Payasos

Binky The Clown

[Foto: autor desconocido]

Lo terrible no es solo que un payaso se suicide, lo terrible es que se suicide el listo. Pero largos años aguantando las sandeces del tonto pueden minar la entereza del más pintado. A menudo cuando escucho algunos payasos cotidianos, me siento como un pálido payaso listo de orejas coloradas y ridículo sombrerillo.

Mauro Entrialgo

Tú y los payasos. Texto personal, de extensión libre.

8 thoughts on “Payasos”

  1. — José, ¿ a qué tienes tanto miedo? Es un juguete.
    Pero José sabía que no era solo un juguete. Era el dueño de sus pesadillas.
    — No es porque sea un payaso, es porque es diabólico.
    — ¡Pero José! – interrumpió su hermana – ¡No pasa nada! ¡No digas bobadas!
    — ¡No! No son bobadas, es real.
    El muñeco era pequeño y tétrico. Llevaba puesto un mono verde lleno de manchas rojas, unos zapatos enormes y un pelo afro de color naranja. Pero lo que
    le delataba era su sonrisa traviesa. A su hermana, Marina, se le ocurrió gastarle una broma a José. José dejaba el muñeco en una silla, Marina se lo cambiaba de sitio para que José sospechara y lo pasara aún peor (si cabía).
    — Marina, ¿qué pasó? El muñeco se movió de lugar.
    — José, no seas paranoico, es un muñeco. ¡No se mueve!
    — ¡Sí, Marina! Lo dejé en la silla del comedor y apareció en mi cama. El muñeco tiene vida.
    Esta situación duró mucho tiempo. José pasando miedo y Marina moviendo el muñeco de lugar. Al cabo de unos años, Marina se fue con su pareja a vivir en un pequeño pueblo, y para sorpresa de ella el muñeco viajó con ella. Marina llamó a José y le dijo que le enviaría un paquete urgente para él. Cuando José recibió el muñeco, quedó paralizado. ¿Cómo pudo llegar el muñeco a manos de su hermana? Un misterio incomprensible.

  2. ¡Payasos! ¡Qué buenos ratos nos han hecho pasar! , ¡qué niño no se ha reído con ellos! Antes era más común verlos en los circos, algo que ahora se ha perdido; luego aparecieron los payasos de la tele -¡qué tiempos aquellos!; el ” ¿Cómo están ustedes?” se sentía por todos los sitios y lugares, era el saludo normal y simpático. Pero todo tiene su época y su tiempo; ahora se pueden ver en el circo (en los pocos que existen) y en las fiestas que se hacen para los niños. ¡Qué buenos ratos nos han hecho, nos hacen y creo que seguirán haciéndonos pasar! Sin olvidarnos de los payasos que hoy en día se dedican a ir por los hospitales y países sin recursos para hacer más felices a los niños y por qué no, a los grandes también.

  3. Cuando yo era pequeña, algunos fines de semana iba con mi familia al circo; yo esperaba con impaciencia que llegara ese día. Me gustaba observar a cada artista cómo realizaba sus espectaculares actuaciones. Pero los que realmente me hacían reír eran los payasos. Ahora en la actualidad, no voy mucho a los circos, pero admiro su gran esfuerzo para hacernos olvidar por unos minutos la vida cotidiana. Para mí, nunca deberían desaparecer los circos, ya que significan ilusión para todos.

  4. El payaso es una figura que relacionamos con la sonrisa y que conocemos a través del circo y de la televisión. Con él hemos aprendido a sonreír pequeños y mayores, llenando momentos de nuestra existencia que con el tiempo se han hecho imborrables. Sin embargo, detrás de esa figura vestida de ornamentos llamativos, colores vivos y cara maquillada está la persona que dedica su vida a alegrar la de los demás. En esos momentos de actuación sus sentimientos dejan de existir para dar paso a hacernos reír. En el mundo del espectáculo dicen que es más fácil hacer llorar que hacer reír. Sirva este escrito como pequeño homenaje a los payasos, esas personas que por unos momentos olvidan sus tristezas y problemas cubriéndolos de color y alegría para regalarnos su mejor intención.

  5. Resulta curioso cómo la palabra payaso puede tener diferentes connotaciones dependiendo del lugar, el momento, y el estado de ánimo com la que se utilice. Así siempre es agradable encontrarnos con el típico payaso de turno que, con alguno de sus chistes y su innato humor, consigue arrancarnos con suma facilidad una sonrisa durante una cena de amigos.
    Por contra, payaso es la palabra que le viene a uno a la mente cuando piensa en personajes públicos del mundo del corazón o la política, que ejecutan con precisión sus juegos malabares de palabras en el gran circo de la televisión.
    Sin duda, y más en los tiempos que corren, hay que tomarse la vida con mucho humor, sobre todo para soportar la hipocresía de algunos políticos que, mientras por un lado vitorean tener la fórmula para salir de la crisis, por otro malversan recursos y fondos públicos.

  6. El payaso. Interesante reflexión. Curioso personaje de indumentaria estridente y chocante. De alma sacrificada y tremendamente humana. Actor empedernido de la risotada, repleto de sentido autocrítico. Dotado de ingenio y sutiles mensajes subliminales cargados de emoción. Hábil cazador de gestualidades caricaturescas. Atrevido en el escenario, desacreditado fuera de él, llegando a ser su nombre deshonrado en la jerga adulta, usado como insulto.
    Es aquel maestro que da ejemplo de su condición innata al servicio del pueblo, complaciendo a los más pequeños y llenando de ternura a sus padres en todos esos circos ambulantes de toda índole, y siendo en ellos una figura fundamental. Otros, menos afortunados, trabajan en la intemperie para ganar la primera moneda del día.
    Quizás en otra ocasión mencionaría detalladamente aquel payaso que aparece en las peores pesadillas del ingenio humano, pero mejor me abstengo. El mundo onírico que llena de mitos este tema parece formar parte de un pasado que Stephen King y Hollywood ya dejó finiquitado.

  7. Ya que el texto hace referencia a los payasos no me he podido resistir a hacer algún comentario. Yo y los payasos. Tantas experiencias he vivido con ellos que no sabría por dónde empezar. Una anécdota quizás para mí graciosa ocurrió cuando tuve un pequeño encuentro con la organización Payasos sin fronteras, y tu te preguntarás…”¿Y qué es eso?” Se trata de una organización sin animo de lucro que busca la buena voluntad; para entendernos, sigue algunos dogmas de la Iglesia. Un señor me propuso que le comprase una nariz roja a cambio de la voluntad y le dije que no llevaba nada encima. Aunque eso es algo que se suele decir cuando uno tiene prisa y además no le interesa, esta vez era cierto. Me pasó como en el cuento de las ovejas y el lobo. Aquel día, con las prisas, me dejé la cartera en casa; lo curioso fue la cara de póquer que se le quedó al pobre payaso, quien, no se había creído nada de lo que le había dicho. Por otro lado, considero que hay causas más importantes que apoyar económicamente que no a una organización de payasos. Quizá estaría de acuerdo si esta fuese de médicos. Igualmente, ver la cara de un payaso indignado no tiene precio. Lo bueno es cuando andas por la calle y ves a estos personajes disfrazados intentando hacer reír a la gente, o lo que es aún mejor, intentando sacar la sonrisa de un niño, reflexionas sobre lo que se oculta tras ese personaje maquillado de optimismo.

  8. Mi abuelo era payaso… Siempre lo recuerdo igual… Ese hombrecillo con nariz roja, gran sonrisa y pelo alborotado… Recuerdo que de bebé me encantaba verlo, de niña me acobardaba desde el momento en que se ponía su nariz y de joven me sigue haciendo reír locamente, sin necesidad de ningún complemento sobre él: solo alborotando su melena más corta que de costumbre y colocándose sus gafas rojas. Para mí… solo él tiene el poder de hacer reír a grandes y pequeños con tan solo dos palabras; para ser payaso has de tener arte… arte de hacer reír y de reírte de ti mismo…

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