de 19 metros de altura. Tras el enorme pilono de entrada al templo principal se suceden atrios, capillas laterales, pasillos procesionales y dinteles de piedra que conservan casi intacta su policromía. Los bajorrelieves de su muro exterior norte cuentan la primera batalla naval de la historia, contra los Pueblos del Mar (los filisteos, navegantes procedentes del Mediterráneo).

 

 

 

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Madinet Habu és un conjunt situat al oest de Luxor, on va estar l'antiga ciutat egípcia de Diamet, el patró de la qual era el deu Amon. La ciutat era un centre administratiu. Està situat al sud de la Vall de les Reines i de Gurnat Murrayi i al sud-oest del Ramesseum. Allí va construir Ramsès III el seu temple mortuori que és l'edificació principal

 

 

 

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Sekhmet és la deessa lleona, símbol de la força i el poder, en la mitologia egípcia. Es considera la deessa de la guerra i també de la venjança. La seva ira era temible, però si s'aconseguia apaivagar-la, atorgava als seus adoradors el domini sobre els seus enemics i el vigor i l'energia per vèncer la debilitat i la malaltia. Se la representa amb cap de lleona i cos de dona, amb cabells llargs i generalment coronada amb el disc solar

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[Joan Garí, El Viajero-El País, 11-4-2013] De entre todas las maravillas arquitectónicas que contiene Egipto, quizá los templos de Abu Simbel sean los únicos que pueden rivalizar con las pirámides de El Cairo. Las multitudes turísticas no engañan, y por eso se han aglomerado religiosamente en estos dos puntos. Desde la primavera árabe, sin embargo, se puede pasear por estos y otros emplazamientos antaño congestionados con una inédita sensación de desahogo. Aunque el país está mucho más tranquilo de lo que sincopadamente sugieren los informativos, el visitante se vuelve temeroso. Y en el mercado del miedo, los precios del viaje cotizan a la baja.

Abu Simbel es un conjunto de construcciones que conforman el Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán, declarado patrimonio mundial en 1979. Las piezas más valiosas del conjunto son dos templos erigidos por Ramsés II en el siglo XIII antes de Cristo. La furia constructora de este faraón, que gobernó de 1279 a 1213, es bien conocida: bajo su supervisión se ampliaron los templos de Abidos y de Amón, se construyó la majestuosa sala hipóstila en este último y se erigieron el templo funerario de Ramesseum, en el Valle de los Reyes, y los de Abu Simbel. Gracias a Cecil B. DeMille, Ramsés II siempre tendrá el perfil calcáreo y un poco hosco de Yul Brynner (Los diez mandamientos), aunque si se prefiere una visión más edulcorada se puede recurrir a los dibujos animados de El príncipe de Egipto, según Dream Works.

De una u otra manera, Ramsés llevó a cabo su obra. En realidad, los templos que se visitan en Abu Simbel son reconstrucciones, piedra a piedra, de los monumentos originales, ahora cobijados bajo una campana de cemento disimulada por la montaña que da al lugar su aspecto primitivo. La erección de la presa de Asuán amenazó con sepultar bajo las aguas todos los templos nubios. En 1959, una campaña internacional organizada por la Unesco se ocupó en recaudar fondos para salvar estas maravillas. Entre 1964 y 1968, cada templo fue desmontado en piezas de entre 20 y 30 toneladas, y reconstruido 65 metros más arriba en su actual emplazamiento.

El lugar se compone de dos grandes construcciones hipogeas (excavadas en roca): la mayor, dedicada a los dioses Amón, Ra-Horajti y Ptah, es la más conocida, con sus cuatro colosales estatuas en la fachada dedicadas a Ramsés II (la segunda por la izquierda, caída por obra de un terremoto ya en su emplazamiento original). La menor, ofertada a Nefertari (esposa de Ramsés), está regida por Hathor, la diosa del amor y la belleza. Seis estatuas dan lustre a la fachada de este último templo, cuatro reproduciendo a Ramsés y dos a su esposa.

 

 

Entrada al templo de Abu Simbel, en la región de Nubia, al sur de Egipto. / Seux Paule

 

 

 

El templo menor de Abu Simbel, al sur de Egipto. / Phillipe Body

 

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Les primeres civilitzacions

Egipte [documental]

Egipte [Mapa]

El Nil dóna vida a Egipte

La vida quotidiana a l’Egipte antic

L’origen de l’escriptura

Mòmies, quina por!



Prehistòria: Australopithecus sediba

Australopithecus sediba

Los esqueletos de una pequeña hembra de ‘Homo sapiens’ (izquierda), de un ‘A.Sediba’ (centro) y de un chimpancé (‘Pan troglodytes’). / LEE R. BERGER- UNIVERSITY OF THE WITWATERSRAND. EL PAÍS, 11-4-2013

[Alicia Rivera, El País, 11-4-2013]
Un extraño homínido que aspira a cambiar la historia evolutiva

Dos esqueletos fosilizados, bastante completos y bien conservados, de unos extraños australopitecos que vivieron en África hace casi dos millones de años desconciertan al batallón de investigadores de 16 instituciones de todo el mundo que los han estudiado a fondo. Los Australopithecus sediba, que así se llaman, eran capaces de caminar erguidos, aunque no con tanta soltura como la especie humana, dado su talón simiesco; pero, a la vez, treparían por los árboles y las rocas con destreza. Por sus dientes, columna vertebral y mandíbula eran parecidos a los humanos primitivos, pero sus hombros y brazos eran más bien de mono, y la caja torácica superior se parece a la de los grandes simios. La extraña criatura tenía el cerebro pequeño. Entonces, ¿está en la línea ancestral de la especie humana o no? ¿Dónde encaja en el árbol de familia de los homínidos? Los paleontólogos siguen sin tenerlo claro. Ya apuntaban a esa indefinición hace dos años, cuando presentaron oficialmente los fósiles de A.sediba, descubiertos dos años antes en Sudáfrica. Desde entonces, los científicos, divididos en seis equipos de especialistas que se han repartido los fósiles (dientes unos, brazos otros, extremidades inferiores otros, etcétera) han analizado exhaustivamente los esqueletos descubiertos de aquellos dos misteriosos individuos (más un tercero representado solo por un fragmento de tibia). Han comparado los huesos con restos de otras especies de australopitecos y de humanos y escrito seis artículos en la revista Science con sus conclusiones.

Este exhaustivo examen “nos da una idea de una especie de homínido que parece un mosaico en su anatomía y que presenta un conjunto de complejos funcionales que son diferentes tanto de lo predicho para otros australopitecos como los del Homo primitivo”, resume Lee R.Berger, descubridor de A.sediba y líder de la investigación, en la revista Science. “La clara visión de la anatomía de esta especie de homínido primitivo tendrá claramente implicaciones a la hora de interpretar el proceso evolutivo que afecta al modo y al tiempo de la evolución de los homínidos y la interpretación de la anatomía de las especies no tan bien conocidas”.

Berger, o más bien su hijo Mathieu, de nueve años, descubrió el primer fósil de lo que luego se denominó A.sediba, en agosto de 2008, en los alrededores de Johanesburgo, en concreto en un lugar llamado Malapa. Fue el pistoletazo de salida y Berger (investigador de la Universidad de Witwateersrand, Suráfrica) inició con su equipo científico una exploración intensa. En total han salido ya a la luz los restos esqueléticos de dos individuos, una mujer y un hombre joven, más un hueso de un tercero. Medirían 1,27 metros de altura, ella pesaría unos 33 kilos y él, 27, y su cerebro rondaría los 420 o 450 centímetros cúbicos, frente a los 1.200 a 1.600 del nuestro.

En la antigua visión de la evolución, el A.sediba sería el perfecto eslabón perdido, el ejemplar oportuno que tiene unos rasgos del precedente en antigüedad y otros del siguiente. Pero los científicos saben que la cosa no funciona así, que la evolución no es una cadena, sino una intrincada ramificación de especies con ancestros comunes y parentescos más o menos próximos. La cuestión es situar este homínido con un mosaico de características en ese árbol de familia. Además, la antigüedad es clave en este caso porque hace dos millones de años existía ya en África el Homo erectus, antepasado del Homo sapiens y, seguramente, el primero que salió del continente ancestral y se expandió por el viejo mundo. A.sediba se ha datado en 1.980.000 años.

Los investigadores, en sus estudios comparativos, se han centrado sobre todo en los rasgos de aquel H.erectus y en un australopiteco anterior al A.sediba, el A.africanus. Pero entra en el debate una especie más de australopiteco, A.afarensis, a la que pertenece el célebre esqueleto Lucy, adoptado como abuela ancestral de la humanidad, aunque hay ya importantes paleoantropólogos que se inclinan por sacar a la familia de Lucy de la línea evolutiva humana. Berger sugiere “la posibilidad de que A.sediba y tal vez A.africanus no descienden del linaje de A.afarensis” y él no llega a afirmar que los fósiles de Malapa se sitúen en la línea humana, pero Science destaca que “el conjunto de análisis ahora presentado parece apuntar hacia un probable ancestro del género Homo”. El hecho de que Lucy y su familia fuesen bípedos parece complicar las cosas para los A.sediba, si estos no descienden de los A.afarensis. Pero “múltiples formas de bipedalismo fueron practicadas por nuestros ancestros primitivos homínidos”, señala el científico de Johanesburgo.

Las grandes preguntas acerca de la extraña criatura de Malapa siguen abiertas, y los científicos aspiran a contestarlas, sobre todo cuando tengan más fósiles de esta especie. El próximo verano Berger y su equipo retomarán la excavación en el yacimiento. Tal vez el A.sediba sea un antepasado remoto del Homo sapiens, o tal vez fuera un especie de homínido que acabó en un callejón sin salida de la evolución, es decir, extinguiéndose.

 

Lee R. Berger, de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica, muestra el cráneo del 'Australopithecus sediba'.

Lee R. Berger, de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica, muestra el cráneo del 'Australopithecus sediba'. Lee Berger | AP