Al menos este verano

[Imagen comercial, autor desconocido]

Al menos este verano no me importó no pisar la playa más que un par de veces, – y casi accidentalmente – y he descubierto que me encantan las piscinas: qué gusto zambullirse al final de la tarde. También descubrí que tampoco se suda tanto tierra adentro y que el agua estancada ya no irrita los ojos como cuando era chico. No puedo quejarme porque he perdido el miedo a ducharme con agua fría antes de y ya no me parece tan impersonal esa gran balsa cuadrada de falsos reflejos marinos. Cuando todo parecía perdido, recobré el placer de secarme sobre césped y de leer cuanto he querido sin arena entre las páginas y  volví a la infancia, sorprendido, al descubrirme arrugas en las yemas.

Consuelos de verano, extensión libre.

49 thoughts on “Al menos este verano”

  1. Este año pude diferenciar el verano gracias al clima caluroso, ya que al quedarme sin trabajo, en el mes de febrero, me pasé hasta verano sin hacer nada. Cuando uno no hace nada no se da cuenta del tiempo. Pero por fin llegó el verano, y pude gozar de la temperatura y de sus fiestas. Se me escapó entre los dedos: las playas que se alargan hasta tarde, la cerveza en la plaza, y la brisa de agosto hacen que los tres meses de verano aproximadamente pasen rápido. En fin no hice gran cosa aparte de aprovechar el buen clima y disfrutar un poco antes de empezar las clases en setiembre.

  2. Un verano más, muy diferente al de otros años. Mi infancia se fue esfumando poco a poco, pasada ya la mayoría de edad, a la vez que caía la responsabilidad sobre mí; es el primer año que vivo en libertad, fuera de barreras, muros y fronteras que no me dejaban ver más allá. Pensaba que cruzar el muro era difícil, pero encontrarme con el exterior y empezar una vida desde cero lo es aún más. Así ha sido este verano, el comienzo de una nueva vida. Pensaba que sería uno de los mejores pero la imaginación, ingenuidad, mi mente aún inmadura y las ganas de volar me jugaron una mala pasada de la que, como de todo lo malo, he de sacar algo bueno, aprender de los errores y madurar para formarme como persona. La soledad invadió mi mente, antes repleta de ángeles y demonios que discutían y me daban dolor de cabeza, y al esfumarse, me sentí sola, junto a mi pensamiento, antes oculto por ellos. Este pensamiento, esfumado a edad temprana, abandonado en la tierra que me dio la vida, y que ha vuelto repleto de rencor y remordimientos. Me siento junto al mar, me pongo a meditar sobre la palabra verano: una palabra que cuando viene a nuestra mente aparecen en ella luces, colores, alegría, gritos y sonrisas, salpicaduras de agua de la mar… todo tan bonito, tan especial, tan deseado por todos y todas… pero lo que nadie piensa cuando nos lanzamos a las olas que siempre se mantienen en movimiento, que viajan por continentes es que sienten el dolor de la madre Tierra, y que cuando vuelven lo hacen enfadadas, porque el mundo llora, porque estamos destruyendo su naturaleza, su esencia, y nos lo demuestran con su furia al golpear contra las piedras, nos salpican a los ojos y nos clavan esa sal que hace que saquemos una lágrima de dolor por ellas. Sin darnos cuenta, estamos acabando con el mundo, con las personas. Somos inconscientes de muchos de nuestros actos, y algún día echaremos de menos un verdadero verano.

  3. Este ha sido uno de esos veranos en los que nada sale como uno tenía pensado. Después de todo un año planificando lo que sería un fantástico crucero por la islas griegas, resulta que a causa de un problema laboral, mi amiga y compañera de viaje no iba a poder hacer vacaciones. A diez dias de la fecha señalada y sin saber qué hacer. Era desesperante. Pero como las mejores cosas que suelen sucedernos en la vida, la solución llegó del lugar menos esperado. ¿Perú? ¿Ir a visitar a mi amiga Maritza a Perú? No sé ni cómo surgió esa idea. Nunca hubiera pensado en ese lugar para ir de vacaciones, pero ahí estaba la alternativa y… ¿por qué no ? Como no conocía absolutamente nada del pais decidí comprar una de esas guías de viaje que venden en cualquier centro comercial y a medida que avanzaba en mi lectura descubrí que había muchísimos sitios interesantes para visitar: Machu Picchu, Nafca, Mancora.. Finalmente dividí el viaje en dos partes: la primera semana la pasaría con Maritza en Lima y después haría la ruta del “camino del inca” hasta Machu Picchu. Todo salió aún mejor de lo que había imaginado. Volví enamorada de Perú y de las maravillas del país. Aprendí muchas cosas de su cultura y descubrí lugares maravillosos. Así que lo que parecía que iba a ser un fracaso de vacaciones se convirtió en una experiencia inolvidable.

  4. No tenía pensado hacer nada en el verano, ya que me había quedado pendiente física. De repente, mi novio me dijo que podíamos ir a su pueblo: Port de la Selva. Han sido unas vacaciones espectaculares. Todos los días nos íbamos a la playa, tomábamos el sol, nos metíamos en el agua… Hasta que llegó la fecha del retorno a Barcelona y otra vez caos en la ciudad. Cuando llegamos agotados del viaje teníamos que deshacer las maletas, pero no nos preocupamos por ello: queríamos ir a la piscina de Montjuïc. Por las noches salíamos a las fiestas de los barrios de Barcelona donde nos encontrábamos con nuestros amigos. Así pasamos todo el verano, de fiesta en fiesta.

  5. Lo que pasa con el verano es que, una vez ha terminado te parece que no lo has aprovechado tanto como se podía. Aunque es perfecto: se comparte con la gente, haces más cosas, disfrutas del sol, las noches en la calle, las terrazas… Todo se agradece.
    Este verano lo he compartido en parte con niños, ya que estuve en un casal de verano, y… ¡qué verano! Ellos te cambian la forma de vivir, de actuar, de pensar y sobre todo, te hacen recordar. A partir de ahora los veranos ya no van a ser lo mismo, pero se van a disfrutar, sea como sea.

  6. No esperaba nada de lo que iba a suceder a raíz de pedirle un café al camarero. La verdad que ese chico logró llamar mi atención, ya que tenía un cierto parecido a mi exnovio, a quien aún no he conseguido olvidar. La cosa supongo que empezó como todos los flirteos: yo bajaba cada vez más para verlo con la excusa, entremedias, de pedir un café o un refresco; él iba mandándome sonrisas y yo con mucha picardía se las devolvía. Un día se me acercó sin haberle llamado y comenzamos a hablar de nada. Como críos continuó el juego, hasta que se decidió a pedirme el número de teléfono. La misma noche se puso en contacto conmigo y propuso vernos en ese mismo momento; yo no accedí, puesto que quería ponérselo un poco difícil, aunque a pesar de eso al día siguiente sí que tuvimos un encuentro. Los días fueron transcurriendo y nos veíamos muy a menudo, si no por citas, bien por escapadas de cafés muchas tardes, en su terraza al sol.
    Yo sabía perfectamente que él tenía novia, ya que le pregunté debido a una foto que le vi en su teléfono móvil; aun sabiendo eso, no perdí la esperanza, pues el chico me gustaba y quería conseguirlo. Obviamente, llegó el momento del beso: tierno, dulce y embriagador. Las citas siguieron avanzando durante todo el verano y gracias a sus esfuerzos por verme, a escondidas de la otra, consiguió conquistarme más de lo esperado. El verano terminó con un dulce y a la vez amargo sabor de boca. Sé que volveré a verlo y que para ello no queda mucho. Esto solo pasa una vez en la vida, al menos este verano.

  7. Este verano me he dedicado a trabajar en negro en el bar de mi mejor amigo y contribuyendo a engrosar la economía sumergida española; todo para poder subsistir un poco y poder ayudar en casa. He practicado mucha escalada, el deporte que más me gusta. Los fines de semana que no tenía con quien quedar -porque todos estaban de vacaciones fuera y no sabía qué hacer- me iba solo a dormir a la playa o a la casa del pueblo de un amigo o si no, a Vilanova i la Geltrú, donde también tengo amigos. Más que nada pasar el tiempo… porque mucha cosa no es que tuviese que hacer, pero aburrirme no me he aburrido. Este febrero espero poder ir a Londres y desahogarme un poco: España, por este año, ya la tengo muy quemada.

  8. RETRATO DE UNA TARDE DE VERANO
    Este agosto he viajado a la isla de Malta y he conocido un pueblecito de pescadores en el sudeste de la isla que me sorprendió por el colorido de sus embarcaciones. Es un pueblecito de unas 3.500 personas y su nombre en maltés, Marsaxlokk, significa marsa = puerto y xlokk = sudeste. Es el segundo puerto de la isla y el más grande de Malta. Los domingos se dispone un mercado donde se puede comprar pescado del día y verduras frescas. Los pescadores pintan sus embarcaciones de diferentes colores para identificarlos y así distinguirlos de los del resto de familias. Las barcas o Luzzu llevan en la parte frontal los ojos de Osiris, que sirven para protegerlas del mar y los alejan de los malos espíritus. Pasé la tarde allí y se respiraba mucha tranquilidad. La restauración de las embarcaciones nos hacía el paseo más entretenido. Ha sido una experiencia muy gratificante y por unos momentos nos hemos olvidado de la crisis que nos envuelve en estos días.

  9. Verano distinto, verano accidentado, verano sin moto.
    Verano con fractura, verano con operación, verano con heridas.
    Verano sin baños de sol ni de mar, ni paseos diurnos. Hay que vigilar las manchas en las cicatrices.
    Verano con mangas, con sombrero, con alta protección solar.
    Verano relajado, verano de lectura, de reposo, de siestas (¡qué siestas!) y televisión, ejem, ejem, incluso la telebasurilla.
    Verano vespertino, paseos con amigo cuatropatas.

  10. Nunca me han apasionado los veranos. Están llenos de aspectos que no me agradan del todo, como el calor asfixiante, o las oleadas de insectos. Eso no quiere decir que no los disfrute, dejando de lado esos sudores horribles; este, por ejemplo, ha sido un gran verano para mí. He podido compartirlo con gente a la que hacía años que no veía. Ese tipo de gente que llegado el momento toman caminos distintos al tuyo y por eso se distancian. Los reencuentros solo ocurren en los meses de verano, cuando la gente tiene tiempo libre para pensar en viejos amigos. Y cómo no, para disfrutar de varias fiestas, cumpleaños… con tus actuales amigos, sin preocupaciones en la cabeza. Como ves, no necesito irme a ningún lugar en especial para disfrutar del verano; simplemente necesito gozar esos días con gente especial.

  11. Uno de los inconvenientes de las piscinas es que te dejan la piel y el pelo totalmente resecos, otro es que todo está reducido a esa forma geométrica y no tienes esa sensación de profundidad y lejanía que te da el mar. Está en el saber popular el beneficio del mar. En algún momento de mi vida me gustaría instalarme en una pequeña casita de pescadores con vistas al mar, de color blanco, con muchas ventanas, con los marcos azules y esa luz que entra por todas partes, con esa brisa que corre por las noches, el olor a mar, el sonido del las olas cuando chocan contra las rocas. Mientas espero ese momento, me conformo disfrutando de las playas espectaculares del Cabo de Gata, en Almería.

  12. Mi verano ha sido muy diferente a tantos otros ya vividos. Ni piscina, ni playas, tampoco excursiones ni visitas a pueblecitos… No he visto a mis amigos, ni siquiera he descansado echándome una siesta después de comer. Pero ha resultado ser el mejor de mi vida hasta ahora y supongo que os preguntaréis por qué. A eso solo puedo responder con un nombre: Naiara, el nombre de mi hija. Nació en abril y he pasado el verano entre biberones, pañales, bañándola y sacándola de paseo y os puedo decir que, para mí, es mil veces mejor disfrutar de mi pequeña princesa que cualquier otra cosa que podría haber hecho. Así que, aunque este verano no he tenido unas vacaciones como las que solía tener, las he disfrutado mucho mas porque, al menos este verano, he disfrutado de mi hija y desde mi punto de vista es la más real de las felicidades.

  13. Tan solo he tenido una semana de vacaciones este verano pero, ante la situación por la que estamos pasando -política y económicamente hablando- solo puedo decir: “¡Gracias a mi trabajo!” El año anterior ya había disfrutado de un verano diferente y solo por el mero hecho de encontrarme en otro país; no de vacaciones, sino trabajando y estudiando. Pero este ha sido algo más intenso. Tras una semana de descanso en la Galicia que me vio crecer, la vuelta a la rutina estaba a punto de brindarme el mejor julio y agosto rodeada de angloparlantes, algo que valoro muchísimo desde mi estancia en el extranjero. Qué satisfactorio es el poder ayudar a otros con tu propio idioma (aunque no conozcas todas las reglas gramaticales y cada día percibas con más fuerza que tendrías que volverlo a estudiar…). Y qué gran aprendizaje el que se hace, simplemente conversando, con nativos de otra lengua. Y qué maravilla poder intercambiar experiencias y culturas, salir de fiesta, ir a la playa…o subir al mismo Dragon Khan, aunque este no te haya dejado un buen sabor de boca y haya conseguido arruinarte el día en Port Aventura. Todo esto y mucho más han permitido que, al menos este verano, mejorara un poco más mi nivel de inglés.

  14. Mi verano empieza cuando para la mayor parte de personas acaba. Y con esto me refiero a que si mi trabajo me lo permite, me gusta disfrutar de la tranquilidad de verano en septiembre: días menos calurosos, espacio menos masificado, mejor atención en la mayor parte de los destinos, viajes más económicos, y lo que mas me gusta, las playas vacías.
    Este año la economía no me ha permitido viajar como me hubiese gustado, aunque no me puedo quejar, ya que para mí ya es un lujo el poder dejar la rutina y el estrés del trabajo.
    Mis vacaciones han sido, básicamente, pequeñas escapadas para visitar a familiares y amigos a Camprodón, Palamós, Cadaqués, Figueres, L’Escala… No han sido mis mejores vacaciones en cuanto a viajes, pero he tenido muchas dosis de risa, anécdotas graciosas y muchísimos buenos momentos con la gente que más aprecio y quiero. Y esto, realmente, no tiene precio.

  15. “Déjate llevar y será el mejor verano de tu vida”. Esas son las palabras que leí en un libro poco antes de que empezaran las vacaciones. ¿Que había de malo en seguir la regla de esas palabras? Nada, pero tenía que ir con cuidado. Poco días después, llegaron las cálidas temperaturas y todo el mundo se iba de vacaciones. Junto a mis amigos decidimos irnos a un camping: en verano son lo mejor para relajarse y divertirse. Tenía pensado disfrutar al máximo y dejarme llevar como decía el libro. A los pocos días la mala suerte cayó sobre mí. Me torcí el tobillo en un salto de alegría en la piscina. ¿Había hecho mal al dejarme llevar? Ahora mis ganas de divertirme se habían esfumado y eso no me gustaba, pero mi mejor amiga me dijo con una sonrisa: “Ahora podrás dejarte llevar, pero con nuestra ayuda.” Los siguientes días fueron los mejores, me recuperé y disfruté los últimos días al máximo. Aquel verano supe que es bueno dejarse llevar, pero si es con amigos, mucho mejor.

  16. Este verano ha sido diferente a todos los demás. No esperaba ansiosa las vacaciones como años atrás, ya que llevaba unos meses sin trabajar… Durante muchos días estuve disfrutando de la playa de Barcelona, aprovechando la suerte que tenemos los que vivimos en la ciudad. Por si no había pasado suficiente calor aquí, acabé el mes de agosto en Sevilla. La verdad, el lugar no era lo que esperaba, pero no estuvo mal.
    No tengo un buen recuerdo, porque cuando volví a mi ciudad, me encontré con que la vida me había preparado alguna que otra sorpresa y no muy agradable…en fin…¡espero que el verano que viene sea mejor!

  17. En principio, este verano me iba a quedar sin vacaciones; bueno, no exactamente sin vacaciones, pues al estar en el paro las tienes forzadas, sino que no me iba a ir a ningún lugar . Mi idea era aprovechar y ya que vivo en Barcelona, ir cada dia un rato a la playa. Pero casualidades de la vida: mi hermana este año se iba con mi cuñado y unos amigos a Murcia 15 días y me invitaron; a mí me costó un poco aceptar pues no esto acostumbrada a depender económicamente de mi familia. Creo que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado, porque me sirvió para relajarme, desconectar, tener mas conexión con la gente y cómo no, de disfrutar de las pequeñas cosas, como poder ver amanecer todos los días desde la terraza. También recargué pilas para poder empezar esta nueva andadura en mi vida.

  18. Este verano al menos he tenido tiempo libre, ya que desde mayo no trabajo; no es la situación ideal por regla general, pero a mí me ha servido para replantearme mi situación respecto al tipo de trabajo al que me gustaría aspirar en el futuro y decidirme a mejorar mis posibilidades, de manera que tomé la decisión de seguir formándome. Me informé junto con una amiga de nuestras opciones y de esta manera descubrimos este centro.
    Confieso que da un poco de vértigo, después de tanto tiempo, volver a estudiar; lo digo por mi misma, no las tiene uno todas consigo… Me planteé si después de tantos años sin tener el hábito del estudio podría conseguir mis fines; acabo de empezar pero creo que no va tan mal como pensaba, lo tenía que intentar y aquí estoy. No he podido evitar echar un ojo por encima a algún que otro comentario publicado en este blog, y tengo que decir que hay algunos realmente buenos, según mi modesta opinión, claro está, por lo tanto voy a dar por terminado el mío. Hasta la próxima.

  19. Cerró la puerta detrás de sí, tiró las llaves junto al teléfono y, exhausto, se sentó a oscuras en el viejo sofá de su humilde comedor. Caía la tarde, y la luz del sol otoñal que se deslizaba por la puerta que daba al balcón proyectaba un tenue cuadrilátero en el suelo de la estancia; pese a la suavidad del haz luminoso, aquella figura le deslumbraba e incomodaba: estaba de más. Todo parecía estar de más desde que empezó a experimentar el doloroso vacío de la soledad, una soledad alcanzada aquel verano, a golpe de soberbia por su parte e incomprensión por la de ella. Ante el desastre de la irreversible ruptura de una relación de tantos años, le sobrevino la necesidad de un consuelo; el impulso de agarrarse a un tronco, posiblemente ficticio, para no ahogarse en un mar de contrariedades, y llevar a cabo el admirable intento de ver el vaso medio lleno, en oposición al vaso medio vacío. Contemplando la pálida imagen geométrica, que se había desplazado unos centímetros y adquiría ahora un tono anaranjado, advirtió que ya no solo no le molestaba sino que incluso le producía una especie de bienestar. Jugó con la idea de que él era lo que “estaba de más” en aquella escena; que él, de alguna manera, no podía encajar en un contexto agradable. Se dio cuenta de que este pensamiento no había sido una simple ocurrencia o un juego, sino todo un diagnóstico: ¿cómo iba a ser feliz al lado de alguien, si se excluía a sí mismo de todo aquello que es bello o complaciente? Al menos este verano se había visto cara a cara con el hecho de que muchas veces uno simplemente recoge lo sembrado, y lo hace bajo el yugo de la ley presumiblemente inapelable de la causa y el efecto.

  20. Ya es como un vago recuerdo el verano, pero gracias a los tiempos que vivimos y a las nuevas tecnologías, puedo recordar cada instante que pasé; para ello, solo debo coger mi móvil y entrar en las fotos que capturé y añorar esos días de sol, playa, alegrías y buenos momentos, los cuales, aunque a veces no no sean tanto, solo con el hecho de estar de vacaciones y disfrutar del buen tiempo hacen que los sean. Este año tuve la oportunidad de conocer un lugar mágico, situado en el norte de España, justamente en Galicia, conocido como las Islas Cíes. Nunca antes había oído hablar de ellas y tengo que asegurarque es un lugar emblemático, de playas paradisíacas y de naturaleza por cada rincón y montones de especies animales. Cuando paseas por ellas, llegas a perder la noción del tiempo y a dudar de si estás de verdad en España o en algún lugar del Caribe.
    Así que recomiendo a todo el mundo que aún no conozca estas islas que se acerque a visitarlas porque no tienen desperdicio alguno.

  21. Es en el interior de un Peugeot 306 donde compartimos unas risas, donde la palabra éxodo enaltece su significado mientras las uñas del sol, con toda su furia cromática, arañan con vehemencia la piel acabada en chapa que nos protege. El entramado urbano, el sopor de las grúas y sus osamentas enmohecidas; el alboroto hilarante de turistas embutidos en carne rosa (me recuerdan a la mortadela)… Todo ello disminuye de tamaño a la par que amasamos el cemento ardoroso de la carretera y devoramos los kilómetros que nos conducirán a nuestras metas. Odio el calor; soy un feligrés entregado a los guiños del otoño y a pesar de ello, intuyo que será un viaje inolvidable porque viajo con Ella.
    Acordamos ya en su día hacernos el norte. Mientras circulamos por la cara francesa de los Pirineos, comento que es cierto eso que dicen, eso de que en el Pirineo muere Europa (y no precisamente porque los estantes refrigerados de nuestros comercios carezcan de mortadela). Lo digo por las infraestructuras, no tanto por la satisfacción que nos produce paladear un buen ágape. No seré yo el que venga a esculpir un ensayo culinario que dicte, que en nuestro glorioso país se come de maravilla a pesar de que curiosamente se nos muere de hambre…
    Hoy, tras un número indeterminado de emplazamientos y poblaciones, de distancias y aguaceros, observo a Sidra mientras escribo. Sidra es una perrita que adoptamos en Oviedo por esa extraña simbiosis entre la casualidad y el deseo. Su mirada de cachorro se acomoda en mis ojos; simultáneamente pienso en los veranos que nos quedan por delante juntos: a Sidra, a Ella, y a mí mismo…

  22. La verdad es que este verano no ha sido diferente al resto. Me he ido como cada año a Menorca a disfrutar de la tranquilidad y a estar con mi familia, que a lo largo de año la echo de menos. He disfrutado de las fiestas del pueblo, del sol y de la playa.

  23. Como nunca antes lo había deseado, ansiaba la llegada del verano. Disfrutar de los días de sol y playa en familia, sus largas tardes y sobre todo, las noches de locura improvisadas, forzadas por la bravura insoportable de las paredes de mi habitación. No obtuve nada parecido: los días se llenaron de gritos insufribles, llantos innecesarios, faltas de atención, incluso hubo momentos de verdadera desesperación. A cambio, he recordado esa vieja plaza de pueblo, esa señora mayor de la tienda, al campesino que te saluda aún sin saber quien eres, hasta el panadero que te despierta a las 8 de la mañana. No cabe duda, que este verano, lo llevaré siempre en mi memoria. Por fin puedo decir, que al trabajar con niños, me ha devuelto a la verdadera infancia.

  24. La imagen pasteurizada de una casa impoluta sin habitantes a la vista me produce una especie de angustia contemporánea que me distancia del concepto de memoria e infancia que, según creo entender, quiere resaltar el autor. Igualmente es posible que me equivoque y en esa distancia que existe entre la imagen y el texto radique el punto de interés del trabajo y la verdadera intensión del autor. Eso aún no lo sé.
    Como una manera de incorporar otra posible lectura a esta entrada de blog tan sugerente, propongo como alternativa utilizar esta misma imagen pero desenfocada y agregando en un primer plano, enfocado, cubriendo casi por completo el encuadre, una señora de unos 50 años de edad, de espaldas, con el cuerpo y el cabello húmedos después de haber tomado un baño en la piscina.

  25. Me gusta disfrutar de las vacaciones, ya que no se tienen cada año y además pasan volando. Me encanta ir a la playa y a la piscina, aunque prefiero esta última mil veces, ya que no me gustan la arena ni la sal que se te queda pegada el cuerpo. Suelo tumbarme en una hamaca tomando el sol y con los auriculares puestos escuchando música, desconectar de todo; eso sí, me tengo que ir mojando en el agua porque el calor se hace inaguantable e insoportable. Pero a la que vuelvo a salir, cinco minutos más tarde vuelvo a estar seca. Lo que odio de volver de vacaciones es deshacer la maleta, ya que eso significa que todo ha acabado y vuelve la rutina de siempre estudiar, trabajar…Ojalá hubiera más vacaciones y se pudiera vivir siempre como se está en verano.

  26. Este verano he conseguido al fin redirigir mi vida prescindiendo de la típica siesta en la playa con el mar de fondo y su relajante oleaje. Tuve también la sensación de que no se está tan mal en casa, tumbado. Leer, despejar la mente, vaciarla del todo y así encontrarse a uno mismo. Olvidé las largas caravanas de vuelta al nido después del descanso, el retorno a la realidad de la bulliciosa ciudad. Hogar dulce hogar, gracias por darle sentido a las pequeñas cosas que me hacen existir como individuo.

  27. Al menos este verano no me he lamentado como en los anteriores. Debe ser cosa de la edad, sin duda. Uno se hace mayor casi sin darse cuenta, y gana sabiduría y conocimientos. No me he lamentado de no haber tenido vacaciones este año – y ya van unos cuantos – y cuando me acuerdo de mis pataletas en el trabajo tiempo ha, no puedo más que esbozar una sonrisa. Esperando tiempos más propicios, este último verano me conformaba con cerrar los ojos y acordarme de las vacaciones que pasé en familia en Platja d’Aro. Los paseos por la orilla con el telón de fondo del ocaso, mientras las nubes toman un color rojizo, sin duda daban para hablar largo y tendido. No puedo más que seguir soñando despierto, como cuando era niño, e imaginarme qué me depara el futuro. Porque aunque pasen los años, hay cosas que no cambian. Quiero pensar que es bueno que así sea.

  28. Simplemente, he vuelto a sentirme cerca de los míos, a sentirme en casa. No ha sido un verano más, y en realidad mis vacaciones comienzan ahora, frente a la desesperanza del temido paro. Este año volví a Cádiz, aparentemente como cualquier otro año; pero todo fue diferente: quería quedarme allí, quería no volver a separarme de los míos, y me sentí cómodo, relajado y ausente de toda la tensión que a menudo suelo vivir. Jamás me había ocurrido; salí huyendo de mi tierra y pensé que jamás había sentido algo parecido.

  29. Este verano me ha costado más que otros años ir a la playa; ha hecho un calor insoportable, lo único que quería era estar a la sombra y huir de los rayos del sol como los vampiros. Pero al final cedí al encanto del mar. Un verano no puede definirse como tal si no te pasas algun día por la playa, sobre todo cuando vives en una ciudad de mar como es Barcelona. No se puede desaprovechar este privilegio: es un lujo poder pasear por la playa, refrescarte bañándote en el Mediterráneo, gozar del perfume del mar y,especialmente, disfrutar de un aperitivo y una buena paellita en un chiringuito en la arena de la playa. Conclusión: definitivamente sigo siendo fan de la playa y del mar, que no cambio por el olor a cloro y el espacio limitado de la piscina. Sin hablar de la posibilidad de alejarte de la muchedumbre con un barquito, una lancha, un pequeño yate o el medio que uno pueda permitirse, placer del que no es posible deleitarse en una piscina… Bueno, en realidad yo aún no puedo disfrutar de este lujo: como mucho, puedo ir a la deriva con un patinete pero, como se dice, algo es algo y la esperanza es la última en morir.

  30. Desde que vivo en Barcelona disfruto del verano como nunca había hecho en mi vida; de donde yo vengo el mar dista muchas horas de coche.Ir al mar era como planear una pequeña vacación. Partiremos el domingo, si no hay atascos llegaremos hacia las once, habrá que encontrar aparcamiento, por fin nos daremos un chapuzón refrescante y ya será la hora de la comida. Con la barriga llena podremos disfrutar un poco más de la playa, no mucho porque nos espera un largo viaje de vuelta y es mejor viajar cuando todavía hay luz; te sentarás en el coche con un poco de arena pegada a los pies, feliz de haber pasado un día en la playa, más moreno que cuando llegaste, pero con la sensación de no haber tenido suficiente, con la seguridad de que pasará bastante tiempo antes de volver a ver ese azul profundo.
    Aquí no es así; a veces me levanto, ni siquiera desayuno y a toda prisa bajo, cojo la bici y pedaleo hacia el mar. Desde mi casa son diez minutos cronometrados (nunca he encontrado un atasco en el carril bici…).
    Tendida en la cálida arena, me relajo mientras escucho charlas de señoras mayores: por la mañana en la playa ellas son las reinas. Pienso que si quiero puedo estar todo el día aquí perezosa y relajada; recuerdo de publicidad antigua: “Hay cosas que el dinero no puede comprar”. Asiento con la cabeza y sigo mirando la línea del horizonte.

  31. Este verano ha sido diferente a todos los vividos anteriormente. Podría deberse a que uno ya no es tan joven como creía ser, o simplemente al cambio de estructura social que estamos sufriendo a pasos agigantados estos últimos tres años. Sin duda me ha sorprendido el hecho de la disminución de actividades por parte de los más jóvenes, o mejor dicho, niños y niñas, en los parques y jardines de nuestra ciudad. Estamos entrando en una esfera de soledad y aislamiento en la cual nuestro mayor consuelo se encuentra en la fría pantalla de un dispositivo móvil conectado a la red. Este fenómeno se ha acrecentado exponencialmente en los últimos años, y mi pregunta es: ¿Qué nos espera en la próxima década?

  32. Mis pies tan solo han tocado la arena dos veces este verano. No soy de mar, pero tampoco de montaña, soy más de viajes y paseos. De hecho una de mis manías es ponerme morena… Una semana de agosto preparé las maletas y cogí un autobús hacia Madrid. Viajé cómo y a donde quería hace tiempo, sola y buscando relajación y tiempo para mí. Para ordenar y clasificar mis ideas y metas. Una de entre tantos propósitos era mentalizarme y prepararme para la nueva etapa que se me presentaba, mi nueva etapa: estudiar para llegar donde realmente quiero, llegar a mi meta que durante años no me atrevía. Ahora estoy aquí, dejando el verano a mis espaldas y oliendo el invierno, ya a la vuelta de la esquina.

  33. Al menos este verano estuve con ella, con mi luz, con parte de mi esencia, con mi mejor amiga. Ella marchó ya hace más de un año en busca de experiencia, de nuevas aventuras. En busca de vida. No sabemos cuán importante es una persona en nuestro día a día hasta que ya no cuentas con su “fácil” presencia. En realidad ella nunca dejó de estar y yo nunca dejé de estar con ella. Compartimos pocos días, tan solo diez, pero los suficientes como para emborracharme de su alegría, los suficientes para recargar las pilas. En playas paradisíacas de islas prodigiosas, escapando de la realidad, del tumulto y de la siempre ardiente pero fría metrópoli.
    Todavía siento el abrazo del sol y el suave viento, las sonrisas y el ambiente a vacaciones que llega a cualquier recoveco. Donde todos somos niños con ilusión por un nuevo día. Fueron días de actividad, de excursiones, cenas y canciones. Y de trasnochar a veces… Fueron días que todavía hoy me sirven en la vuelta para no olvidar que vale la pena esperar durante un año por poder disfrutar de estos momentos a su lado.

  34. Yo diría que las piscinas atraen cuando eres niño, a partir de los veinte te seduce más el mar. Ir a tu bola, pasar desapercibido en la mayoría de los casos. En una piscina es más difícil, empezando por el sufrido y bronceado socorrista y acabando por el abuelito que cuando nada con tanta lentitud deja boquiabierto a todo el que le contempla y se pregunta si se ahogará o no. La piscina es un espacio cómodo, controlado, pero para mí es excesivamente artificial. Yo soy de mar y si es de rocas, mejor que mejor.

  35. Algunos pensaréis que soy masoquista: yo paso mis veranos a 48º, pero me encantan las tardes a la sombra de los olivos con un buen libro o mi música favorita sonando en mis oídos. Contemplar lindos atardeceres o pasar largas veladas a la luz de la luna siempre en buena compañía. Este verano ha sido especial, diferente para mi, me lo he mirado con otros ojos, con relax, disfrutando a cada momento de mi familia y amigos y recargando pilas para el año duro que me espera. Ahora se acabó el verano, este es el comienzo de este duro año…

  36. No entiendo el verano sin playa, sin sol, sin piscina, sin amigos, sin amigas, sin alcohol, sin leer, sin tapas, sin terraza, sin sudar, sin depilaciones, sin ventilador, sin helados, sin paellas, sin fiestas, sin tranquilidad, sin chanclas, sin bicicleta, sin turistas, sin mapas, sin coche, sin mosquitos, sin el pueblo… Este ha sido mi verano y seguramente el de tantos.
    ¿Qué puedo hacer si no tengo dinero para viajar? Buscar en el baúl de los recuerdos y hacer lo que toda mi infancia he hecho: disfrutar de las pequeñas cosas, de la gente que tengo cerca, de los espacios maravillosos que hay en nuestra tierra… ¡disfrutar del tiempo! Así fui educada, así viví mi infancia y así es como entiendo yo la vida.

  37. Mientras unos se zambullían en el agua contemplando la grandeza e inmensidad del mar, quemando sus pies con la arena ardiente de la playa… mientras disfrutaban de la despreocupación, y se limitaban a ser felices sin importar lo que dictaran las agujas del reloj… mientras, allí estaba yo, encerrada en mi humilde morada, tomando decisiones, reflexionando sobre la vida, sobre el conformismo y sobre la felicidad; me encontraba en un bucle del que no podía ya salir, vivía de un modo caótico donde ya nada importaba, ni siquiera mi misma vida. Todo un verano, corto para algunos, largo para otros; solo un verano para poner orden a toda una vida. “Querer es poder” algunos dicen, lo único que hace falta es desearlo con el corazón y no rendirse jamás; cada uno tiene el poder en su vida, cada cual escribe el guión de su película. Así pues, decidí que la vida es demasiado corta para no vivirla como si cada segundo fuese un último respiro, la vida es un regalo y debemos exprimirlo al máximo. Feliz, con el regalo que mis padres me brindaron hace 23 años, pensé que no desaprovecharía ni un día más sin vivir intensamente, sin dejar huella en cada camino, sin dejar latido en cada corazón. Y así, simplemente, retomar unos estudios puede hacer que una vida llena de infelicidad sea una vida llena de ilusión y esperanza… Querer es poder: ¡¡Ahora soy yo quien también lo cree!!

  38. Este verano no ha sido muy diferente al de otros años; me he ido con mi padre a pasar unos días a Calella, donde he jugado al minigolf; también he visitado Port Aventura: subí al Shambala y algún día he ido a la playa con mi padre o con mis amigos; con estos he jugado con la Playstation, he ido al cine, a jugar a basquet en el polideportivo de la Sagrada Familia… Asistí a los espectáculos del Mag Larí i al de Reugenio en el Maremágnum. Vamos, en definitiva, que el verano no ha estado nada mal.

  39. Este verano, corto e intenso como los anteriores, no ha significado ningún cambio en cuanto a planificación se refiere. Ha sido más o menos como el del pasado año. Sin embargo, hay algo que lo diferencia sustancialmente, y es estar hoy aquí escribiendo este pequeño comentario. Puedo decir que ha merecido la pena el no ir prácticamente a la playa o a la piscina, puesto que he hecho algo mejor, bajo mi punto de vista: matricularme en un curso de acceso a la Universidad. Puede parecer algo irrisorio, pero como bien dicen: “del dicho al hecho hay mucho trecho”, y es precisamente esto lo que a mí me pasaba. El mero hecho de pensar que debía dar este paso algun día parecía ya ser suficiente para sentirme más realizado. Una sensación de bienestar, de haber hecho los deberes, pero un engaño a pesar de todo. Me siento feliz de estar aquí. ¿Verano?, sí, el verano que viene sí que será el mío.

  40. Lo más satisfactorio de este verano ha sido poder recorrer parte de España con las personas más allegadas a mí y sentir la libertad de no tener que depender de nadie, de no tener que hacer ninguna rutina… esa satisfacción me ha encantado. También es muy agradable el lugar donde veraneo desde pequeña: mi camping. Allí tengo a mis amigos de toda la vida y con ellos puedo compartir muchas aficiones y momentos buenos e inolvidables. Este es el verano que siempre he querido tener, porque me encanta viajar. Pero lo más destacable ha sido saber valorar lo que se tiene en muy poco tiempo y poder disfrutarlas al máximo sin necesidad de grandes lujos…

  41. Este verano ha sido un verano totalmente diferente en relación a los vividos anteriormente; es una nueva vida la que estoy viviendo debido a un problema familiar grave: murió mi esposa a finales del año pasado y a partir de ese trágico hecho, mi vida se ha transformado. El terrible dolor causado me ha hecho otra persona, de carácter duro, serio, casi agresivo, pero gracias al seguimiento psicológico he conseguido aceptar y sentirme consciente y coherente con la nueva realidad de mi vida; es decir, me siento animado, seguro de mí mismo y afrontando de cara, sin miedo, todo lo bueno que la sociedad y las amistades me ofrecen. Este verano lo he vivido intensamente; todo es nuevo, y ahora, llegando ya a su final, continúo sintiéndome un hombre nuevo, vital, impetuoso, alegre, risueño, activo, de ideas claras… En definitiva, un actor de la vida, en este mundo. Este verano lo he pasado en Barcelona con ilusión y alegría: lo he compartido con una persona que me ofrece una excelente amistad, que ama a su ciudad y que me ha llevado a lugares bellísimos, desconocidos para mí; he descubierto rincones maravillosos donde la paz y el bienestar me han hecho sentir que la vida tiene que vivirse intensamente. Cada momento es ese momento intenso, cada sonrisa… Sinceramente, ha sido un lujo compartir este verano contigo.

    1. Cuánto siento la pérdida. La vida es injusta en muchas ocasiones y nos quita lo que queremos, pero aunque no podamos ver a nuestros seres queridos, ellos siguen viviendo en nuestro corazón y en nuestro recuerdo. Recordarla por siempre será el mejor regalo que le podrías brindar. Mucho ánimo. La vida sigue, con sus ilusiones y con sus sueños.

  42. De pronto, en plena vorágine de estrés llegan las vacaciones y hay que parar. Es difícil desasirse de la presión cotidiana, la angustia, la ansiedad, el desasosiego: vivimos con miedo. Este verano me he quedado en casa, como tenemos el privilegio de tener el mar tan cerca no hace falta huir. Una amplia provisión de lectura, la buena compañía de los amigos… son suficiente para reconciliarse con uno mismo.

  43. ¡Hacía tiempo que no revivía un verano como los de mi infancia! ¡Hacía años que no me paraba a tomar el sol al lado de la montaña, que no reparaba en lo maravilloso que es observar el macizo de Montserrat pintado con el atardecer, acunado con el sonido de las golondrinas que están a punto de ir a dormir. En las noches de insomnio, leer un libro y oír como un búho empieza su noche de caza es…¡realmente mágico!
    Pero lo que en verdad me ha encantado ha sido descubrir la sensación de libertad que se siente al nadar en el mar a las siete de la tarde, cuando ya apenas hay gente.

  44. Tumbada al sol en el balcón de mi casa,
    se acercó sigilosamente la mismísima Vida
    y
    ¡¡zas!!,
    me dio en todo el cogote,
    -Estabas tranquila, ¿no? ¡¡Pues ya no lo estás!!
    -¡Espabila, hay una nueva lección que aprender!

    -¡Al menos este verano no ha sido aburrido como creí!

  45. Un verano más a mis espaldas. Turistas paseando por las calles con sus pieles enrojecidas, de tanto sol. Playas abarrotadas de familias completas, que me han recordado a las de mi infancia, con sus neveras, bocadillos y sombrillas. Niños corriendo hacia la orilla llenando de arena a todo aquel que estuviese en su camino.
    Mi verano no ha sido muy diferente al de todos aquellos que este año se han quedado en casa. Durante unos días, mis cuatro nietos y yo, con una mochila a la espalda hemos improvisado unas pequeñas vacaciones que no por diferentes han sido peores. Unos días buscando un hueco entre el resto de familias a la orilla del mar, jugando con las olas o haciendo castillos de arena, otros adentrándonos en jardines llenos de caminos para explorar, con juegos y actividades que los han hecho especiales. Y por fin la noche trae el confort del silencio. Cuando los pequeños, exhaustos de tanto trajín, duermen agarrados a sus muñecos preferidos, con una sonrisa dibujada en sus labios, mezcla de la satisfacción del día vivido y del alivio del descanso. Entonces también llega el momento de relajarme, ver tranquilamente la tele o leer uno de esos libros aparcados durante todo el año, tirada en el sofá con la única compañía de un ventilador que haga las noches un poco más frescas. Y cuando el cansancio empieza a vencer a mis ojos me dirijo a la cama ideando un plan para el próximo día: una fiesta de disfraces, una aventura en las alturas- en el teleférico-, un picnic… qué más da.

    No importa dónde sino cómo y con quién pases el verano para que cualquier día sea especial: un consuelo que llena la vida de grandes experiencias.

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