Daily Archives: 23 octubre 2007

Guy Môquet divide a Francia

Izquierda y sindicatos boicotean la lectura de la carta que decretó Sarkozy

Voy a morir! Lo que os pido, en particular a ti, madrecita, es que seas valiente. Yo lo soy y quiero serlo tanto como los que murieron antes que yo”. Guy Mó­quet tenía 17 años cuando escri­bió la carta a la que pertenecen estas líneas. Estaba a punto de ser fusilado por los alemanes jun­to a otros 27 prisioneros en repre­salia por el asesinato de un oficial nazi y se despedía de su familia. Nada reseñable en el breve texto de este comunista detenido por repartir pasquines denunciando al gobierno de Vichy. Ni una pro­clama patriótica o política, ni una invitación a levantarse en armas, matar invasores o destruir el capi­talismo. La carta es de una senci­llez conmovedora, dado el trago que le aguardaba al chaval.

Pese a ello, la directiva del go­bierno Sarkozy de que fuera leí­da en todos los institutos el 22 de octubre, 66 años después de la ejecución, creó un alboroto. Una iniciativa que pretende repetirse cada año para que los jóvenes “no olviden” y que ayer se saldó con la negativa de muchos docen­tes y con críticas severas de la iz­quierda, que la denunció como un acto de “instrumentalización de la historia con fines políticos”.

Sarkozy despachó a varios miembros del Gobierno a los cen­tros en los que estudiaron para que asistieran a la lectura. Se creía que él acudiría al liceo Car­not de la capital, donde estudió Môquet, pero una agenda muy cargada -almorzar con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y viajar a Marruecos- acabó por impedirlo. El primer ministro, François Fillon, recibió a los estu­diantes de tres institutos en Mati­gnon y aprovechó para rechazar las críticas. Se libró de la suerte que corrieron algunos de los ministros, como la titular de Justi­cia, Rachida Dati, que asistió a la lectura en el instituto Guy Mô­quet de Villejuif, en los alrededo­res de París, donde fue recibida por medio centenar de manifes­tantes que le recriminaron las “le­yes racistas” en inmigración. “¿Por qué Sarkozy ataca todo lo que defendió Môquet?”, se pre­guntaba Emmanuelle, de 19 años.

GuyEl partido Comunista, que en un principio defendió la iniciati­va, acabó condenándola por con­siderar que el Gobierno trataba de ocultar “el compromiso comu­nista de Môquet’. Por ejemplo, refiriéndose a él como “compañe­ro”, y no como “camarada”.

En cuanto a los sindicatos, ha­bían aconsejado no leer la carta porque “no es defendible funda­mentar la enseñanza en la emo­ción, ni obedecer sin condiciones una prescripción presidencial que perturba la progresión peda­gógica”. La lectura, sin embargo, se llevó a cabo en muchos centros (en un 95%, según el Gobier­no). Los estudiantes se dividían entre quienes se oponían a ella, quienes estaban a favor y quienes creían que Guy Môquet era una estación de metro de París.

A quienes no les resultó muy útil fue a los jugadores de la selec­ción francesa de rugby. Su entre­nador, Bernard Laporte, quizás consideró que La marsellesa no era suficiente arenga y les leyó la carta antes de un partido. Al fi­nal, lo perdieron. Al fin y al cabo, no se trata de una poción mágica, sólo es la carta de despedida de un chaval a su familia.

LLANAS, Ramón. “Guy Môquet divide a Francia”. La Vanguardia. [Barcelona], (23.10.07), p. 10