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Lectura obligatòria, a l’inici de curs, a tots els instituts de França

El proper dia 22 d’octubre serà l’aniversari de l’afusellament de Guy Môquet. A França, a l’inici del curs escolar, tots els professors dels instituts hauran de llegir, als seus alumnes, la carta següent:

Ma petite maman chérie,
mon tout petit frère adoré,
mon petit papa aimé,
Je vais mourir ! Ce que je vous demande, toi, en particulier ma petite maman, c’est d’être courageuse. Je le suis et je veux l’être autant que ceux qui sont passés avant moi. Certes, j’aurais voulu vivre. Mais ce que je souhaite de tout mon cœur, c’est que ma mort serve à quelque chose. Je n’ai pas eu le temps d’embrasser Jean. J’ai embrassé mes deux frères Roger et Rino. Quant au véritable je ne peux le faire hélas ! J’espère que toutes mes affaires te seront renvoyées elles pourront servir à Serge, qui je l’escompte sera fier de les porter un jour. A toi petit papa, si je t’ai fait ainsi qu’à ma petite maman, bien des peines, je te salue une dernière fois. Sache que j’ai fait de mon mieux pour suivre la voie que tu m’as tracée.
Un dernier adieu à tous mes amis, à mon frère que j’aime beaucoup. Qu’il étudie bien pour être plus tard un homme.
17 ans 1/2, ma vie a été courte, je n’ai aucun regret, si ce n’est de vous quitter tous. Je vais mourir avec Tintin, Michels. Maman, ce que je te demande, ce que je veux que tu me promettes, c’est d’être courageuse et de surmonter ta peine.
Je ne peux en mettre davantage. Je vous quitte tous, toutes, toi maman, Serge, papa, en vous embrassant de tout mon cœur d’enfant. Courage !
Votre Guy qui vous aime.
Guy
Dernières pensées : Vous tous qui restez, soyez dignes de nous, les 27 qui allons mourir !

Publicada per LE FIGARO.fr

Guy MoquetArticle sobre aquest tema de J. M. Martí Font: “El héroe comunista que elogia Sarkozy” publicat en el diari EL PAÍS el dia 20-05-2007 . L’accés només es permés per a suscriptors, reprodueixo l’article del Bloc següent : HPA: el rincón de Carlos González Martínez

Nicolas Sarkozy, el nuevo presidente francés, gusta de los símbolos del pasado. Y especialmente si escapan del espectro de referencias que se le supone a un político conservador. Sus mejores discursos están llenos de Historia, de gestas patrióticas. Arrancó la campaña electoral robándole a la izquierda a dos de sus principales héroes: Jean Jaurès, el gran patriarca del socialismo, y Leon Blum, el hombre del Frente Popular. Y ha comenzado su mandato revistiéndose del espíritu de la Resistencia al invasor nazi y reclamando el espíritu de Guy Moquet.

Su visita al monumento de la Cascada del Bosque de Boulogne, donde fueron asesinados 35 resistentes en 1944, tan sólo una semana antes de la liberación de París, fue todo un golpe de efecto. Y más aún su homenaje al mítico Guy Moquet, el joven de 17 años ejecutado a principios de la guerra en represalia por el atentado contra un oficial alemán, y su anuncio de que, a partir de ahora, al comienzo de curso, cada año, se leerá en las aulas la emocionante carta que escribió a sus padres antes de morir, que comienza: “Mi pequeña mamá querida, mi pequeño hermano adorado, mi pequeño papá querido, voy a morir”.

A diferencia de los mártires del Bosque de Boulogne, Guy Moquet fue ejecutado al principio de la ocupación, el 22 de octubre de 1941. Tenía 17 años, pero no era un desconocido, un héroe anónimo. Había sido detenido un año antes, el 13 de octubre de 1940, por policías franceses del Gobierno colaboracionista de Vichy. Militante de las juventudes comunistas, era un internacionalista y un antifascista. Alumno del Liceo Carnot, repartía octavillas cuando le cogieron en la estación de metro de la Gare de l’Est. Era hijo de Prosper Moquet, un diputado comunista del distrito 17 de la capital, que había sido detenido poco después de la ocupación, encarcelado y deportado a Argelia.

En comisaría, Guy fue interrogado y torturado por la policía pétainista. Fue encarcelado en la prisión de Fresnes y poco después trasladado al campo de detención de Châteaubriand. Para las autoridades nazis eran rehenes. Cuando el 20 de octubre de 1941 el feldkomandant Karl Hotz fue abatido en Nantes por tres resistentes comunistas, los responsables de las fuerzas ocupantes pidieron al Gobierno de Vichy que tomara represalias y entregaron a Pierre Pucheu, ministro del Interior del Gobierno del mariscal Pétain, una lista de resistentes encarcelados para que escogiera aquellos que serían ejecutados. Pucheu seleccionó a 27, casi todos comunistas, para “evitar tener que fusilar a 50 buenos franceses”. Dos días más tarde, a la salida de Chateaubriand, los 27 fueron fusilados y murieron dando vivas a Francia.

Moquet deja la carta en la que pide a sus padres que sean valientes, reconoce que “hubiera querido vivir”, pero desea “de todo corazón” que su muerte “sirva para algo”; y le dice a su padre que ha “hecho todo lo posible para seguir el camino” que le ha trazado. Y entra en la leyenda. Por toda Francia hay retratos y esculturas de este joven bien parecido de mirada melancólica. No ha necesitado a Sarkozy. Moquet había sido un referente de la izquierda, un comunista, porque la Resistencia al ocupante nazi tuvo muchas caras y hubo incluso zancadillas entre los distintos grupos.

Por contra, el episodio de los 35 mártires de la Cascada del Bosque de Boulogne, a quienes el nuevo presidente francés rindió homenaje el día de su toma de posesión, representa la Francia cohesionada del final de la guerra. Sucede el 16 de agosto de 1944, una semana antes de la liberación de París. Las tropas aliadas avanzaban hacia la capital francesa y sus habitantes se preparaban para la insurrección contra el ocupante nazi. Un grupo de 35 resistentes de todas las confesiones -cristianos, comunistas, gaullistas- busca hacerse con el armamento. Un agente francés de la Gestapo infiltra el grupo y les promete armas. Es una trampa. Cuando se dan cuenta ya están dentro de los camiones y conforme bajan son ametrallados y rematados con granadas de mano.

Lectura obligatòria, a l'inici de curs, a tots els instituts de França

El proper dia 22 d’octubre serà l’aniversari de l’afusellament de Guy Môquet. A França, a l’inici del curs escolar, tots els professors dels instituts hauran de llegir, als seus alumnes, la carta següent:

Ma petite maman chérie,
mon tout petit frère adoré,
mon petit papa aimé,
Je vais mourir ! Ce que je vous demande, toi, en particulier ma petite maman, c’est d’être courageuse. Je le suis et je veux l’être autant que ceux qui sont passés avant moi. Certes, j’aurais voulu vivre. Mais ce que je souhaite de tout mon cœur, c’est que ma mort serve à quelque chose. Je n’ai pas eu le temps d’embrasser Jean. J’ai embrassé mes deux frères Roger et Rino. Quant au véritable je ne peux le faire hélas ! J’espère que toutes mes affaires te seront renvoyées elles pourront servir à Serge, qui je l’escompte sera fier de les porter un jour. A toi petit papa, si je t’ai fait ainsi qu’à ma petite maman, bien des peines, je te salue une dernière fois. Sache que j’ai fait de mon mieux pour suivre la voie que tu m’as tracée.
Un dernier adieu à tous mes amis, à mon frère que j’aime beaucoup. Qu’il étudie bien pour être plus tard un homme.
17 ans 1/2, ma vie a été courte, je n’ai aucun regret, si ce n’est de vous quitter tous. Je vais mourir avec Tintin, Michels. Maman, ce que je te demande, ce que je veux que tu me promettes, c’est d’être courageuse et de surmonter ta peine.
Je ne peux en mettre davantage. Je vous quitte tous, toutes, toi maman, Serge, papa, en vous embrassant de tout mon cœur d’enfant. Courage !
Votre Guy qui vous aime.
Guy
Dernières pensées : Vous tous qui restez, soyez dignes de nous, les 27 qui allons mourir !

Publicada per LE FIGARO.fr

Guy MoquetArticle sobre aquest tema de J. M. Martí Font: “El héroe comunista que elogia Sarkozy” publicat en el diari EL PAÍS el dia 20-05-2007 . L’accés només es permés per a suscriptors, reprodueixo l’article del Bloc següent : HPA: el rincón de Carlos González Martínez

Nicolas Sarkozy, el nuevo presidente francés, gusta de los símbolos del pasado. Y especialmente si escapan del espectro de referencias que se le supone a un político conservador. Sus mejores discursos están llenos de Historia, de gestas patrióticas. Arrancó la campaña electoral robándole a la izquierda a dos de sus principales héroes: Jean Jaurès, el gran patriarca del socialismo, y Leon Blum, el hombre del Frente Popular. Y ha comenzado su mandato revistiéndose del espíritu de la Resistencia al invasor nazi y reclamando el espíritu de Guy Moquet.

Su visita al monumento de la Cascada del Bosque de Boulogne, donde fueron asesinados 35 resistentes en 1944, tan sólo una semana antes de la liberación de París, fue todo un golpe de efecto. Y más aún su homenaje al mítico Guy Moquet, el joven de 17 años ejecutado a principios de la guerra en represalia por el atentado contra un oficial alemán, y su anuncio de que, a partir de ahora, al comienzo de curso, cada año, se leerá en las aulas la emocionante carta que escribió a sus padres antes de morir, que comienza: “Mi pequeña mamá querida, mi pequeño hermano adorado, mi pequeño papá querido, voy a morir”.

A diferencia de los mártires del Bosque de Boulogne, Guy Moquet fue ejecutado al principio de la ocupación, el 22 de octubre de 1941. Tenía 17 años, pero no era un desconocido, un héroe anónimo. Había sido detenido un año antes, el 13 de octubre de 1940, por policías franceses del Gobierno colaboracionista de Vichy. Militante de las juventudes comunistas, era un internacionalista y un antifascista. Alumno del Liceo Carnot, repartía octavillas cuando le cogieron en la estación de metro de la Gare de l’Est. Era hijo de Prosper Moquet, un diputado comunista del distrito 17 de la capital, que había sido detenido poco después de la ocupación, encarcelado y deportado a Argelia.

En comisaría, Guy fue interrogado y torturado por la policía pétainista. Fue encarcelado en la prisión de Fresnes y poco después trasladado al campo de detención de Châteaubriand. Para las autoridades nazis eran rehenes. Cuando el 20 de octubre de 1941 el feldkomandant Karl Hotz fue abatido en Nantes por tres resistentes comunistas, los responsables de las fuerzas ocupantes pidieron al Gobierno de Vichy que tomara represalias y entregaron a Pierre Pucheu, ministro del Interior del Gobierno del mariscal Pétain, una lista de resistentes encarcelados para que escogiera aquellos que serían ejecutados. Pucheu seleccionó a 27, casi todos comunistas, para “evitar tener que fusilar a 50 buenos franceses”. Dos días más tarde, a la salida de Chateaubriand, los 27 fueron fusilados y murieron dando vivas a Francia.

Moquet deja la carta en la que pide a sus padres que sean valientes, reconoce que “hubiera querido vivir”, pero desea “de todo corazón” que su muerte “sirva para algo”; y le dice a su padre que ha “hecho todo lo posible para seguir el camino” que le ha trazado. Y entra en la leyenda. Por toda Francia hay retratos y esculturas de este joven bien parecido de mirada melancólica. No ha necesitado a Sarkozy. Moquet había sido un referente de la izquierda, un comunista, porque la Resistencia al ocupante nazi tuvo muchas caras y hubo incluso zancadillas entre los distintos grupos.

Por contra, el episodio de los 35 mártires de la Cascada del Bosque de Boulogne, a quienes el nuevo presidente francés rindió homenaje el día de su toma de posesión, representa la Francia cohesionada del final de la guerra. Sucede el 16 de agosto de 1944, una semana antes de la liberación de París. Las tropas aliadas avanzaban hacia la capital francesa y sus habitantes se preparaban para la insurrección contra el ocupante nazi. Un grupo de 35 resistentes de todas las confesiones -cristianos, comunistas, gaullistas- busca hacerse con el armamento. Un agente francés de la Gestapo infiltra el grupo y les promete armas. Es una trampa. Cuando se dan cuenta ya están dentro de los camiones y conforme bajan son ametrallados y rematados con granadas de mano.

DORIS LESSING (Premi Nobel de literatura)

Doris

ROBERT SALADRIGAS

Es sencillamente imposible disociar a Doris Lessing de una novela cuyos fulgores ensombrecen el resto de su dilatada obra iniciada con Canta la hierba (1950). Me refiero a El cuaderno dorado, aparecida en 1962 y que inmediatamente fue celebrada por las intelectuales feministas británicas como la quintaesencia ficcional de la condición de la mujer. Era razonable, aunque parcial, verla sólo desde este prisma. Esta novela, temáticamente ambiciosa donde las haya, experimental en cuanto a estructura narrativa, tiene muchos más méritos. Aunque siempre me resisto a considerar capítulo aparte la literatura escrita por mujeres, en este caso es preciso señalar que Lessing se adscribe a la generación de autoras inglesas emancipadas que se dieron a conocer en los 50 y 60 como Iris Murdoch, Muriel Spark o Margaret Drabble. De entre ellas, interesadas en plasmar sus experiencias vitales, Lessing es la que poseía un más complejo bagaje biográfico y una visión más lúcida de la época. Entre 1952 y 1969 escribe bajo el título de Children of violence una larguísima novela, dividida en cinco tomos, basada en sus recuerdos africanos a través de la historia de una protagonista, Martha Quest, que plantea las abominaciones de la política colonial británica, su liberación como mujer y, ya anciana, concluye en una Inglaterra apocalíptica. Pero en ningún momento la pentalogía alcanza la dimensión literaria ni el compromiso absoluto e incluso agresivo, a la manera sartriana, que hacen de El cuaderno dorado una obra de referencia para asimilar la turbiedad de aquellos años 60 y el profundo desengaño de toda actitud idealista que situaba a Lessing al borde del nihilismo. Su novela extremadamente pesimista abarca temas tan diversos como el conflicte entre la ficción y lo vivido, la represión de la sexualidad femenina y la neurosis, y, por encima de todo, la conclusión de que en tales circunstancias las mujeres y los hombres están en la más completa soledad, indefensos, sin dogmatismos ideológicos ni utopías por cuya realización valga la pena empeñar la vida.

En ese texto magmático y barroco sobre la frustración histórica del individuo tras la segunda catástrofe bélica del siglo XX, Lessing se vació. Ha seguido escribiendo y su obra siempre crítica e interesante llena un espacio digno en la narrativa europea actual, pero pienso que para comprender el espíritu que sustenta a esta autora es indispensable buscar en El cuaderno dorado. Ofrece la severa autobiografia de su conciencia rescatada de toda alienación.

SALADRIGAS, Robert. “Sin utopías”. La Vanguardia. [Barcelona] 45252, (12.10.07), p. 34

Recursos del projecte

Amic de Paper: Es una associació té per objecte promoure i potenciar la lectura infantil i juvenil en l’àmbit escolar i col·laborar a la creació, al manteniment i a l’ampliació de biblioteques escolars.

ePèrgam:L’aplicació per a la gestió de les biblioteques escolars. Mòdul de consultes

Programa ePèrgam: Programa de gestió de les biblioteques escolars. Només els centres amb un projecte d’innovació educativa aprovat. En fase experimental.

Biblioteca Comarcal de Blanes: Plana web de l’Ajuntament d’informació del servei de Biblioteca. La Biblioteca no té pàgina web pròpia.

Dedicat als professors de cinquanta anys del centre

… los cincuenta me recuerdan una canción que cantaba mi madre y de la que sólo me queda una estrofa aislada sobre un “caminito del olvido”. Pues eso. Para recordar mi década de los cincuenta he de hacer un esfuerzo excepcional, no porque se me hayan olvidado cosas, que estoy seguro que sí, sino porque han pasado tan rápido que apenas si uno tuvo tiempo de fijarlas. No guardo una conciencia especial de mis cincuenta fuera de que los viví intensamente, supongo, porque de no ser así uno conservaría memoria del aburrimiento y la duda, pero más allá de eso, los cincuentones somos gentes demasiado inclinadas a no renunciar a nada, menos al ridículo. Quizá los cincuenta desarrollen en nosotros una inclinación inquietante que consiste en convertir cada defecto en algo crónico y por tanto inseparable para lo que nos reste; metidos en los cincuenta hay cosas que aún son posibles: aprender idiomas, sacarse el carnet de conducir, hacer viajes exóticos, enamorarse ó descubrir que la vida vivida es vida gastada y construirse un nuevo proyecto: cambiar de oficio, de familia, de casa, de país y hasta de coche. Los cincuenta son quizá la última oportunidad antes de jubilarse de todo.

MORÁN, Gregorio. “Cosas que ya no haré”. La Vanguardia. [Barcelona] 45218, (08.09.07), p. 20