Un café contigo


[Imagen: Richard Estes]

Si vienes antes de las cinco, encontrarás el bar de Henrietta casi vacío y con ese olor de recién abierto que dura tan poco. Verás como, al entrar, el sol de media tarde se vuelve sombra y silencio y sobre la barra, minúsculas briznas de polvo suspendidas en el aire se hacen del todo visibles. Si respiras lentamente, notarás un discreto olor a capuchino. Ya lo verás: todo es un poco setentón, pasado de moda y la música es insulsa, rollo dentista. Negro, rojo, un poco de caoba, cristal. Y la calle ahí, fuera. Un rincón pequeñito en una esquina sin nada. Desde aquí te vi la primera vez y vengo a verte pasar cada tarde. Si lees esta nota, entra por favor en el Henrietta. Yo estaré allí.

Cómo es tu bar o tu establecimiento preferido. Incluye elementos descriptivos. Extensión: unas 70 palabras.

26 thoughts on “Un café contigo”

  1. Me gusta un local donde haya billar, futbolín, televisión con canales de fútbol, donde no haya mucha luz. Hay un bar en mi barrio que es como mi segunda casa. Cuando yo entro allí, me conocen todos, los trabajadores y algunos clientes fijos. Los siento como de mi familia. En el bar no hay demasiada gente ní mucho ruido. Siempre me siento en la misma mesa, la que hay en la esquina. Voy solamente un día a la semana. Ellos saben lo que me tomaré: un café con leche y un croissant de chocolate. El olor del café me encanta. Apago mi móvil y me desconecto del mundo. Me siento muy relajado y feliz allí, pues desaparecen casi todos los problemas cuando entro. Juego al billar y escucho la música a volumen bajo. Este bar no está de moda ni es moderno, tiene un toque muy antiguo y clásico que me encanta. Me transporta a otros tiempos. He conocido a mucha gente en este bar, personas que ahora son mis mejores amigos. Allí he aprendido la cultura, las tradiciones y los festivales del país. Cuando alguien te diga que estoy en un bar, búscame aquí primero.

  2. Me gusta un local donde haya billar, futbolín, televisión con canales de fútbol, donde no haya mucha luz. Hay un bar en mi barrio que es como mi segunda casa. Cuando yo entro allí, me conocen todos, los trabajadores y algunos clientes fijos. Los siento como de mi familia. En el bar no hay demasiada gente ní mucho ruido. Siempre me siento en la misma mesa, la que hay en la esquina. Voy solamente un día a la semana. Ellos saben lo que me tomaré: un café con leche y un croissant de chocolate. El olor del café me encanta. Apago mi móvil y me desconecto del mundo. Me siento muy relajado y feliz allí, pues desaparecen casi todos los problemas cuando entro. Juego al billar y escucho la música a volumen bajo. Este bar no está de moda ni es moderno, tiene un toque muy antiguo y clásico que me encanta. Me transporta a otros tiempos. He conocido a mucha gente en este bar, personas que ahora son mis mejores amigos. Allí he aprendido la cultura, las tradiciones y los festivales del país. Cuando alguien te diga que estoy en un bar, búscame aquí primero.

  3. Para mí la mejor cafetería era la casa de mis padres. Allí, donde mi madre cada día se despertaba temprano para prepararnos el desayuno. Recuerdo la mesa redonda de patas bajas y cinco taburetes de cuero oscuro; las tazas eran de cristal, de diferentes colores, la mía era la azul. Nos despertábamos con el aroma del café y el olor del pan tostado. Ojalá pudiera volver atrás de nuevo para tomar el buen café que nos ofrecía mi querida madre.

  4. Para mí la mejor cafetería era la casa de mis padres. Allí, donde mi madre cada día se despertaba temprano para prepararnos el desayuno. Recuerdo la mesa redonda de patas bajas y cinco taburetes de cuero oscuro; las tazas eran de cristal, de diferentes colores, la mía era la azul. Nos despertábamos con el aroma del café y el olor del pan tostado. Ojalá pudiera volver atrás de nuevo para tomar el buen café que nos ofrecía mi querida madre.

  5. En los bajos de un moderno edificio, un gran espacio acristalado permite entrever el alma de La Neula, una cafetería pastelería de L’Hospitalet. El espacio es nítido, vivo, lleno de imágenes que despiertan los sentidos y que son el anuncio de lo que allí puedes encontrar; en su única pared, una gran instantánea de pequeños placeres que, aun sin haberte sentado, ya puedes degustar. Pero lo mejor de todo es su aroma caliente, fuerte y amargo, que evoca recuerdos festivos. Una granja nacida en plena crisis, cuya propietaria es mi amiga.

  6. En los bajos de un moderno edificio, un gran espacio acristalado permite entrever el alma de La Neula, una cafetería pastelería de L’Hospitalet. El espacio es nítido, vivo, lleno de imágenes que despiertan los sentidos y que son el anuncio de lo que allí puedes encontrar; en su única pared, una gran instantánea de pequeños placeres que, aun sin haberte sentado, ya puedes degustar. Pero lo mejor de todo es su aroma caliente, fuerte y amargo, que evoca recuerdos festivos. Una granja nacida en plena crisis, cuya propietaria es mi amiga.

  7. He estado deseando durante toda la semana a que llegara este día; el viernes se hizo interminable pero al fin es sábado. Hoy he quedado con Pedro, un amigo de la infancia con quien, desde hace ya quince años, comparto almuerzo en La Cova Fumada, un bar situado en el emblemático barrio de la Barceloneta. Sentado en la mesa de costumbre, constato que el interior continúa igual, que es el mismo lugar pintoresco de siempre: pocas mesas, pues el espacio es reducido, una barra pequeña y la cocina abierta, todo a los ojos de los clientes. Se percibe perfectamente la combinación de olores generados por la diversidad de tapas, entre ellas las famosas “bombas”, la cap-i-pota y las exquisitas alcachofas a la brasa. A todo ello debemos sumar la sensación envolvente del salitre. Después de tantos años, la confianza con el personal es cordial, cálida y cercana a la vez. El almuerzo ha transcurrido muy deprisa y en buena compañía. Después de saborear un magnífico café, nos despedimos para volvernos a encontrar de nuevo allí muy pronto.

  8. He estado deseando durante toda la semana a que llegara este día; el viernes se hizo interminable pero al fin es sábado. Hoy he quedado con Pedro, un amigo de la infancia con quien, desde hace ya quince años, comparto almuerzo en La Cova Fumada, un bar situado en el emblemático barrio de la Barceloneta. Sentado en la mesa de costumbre, constato que el interior continúa igual, que es el mismo lugar pintoresco de siempre: pocas mesas, pues el espacio es reducido, una barra pequeña y la cocina abierta, todo a los ojos de los clientes. Se percibe perfectamente la combinación de olores generados por la diversidad de tapas, entre ellas las famosas “bombas”, la cap-i-pota y las exquisitas alcachofas a la brasa. A todo ello debemos sumar la sensación envolvente del salitre. Después de tantos años, la confianza con el personal es cordial, cálida y cercana a la vez. El almuerzo ha transcurrido muy deprisa y en buena compañía. Después de saborear un magnífico café, nos despedimos para volvernos a encontrar de nuevo allí muy pronto.

  9. En el Paseo del Born de Barcelona se encuentra un restaurante que ofrece jazz en directo. El Little Italy Restaurant. Sirven unos fantásticos cócteles y bebidas que puedes disfrutar en la barra mientras tus sentidos se deleitan en un ambiente selecto y un tanto sofisticado, pero principalmente sosegado y distendido. Me transporta a los bares de New Orleans, donde la música jazz se apodera del lugar y envuelve a la clientela de buenas sensaciones. Los cócteles son formidables y en conjunto, vienen ganas de repetir. Sin duda, el Little Italy es un lugar idóneo para quien aprecie este perfil de local.

  10. En el Paseo del Born de Barcelona se encuentra un restaurante que ofrece jazz en directo. El Little Italy Restaurant. Sirven unos fantásticos cócteles y bebidas que puedes disfrutar en la barra mientras tus sentidos se deleitan en un ambiente selecto y un tanto sofisticado, pero principalmente sosegado y distendido. Me transporta a los bares de New Orleans, donde la música jazz se apodera del lugar y envuelve a la clientela de buenas sensaciones. Los cócteles son formidables y en conjunto, vienen ganas de repetir. Sin duda, el Little Italy es un lugar idóneo para quien aprecie este perfil de local.

  11. Rodeada de gente me encontraba en la cafeteria Peggy Sue, un local como otros tantos que hay en la Barcelona condal, cuya decoración es bastante cursi pero en fin, a la gente le gusta la moda de la década de los 70, como en la película Grease. Las camareras visten a conjunto de la decoración: camiseta rosa con delantal rosa con rayas blancas. Y en vez de llevar zapatos, usan patines de cuatro ruedas. La comida es tipo americana, hamburguesas con grandes cantidades de salsas y servidas con batidos de chocolate, fresa o nata. Es una atracción digna de visitar en la ciudad. ¡Entra y ya me contarás tu sensacion!.

  12. Rodeada de gente me encontraba en la cafeteria Peggy Sue, un local como otros tantos que hay en la Barcelona condal, cuya decoración es bastante cursi pero en fin, a la gente le gusta la moda de la década de los 70, como en la película Grease. Las camareras visten a conjunto de la decoración: camiseta rosa con delantal rosa con rayas blancas. Y en vez de llevar zapatos, usan patines de cuatro ruedas. La comida es tipo americana, hamburguesas con grandes cantidades de salsas y servidas con batidos de chocolate, fresa o nata. Es una atracción digna de visitar en la ciudad. ¡Entra y ya me contarás tu sensacion!.

  13. Tommy Mel’s. Ese fabuloso restaurante americano que me vuelve loca, y es así desde el día que lo descubrí en Estados Unidos, y que por fin ha abierto en Barcelona. Sus colores, sus platos, su estilo ochentero que llevo tan adentro, su música rock and roll mientras disfrutas de esas superhamburguesas y perritos calientes deliciosos que solo se hacían en esa época y de sus platos inspirados en Las Vegas, sin olvidar esos postres y batidos que hacen que estés unos minutos más allí por más prisa que tengas. Adoro ese lugar y al menos voy dos veces al mes a darme mi capricho, un capricho que te traen unas camareras montadas en patines, vestidas de rosa y con una espléndida sonrisa. Adoro ese lugar y su olor a flores hawaianas que se te impregna en la ropa hasta llegar a casa. En ese restaurante me siento bien, porque olvidas por un momento todo y te empapas de ese espíritu libre y despreocuparte de los ochenta que hace mucha falta ahora.

  14. Tommy Mel’s. Ese fabuloso restaurante americano que me vuelve loca, y es así desde el día que lo descubrí en Estados Unidos, y que por fin ha abierto en Barcelona. Sus colores, sus platos, su estilo ochentero que llevo tan adentro, su música rock and roll mientras disfrutas de esas superhamburguesas y perritos calientes deliciosos que solo se hacían en esa época y de sus platos inspirados en Las Vegas, sin olvidar esos postres y batidos que hacen que estés unos minutos más allí por más prisa que tengas. Adoro ese lugar y al menos voy dos veces al mes a darme mi capricho, un capricho que te traen unas camareras montadas en patines, vestidas de rosa y con una espléndida sonrisa. Adoro ese lugar y su olor a flores hawaianas que se te impregna en la ropa hasta llegar a casa. En ese restaurante me siento bien, porque olvidas por un momento todo y te empapas de ese espíritu libre y despreocuparte de los ochenta que hace mucha falta ahora.

  15. Mi bar preferido se llama Ramen-ya; como indica su nombre es un restaurante japonés y hacen sopa Ramen. El lugar es pequeño: solamente tiene cinco mesas y una barra; enfrente se ve la cocina y a sus dos cocineros. Mientras esperas, te va viniendo el aroma de la sopa. Hay dos camareros muy eficientes que visten un delantal a media cintura. En la barra, al principio, cerca de la puerta, hay dos figuras: un gato y un perro. Si dejas propina en alguno de ellos, estos levantan la pata y el rabo, respectivamente.

  16. Mi bar preferido se llama Ramen-ya; como indica su nombre es un restaurante japonés y hacen sopa Ramen. El lugar es pequeño: solamente tiene cinco mesas y una barra; enfrente se ve la cocina y a sus dos cocineros. Mientras esperas, te va viniendo el aroma de la sopa. Hay dos camareros muy eficientes que visten un delantal a media cintura. En la barra, al principio, cerca de la puerta, hay dos figuras: un gato y un perro. Si dejas propina en alguno de ellos, estos levantan la pata y el rabo, respectivamente.

  17. ¡Qué tendrá la tertulia de un café que a la mayoría de los mortales nos encanta! Tanto sea por la mañana como después de comer, sea la hora que sea es encantadora siempre que estés en una buena compañía y una buena conversación; aunque a veces también es encantador poder estar con un café ensimismado en tus pensamientos o absorto en la lectura un libro. Quién por la mañana se resiste a un café en el sitio de costumbre antes de ir a trabajar, realizar algunos comentarios y incorporarte al trabajo con un buen humor… También tenemos los sitios o rincones agradables donde quedar con los amigos e intercambiar sonrisas y bromas para que se nos haga ese momento más agradable. En fin, un café puede dar para mucho.

  18. ¡Qué tendrá la tertulia de un café que a la mayoría de los mortales nos encanta! Tanto sea por la mañana como después de comer, sea la hora que sea es encantadora siempre que estés en una buena compañía y una buena conversación; aunque a veces también es encantador poder estar con un café ensimismado en tus pensamientos o absorto en la lectura un libro. Quién por la mañana se resiste a un café en el sitio de costumbre antes de ir a trabajar, realizar algunos comentarios y incorporarte al trabajo con un buen humor… También tenemos los sitios o rincones agradables donde quedar con los amigos e intercambiar sonrisas y bromas para que se nos haga ese momento más agradable. En fin, un café puede dar para mucho.

  19. Tenía que describir una cafetería de mi agrado, pero si he de ser sincera, prefiero tomar el café en casa y cuando salgo, saborear una caipiriña en mi local preferido: se llama Antilla, y es el mayor club de salsa de Barcelona y el lugar perfecto para moverse a ritmos latinos.
    Es un espacio amplio, cómodo, colorido, con una decoración exquisita y una iluminación espectacular. La barra es de cristal y acoge en su interior diferentes objetos: monedas antiguas, botellas, posavasos… todos pertenecientes a la cultura cubana. Parece un pequeño museo.
    Por las tardes imparten clases de salsa, bachata y otros ritmos; después, por la noche, una puede disfrutar del sabor del Caribe gracias a sus variados cócteles y fundirse en un espacio donde la música y el baile son los ingredientes principales.

  20. Voy caminando por la calle y siento un aroma a azahar, a tomillo, a vida. Justo cuando llego a la esquina me encuentro con unos grandes ventanales. Todos cubiertos de pequeñas macetas con diferentes plantas que perfuman todo el ambiente; fijándome, puede ver lo que parecía ser un bar, aunque con un estilo diferente. Es lo que tiene esta ciudad: diferentes rincones donde la gente se pierde cuando llega el atardecer. Sin darme cuenta mis pasos me llevaron hacia dentro, como si estuviera hipnotizado me dirigí a la barra. Una barra con un estilo afrancesado, bastante grande y que acabada en medio círculo. Sobre ella podía observar unas grandes lámparas de apariencia renacentista y, repartidos por el espacio, sofás de terciopelo negro que invitaban a sentarse en un rincón de aquel pequeño café a disfrutar de alguna bebida a media luz. Ya sentado, observé que había un pequeño escenario, y encima un cartel que anunciaba un concierto de jazz, en vivo, para esa misma noche. Cuando acabé de tomar mi cerveza y salí de aquel lugar, como si de un bebé se tratase, entendí que era posible volver a parar el tiempo.

  21. Un café contigo

    Gira la cuchara y suena
    nervios en mis dedos
    tiembla tu mano

    persigue la cuchara al azúcar
    mi mirada a la tuya
    mi voz a tu voz

    suena la cuchara y espera
    entorpece su camino un instante
    un silencio una sonrisa y un beso

  22. El bosc de les fades, así se hacía llamar el lugar al que la llevé. Entramos por la puerta y me sorprendió la magia que ese sitio me transmitía. Mis ojos no paraban de mirar las paredes adornadas con hojas y árboles. Las mesas eran de madera, como sacadas de un cuento de Disney. Se podía apreciar el canto de algún búho y de los grillos. La oscuridad y el frescor de ese lugar te trasladaban al bosque más mágico, te olvidabas de que estabas en medio del barrio gótico de Barcelona. De repente, las luces se apagaban y se simulaba una tormenta. Se escuchaba el chasquido de las gotas al chocar con el suelo, los truenos y unas luces emulaban a los relámpagos; desde luego, no faltaba detalle en ese lugar. Recuerdo que nos sentamos al lado de la cascada y compartimos un par de cervezas. Nunca olvidaré ese día, ni esas palabras junto al rumor del agua, ni esa sensación. No era la primera cita, ni la segunda, fue la última. Qué ironía que un lugar tan bello nos dejara un sabor tan amargo.

  23. El frío del invierno ha arreciado en los últimos días. El viento sopla ahora con fuerza y arranca del suelo polvo, tierra y desperdicios. Pero me siento reconfortado y salvo de tanta intemperie, pues estoy en mi sitio. Estoy en mi bar. Este es mi territorio, mi lugar de encuentro. Este es el santuario donde cada fin de semana peregrinan aquellos que como yo buscamos un modo de sentirnos más felices, más libres y menos solos e incomprendidos. Todos tienen un motivo por el que estar hoy aquí. Algunos buscan ser aceptados por el grupo. Otros en cambio se desahogan en confesiones con el objeto de liberar el peso de sus consciencias. Pero hoy no quiero pensar en ello. Quiero disfrutar de esta noche. ¡Hoy celebro mis 18 primaveras! Así que si quiero pasármelo bien, debo aceptar la religión que en este local se procesa. Así pues, que comience el rito: ¡Camarero, una ronda para toda la mesa! Hoy invito yo, que es mi “cumple” …

  24. Hoy he quedado con mi profesora de francés para tomar un café en Els Quatre Gats. Imagino que le gustará por su decoración modernista y también por los cuadros expuestos en sus paredes. Este establecimiento que acogía un restaurante, una cafetería, un cabaret… se convirtió en uno de los lugares de referencia del modernismo catalán. Tenía una larga tradición de tertulias donde se pretendía arreglar el mundo, pero también se celebraban cenas, reuniones musicales, literarias y de arte. En sus sillas se han sentado personajes como Pablo Picasso y Antonio Gaudí.
    ¿Os animáis a conocerlo también?

  25. Ante todo, debo confesarme poco amigo de los bares, y mucho menos de los clubes de copas nocturnos. Así que, puestos a elegir un bar donde realmente me encuentre a gusto, elijo aquel que suele ubicarse al lado de piscinas durante la época estival. Uno de los motivos por los que me gustan especialmente estos locales es que tienen la particularidad de ofrecer productos habituales con un sabor fuera de lo común. Supongo que es el propio apetito, acrecentado por el ejercicio físico llevado a cabo durante todo un día en el agua, el culpable de que todo sepa más y mejor.
    Aunque si debo elegir un local donde realmente puedo conseguir relajarme y dejar a un lado mi curiosidad por la gente y mi constante estado de alerta, me decanto por una cafetería. Pero no una cualquiera, sino una de ambiente sosegado. Aunque tampoco vacía de clientes. Estos deben existir, aunque la suma de decibelios de sus conversaciones deberá estar siempre contenida.

  26. Nada te sorprenderá cuando entres: la combinación de naranja, blanco y negro, la decoración minimalista, los vinilos con motivos vegetales… Sus pretensiones transgresoras solo consiguen convertirlo en un local a la moda más. Pero dale una oportunidad y cruza la gélida y geométrica sala, porque allá al fondo, el frío se hace calor y reina el desorden. Al llegar al patio, farolillos multicolores cuelgan confusos de los árboles retorcidos, alumbrando con sus luces tenues las mesas de mosaico. Te esperaré en la más retirada, para regalarme unos segundos más de ese momento mágico que es verte llegar.

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