Juegos de mesa

[Foto: Loring Funaki]

Señor Monopoly, el parchís, el juego de la oca y el Abalone. Mi ajedrez, tu Scrabble, sus damas, nuestras damas chinas, su dominó. Aquel Baggammon, este solitario, ese Mahjong, y aquellos tres en raya. Un hundir la flota, algún ahorcado, un quién es quién, un diccionario, ningún Pictionary : en el Memory, con el póker y con su primo Strip.

Juegos de mesa. Ellos y tú. Extensión libre.

17 thoughts on “Juegos de mesa”

  1. ¡Qué recuerdos!, especialmente durante los veranos. En estos juegos de mesa pueden participar todos: niños, ancianos, jóvenes… Y disfrutamos más cuanto más jugamos con la familia. El juego de mesa al que yo jugaba con mi familia y con los amigos era el Ludo. Este juego yo creo que no se juega mucho en España, pero en Asia es muy popular.
    El Ludo es un juego que consiste en mover los peones de colores alrededor del tablero hacia una base principal. Es más simple que la mayoría y fue desarrollado originalmente para los niños. Se juega con un dado de seis caras y el objetivo es trasladar las cuatro fichas desde la cárcel a la casa o meta.
    Cuando jugábamos, siempre apostábamos o hacíamos un trato para que, quien perdía, tenía que actuar o hacer algo como bailar, cantar o invitar a los demás. Los juegos de mesa reúnen a toda la familia y nos hacen reír y pasar buenos momentos. Y cuando después de mucho tiempo nos acordamos de ellos, nos traen muchos recuerdos. Pero ahora las cosas han cambiado mucho, casi todos los juegos son electrónicos; sin embargo, los de siempre, los de mesa, siempre existirán, al menos, en nuestra memoria.

  2. Juegos de mesa, sin duda alguna todos hemos tenido experiencias varias con ellos.
    Noches de Parchís en casa de amigos haciendo la sobremesa, luego pasando al Risk para conquistar el mundo y sentirte ganador pero cuando te das cuenta son las 5 de la madrugada
    y entonces el mundo te vence a ti así que reflexionas y te despides de ellos hasta otra magnifica velada…

  3. Todos los juegos de mesa traen buenos recuerdo, momentos vividos con amigos, familiares… personas especiales que forman parte de tu vida. Juegos que nos combierten una tarde de domingo aburrida en la mejor. Grácias a ellos compartimos risas, anécdotas… Que importa quién gane, al fin y al cabo la finalidad de un juego de mesa es pasar un buen rato.

  4. Qué grandes recuerdos los juegos de mesa. Me recuerda a esas pequeñas vacaciones que yo aun no era ni mayor de edad, nos íbamos en Semana Santa a casa de una amiga por la costa, y aquellos momentos en que estás con los amigos y no sabes que hacer y siempre quedan los juegos de mesa como “el uno”, la oca, el parchís… y a mí que no me digan que no se hacen trampas, todo el mundo en nuestra vida hemos echo trampas en estos juegos, siempre hemos sido cómplices de otro compañero para ver si ganábamos… aunque si os digo la verdad nosotros al final con las cartas siempre acabábamos haciendo los míticos castillos de cartas intentando que no cayeran… pero con estos juegos siempre se pasan unos buenos momentos.

  5. La luz eléctrica nos alimenta el poder seguir juntando a la Playstation o la Wi. De repente, un apagón en todo el barrio. ¿Y ahora qué ? Qué hacemos. Buscamos las velas o linternas a toda prisa. En aquel cajón de las pilas, una baraja de cartas españolas olvidadas y huérfanas de jugadores desde hace tiempo. Ante semejante panorama las adoptamos y nos disponemos a echar unas partidillas: del tute , el cinquillo, el siete y medio, la brisca, la malilla, al plato … solo con cuarenta y ocho cartas, la que podemos liar. Repartir, cortar, cantar la jugada …Parece que pasado el tiempo todas y cada una de ellas, pero, especialmente la sota, el caballo y el rey te den las gracias por volver a sentir el tacto de las manos de unos jugadores tan tecnológicos, y deseando ellas, en su cajón, que corten las luz más a menudo.

  6. Aún conservo aquel regalo que me hicieron de pequeña: aquella caja tan pequeña pero a la vez tan grande… ¡Una caja en la cual había cien juegos de mesa! Qué ilusión y qué felicidad sentí en ese momento, aún recuerdo la emoción al abrirla y cómo los ojos se me abrían cada vez más al ir viendo todo lo que llevaba dentro esa caja: damas, ajedrez, parchís, dominó…¡Qué tardes más entretenidas, sola o acompañada! Y hoy por hoy, le sigo sacando partido a la maravillosa caja; eso sí, un poco destrozada por el paso de los años y el trote que lleva.

  7. Aún recuerdo con cariño aquel cumpleaños que mi madre decidió celebrar en la casa de campo. Eran las 7 de la tarde y ya habían sacado el pastel, empecé a abrir regalos uno tras otro hasta que encontré el que más esperaba…. mi querido Monopoly. Pasé el resto de la tarde jugando con mis amigos; aún hoy tengo el juego guardado y desgastado en algún rincón de mi casa.

  8. ¿Recuerdas? Tú y yo, frente a frente, compartiendo la adictiva sensación de incertidumbre ante el próximo naipe; perdiendo un poquito de inocencia en cada minuto, como la vieja lámpara sobre la mesa perdía importancia, a regañadientes, ante la incipiente luz incierta de la madrugada de un nuevo día. Los instantes se acumulaban desorganizadamente unos sobre otros, y la habilidad ganaba relevancia; pues el azar, agonizante, ya no contaba. El fugaz y sordo lamento de un niño en la vivienda contigua traía de vuelta nuestras caóticas mentes, y volvíamos a escuchar el tic-tac del reloj del pasillo, que había enmudecido ante la solemnidad de la batalla; una batalla con el final que le corresponde: culpa y soledad, mucha soledad.

  9. Cuando alguien nombra los juegos de mesa, mi mente viaja al pasado y, los recuerda con nostalgia, pues eran el único punto común de juego con mi hermano Paco, dos años mayor que yo: cuarenta años atrás, los niños jugaban a indios y vaqueros y las niñas a cocinitas. Los fines de semana esperaba impaciente que mi hermano picara, suavemente, en la pared de mi habitación, pues solo nos separaba un fino tabique. Ese ligero golpe era nuestra contraseña para empezar una mañana de risas contenidas para no despertar a nadie y no romper esos momentos de diversión y complicidad mientras jugábamos a las damas, el parchís, la oca, la escalera, tres en raya y a un montón de juegos más. Por si no lo habéis adivinado teníamos LOS JUEGOS REUNIDOS. Todavía, hoy día, pienso que fue, junto a los cuentos y libros, fue el mejor regalo de Reyes de mi infancia. Con los años los juegos, como tantas otras cosas, fueron cambiando. Mi hermano y yo nos incorporamos a los juegos con los adultos y, aunque perdieron la magia de la niñez no así la complicidad, pues él disfrutaba haciendo pequeñas trampas y yo disfrutaba encubriéndolo, era nuestro pequeño juego particular.
    Jugábamos con el resto de la familia al dominó, a las cartas y, cómo no, a esas interminables partidas al Monopoly, que conseguía tener a todos reunidos alrededor de la mesa, la noche de los sábados, hasta bien entrada la madrugada.
    Aunque ya han pasado muchos años, ahora que se acercan estas fechas tan especiales, sigo pidiendo en mi carta a los Reyes Magos, que lleven un juego de mesa a cada hogar para que las familias en la sobremesa no hablen de trabajo, de la crisis o de cualquier otro problema. Que intenten disfrutar de un sencillo juego de mesa y tal vez, como yo, consigan convertir estas reuniones en un bonito momento para guardar en el cajón de los recuerdos. ¡FELICES JUEGOS!

  10. Me gusta jugar a las cartas, porque seamos la cantidad de gente que seamos, siempre podemos jugar todos juntos así sea uniendo dos barajas. ¡Y es evidente que siempre hay alguien que sabe jugar a un juego diferente con el cual todos podamos divertirnos! Y por pura curiosidad…¿sabíais que las cartas llevan alrededor de cuatro siglos entre nosotros? Así que imaginad los miles de juegos que se habrán inventado.

  11. ¡Cómo han evolucionado los juegos de mesa! Sin ir más lejos, el Monopoly. Este año se lo traerán los reyes a mi hija mayor y qué chulada, ya no se paga con dinero: ahora cada jugador dispone de una tarjeta electrónica, como en la vida real. Estoy deseando que llegue el día 6 para jugar.

  12. En lo personal me gustan mucho el ajedrez, el parchís y el UNO, un juego de cartas. Pero el juego de mesa que más me gusta es el Monopoly, aunque me clavo tanto en el juego que luego sueño que tengo muchas propiedades, dinero y países y me vuelvo locaaaaaaaa… Los juegos que también me gustan mucho y a los que todavía suelo jugar con mis amig@s (además de los que ya he nombrado) son el Trivial, el Tabú, el Party y el Pictionary. Aunque he de decir que desde que existe la Playstation y las consolas en general, a nosotras, cada vez se nos hace más complicado convencer a los chicos de que se apunten con nosotras a los juegos de mesa.

  13. De pequeño me encantaban los juegos de mesa, mis favoritos eran el Monopoly y el ajedrez. Era muy divertido juntar a toda la familia para jugar esas partidas interminables, donde incluso a veces había discusiones y enfados. El ajedrez es otra historia: era muy malo jugando, pero me encantaba y siempre le pedía a mi padre jugar. Creo que nunca le he ganado, pero nos pasábamos horas jugando y él, enseñándome. Ahora sinceramente casi nunca juego, supongo que los tiempos han cambiado.

  14. Malos recuerdos me vienen a la cabeza cada vez que se mencionan los juegos de mesa. Demasiadas malas partidas en mi currículum familiar. Por eso me retiré de ellos cuando era joven, muy joven y aún, es algo que si puedo evitar lo hago; pero cuando no, juego e intento pasármelo lo mejor posible. No llueve a gusto de todos y a veces es mejor ceder que acabar tirándose fichas por la cabeza.

  15. Qué recuerdos de aquellos atardeceres, en el que te acompañaban tus seres queridos para hacer tiempo antes de irte a dormir; echabas esas partidas de juegos de mesa divertidos, complicados y que a veces te hacían picarte con los demás: Monopolio, Dómino, Tangram, Bachillerato ( juego donde se utilizan las letras del abecedario para formar palabras…). Normalmente se suele jugar en fechas clave como las navidades, Semana Santa o algún puente de esos que caen a tu favor.

  16. Cuando has llegado te has dejado caer al suelo demasiado cerca de mí. No quería mirarte pero lo he hecho. La latente complicidad no nos traerá nada bueno, lo sabemos. Lo sabemos pero no podemos evitarlo. Nos miramos exhaustos, compartimos la codicia pero lo que nos une es la culpa. Hemos visto cosas horribles en el agónico camino. Hemos visto a los demás rendirse. Los hemos oído llorar bajo y gritar alto, los hemos visto perderse, retroceder, caer en pozos sin fondo. Ahora nos miramos y eso nos alivia la culpa de seguir vivos. Pero no nos traerá nada bueno: en esencia somos enemigos. El azar nos ha unido en la casilla cincuenta, pero solo uno alcanzará la sesenta y tres. No quiero mirarte más, que empiezo a desear no ser yo. Así que tiro, porque me toca.

  17. ¡Qué bonitos recuerdos me traen los juegos de mesa! Esos encuentros familiares en días señalados como Nochebuena, Navidad… Esas partidas de cartas donde siempre había alguien que hacía trampa. Recuerdo que jugábamos con pesetas o duros. El juego del bingo también me gustaba mucho. ¡Vaya!, y… ¿el dominó?, ¡uf!, cómo recuerdo esos juegos en familia. ¡Qué sentimientos! Añoro esos momentos de risas… Ahora los juegos son muy virtuales, a través de consolas y móviles… pero son solitarios, ya no son como los de antes; ese vínculo entre juegos de mesa y familia se perdió…

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