La estudiante de la Academia del FBI Clarice Starling decide entrevistarse con el peligroso asesino en serie Hannibal Lecter, recluido en una institución mental. Lecter, a parte de un caníbal, es un brillante psiquiatra y sus conocimientos pueden ser útiles para descubrir a Buffalo Bill, un criminal que mantiene retenida a la hija de la gobernadora de Tenessee.
El psiquiatra, sin embargo, quiere que Clarice, a cambio, le ofrezca información personal, para poder conocerla mejor. Y es aquí donde aparece la locución “quid pro quo”.
Hay que aclarar que este uso de la locución para indicar un intercambio de información es exclusivo del mundo anglosajón, ya que el significado original de la locución (“una cosa por otra”) se refiere a un error, a una equivocación. Para indicar un intercambio de productos o ideas es más correcto utilizar la expresión “do ut des”. De todas formas, el éxito de la película ha convertido “quid pro quo” en una locución universalmente conocida…