Había una vez un niño que quería un perro. Le preguntó a sus padres si podía tener uno, pero los padres no querían. El niño estaba muy triste. Pasaron tres semanas, sus padres veían que estaba más triste y decidieron comprale uno. Le llamó Quichi. Cada día le sacaba de paseo y jugaba siempre con él, pero a veces se le olvidaba bañarlo. El perro era marrón y negro. Los padres estaban hablando que se tendrían que mudar y el niño cuando los escuchó se puso a llorara muy triste. Se fueron a una casa más grande y tenia más espacio para jugar. El perro, el niño y sus padres eran felices.
Ainoa Moreno