¿Qué tal las vacaciones?

[Foto: New Jon]

Las vacaciones están yendo bien. Kilómetros y kilómetros lejos del trabajo. De hecho, no salgo apenas del coche. Repostar es la excusa para comer, beber, estirar las piernas. Me gusta dormir en los moteles, esperando ruidos sospechosos allá fuera, junto la carretera. No veo indicación de monumentos, señales de peligro o de cambios de sentido. No suelo encontrar atascos porque, sin querer, huyo de cualquier localidad conocida. Pero reconozco que me sorprendo a cada paso: atravieso lugares de los que nunca nadie ha oído, trato con gentes que apenas me entienden, no veo animales, siempre es media tarde: no se hace de noche ni de día. Descubro entonces que no sé a dónde me dirijo; yo que buscaba la paz en una huida sin más, me encuentro atravesando carreteras sin mapa,  paisajes torvos y pueblos fantasma.

¿Qué tal las vacaciones? Texto libre, creativo, de unas 100 palabras

7 thoughts on “¿Qué tal las vacaciones?”

  1. Cuando me escapo de mi rutina diaria, me siento libre y fresco. Allí donde nadie te manda ni nadie te obliga a hacer cosas. Huyo de las mismas caras y puedo respirar aire libre. Pasé mis vacaciones con mis mejores amigos. No podre olvidar nunca este viaje de nueve horas en un barco. Esos momentos que pasé con ellos fueron los mejores momentos de mi vida. He podido conocer los mucho más. Durante esos días, por primera vez en mi vida pasé un noche en el mar y no dormí, observándolo. Solo había felicidad. Vi por primera vez el amanecer y cómo las líneas de la luz del sol formaban el día. El ruido de las aguas profundas del mar me hacía temblar. Cuando miraba a mi alrededor, no veía nada más que agua. Sentí que estaba en otro mundo. No quería salir nunca de ese barco, del mar. Nunca me había reído tanto con mis amigos. Mi trabajo diario era comer, beber, hacer locuras, vivir aventuras y buscar la felicidad. Esos momentos los guardé en un álbum de fotos y cuando me siento muy triste o preocupado, miro esas imágenes y me llevan exactamente a ese momento.

  2. “Attachez vos cinture, s’il vous plaît”. No puedo evitarlo, el tono de la azafata me pone nervioso pero… ¿para qué entonces vacaciones? Hoy voy a volar como los pájaros y voy a desconectar en cuanto llegue a mi destino, lejos del estrés, lejos del jefe. Hoy soy yo mi propio jefe y me lo curraré como quizás nunca lo hice en el curro, y para que todo salga perfecto, desconectaré el móvil, respiraré hondo a este aire que aspira paz y traquilidad, me fumaré un cigarillo en el balcón del hotel con vistas al mar y si hay peces nadando en él, ellos podrían desear estar en mi lugar por una vez y así dejar de nadar para volver a nadar y contarlo otra vez dentro del mar. Reconozco que esto sería demasiado peligroso para su seguridad, porque estoy saboreando cada plato… nada de sueños ni preocupaciones, solamente, quiero sentir que todo está en su sitio igual que yo en estas vacaciones que, además del deseo de mi corazón, las necesitaban mi cuerpo y mi mente; ahora voy a dejar que mi cuerpo se relaje y que mi corazón lo disfrute.

  3. A kilómetros y kilómetros de mi casa, nada más y nada menos que al otro lado del charco: Ámerica. Cumpliendo un sueño que tenía desde pequeño: recorrer en moto la ruta 66, como la llaman ahora, la histórica carretera 66 o The Main Street of America, La calle principal de América. De Chicago a Los Angeles a 200 Km por hora, todo recto, en una sola dirección y notando el fuerte viento en tu cara. Pasando por Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y ya en California, llegar a Los Ángeles. Increíble. Montañas rocosas, sierras nevadas, desiertos cálidos, zonas verdes, cascadas, grandes lagos; en definitiva, un paraíso que atraviesa estados.

  4. Les vacances de Pâques ; así se les llama en Francia, pese a que vienen a ser lo mismo: misas y chocolate. Sí hay una diferencia sustancial y es que los galos no tienen mona, sino que unas campanas (que son yo, igual que soy Los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez y demás personajes exasperantemente generosos) pasan por el cielo y tiran huevos y conejitos de chocolate que los niños deberán de encontrar. Al principio, cuando aún son personitas, rebuscan entusiasmados, aunque un punto incrédulos, entre los arbustos. Es hacia el huevo diez, he calculado, cuando se convierten en auténticos yonquis del chocolate, seres que ni sienten ni padecen, solo rastrean. Todo vale, codazos, patadas e insultos cuyo significado aún desconocen. Los seguidores de la serie televisiva Walking Dead se podrán hacer una fiel imagen de esta escena, no demasiado acorde con la esencia espiritual de esta festividad, pero que, lo reconozco, me gusta.

  5. Un largo descanso me esperaba ansiosamente y por fin las vacaciones han llegado. Sin rumbo alguno, inicio mi viaje en busca de aquellos paisajes difíciles de encontrar; es decir, esos retratos que grabamos en nuestra memoria y de los que no queremos eliminar tan fácilmente. Por ejemplo, imaginar montañas acariciando el cielo, cubiertas de mantas con diversos colores; algunas con un verde bosque, otras un marrón de tierra o un blanco nieve. Con los pies en remojo de grandes lagos azulados y como buena sintonía, un silencio acompañándome de fondo. Voy sumando kilómetro a kilómetro con ganas de llegar a mi fin. De repente, al girar una curva, encontré mi destino de ese largo viaje y como no era de estrañar, cuando miré lo que tenía delante era justo lo que durante todo el viaje me había imaginado.

  6. Y entonces me di cuenta de lo importante que era el escultismo, en aquel preciso momento descubrí la importancia de unas vacaciones junto a ellos, compartiendo, jugando, pero sobre todo aprendiendo los unos de los otros. En esas vacaciones comprendí la esencia de convivir las 24 horas del día con los más pequeños y los más grandes, me empapé de cada sonrisa y lágrima, crecí como persona, pero lo mas bonito es el recuerdo que revivo al pensar en ello.

  7. Me parece que fue ayer cuando empecé este viaje. El día que inicié mis vacaciones; recuerdo la primera frase que escuché: “Hoy empezáis un crucero, esperamos que lleguéis a buen puerto”. Desde que me embarqué solo he tenido buenas experiencias. He conocido a muchas personas, que me han aportado un montón de nuevas vivencias, con las que he compartido momentos muy interesantes y que ya formaran parte de mi álbum de recuerdos. Estas vacaciones son el sueño de mi vida, ya duran casi tres años y aunque no han trascurrido en un barco, sino en las aulas de una escuela, hoy estoy a punto de empezar mi última escala. Sé, que gracias a mi esfuerzo y la ayuda de todos los que han hecho este viaje conmigo, en junio, llegaré a puerto. Gracias a todos aquellos que habéis formado parte de este viaje.

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