Este verano…

[Foto: Brum D.]

Este verano conseguí librarme del zumbido del tigre, del miedo al agua fría de la playa, de los peregrinos, de las noches tontas, de los cines al aire libre. Me puse en serio con el suelo y  la cocina, y descubrí que, en penumbra, esta es la parte más fresca de la casa. Vencí mis resistencias a los cursos de bricolaje  y a los centros comerciales y me puse a ello. Descubrí que,  ya desde el instituto, temía al verano por su imprecisión y falta de ritmo. Este verano se fue y me dejó satisfecho, porque por primera vez me sentí feliz y activo y al final, tuve ganas de volver al tajo aunque en realidad, todo esto debo interpretarlo como lo que creo que es: una obvia sensación de falsa felicidad. Así que, por lo tanto, será mejor que volvamos de nuevo a julio.

Tus impresiones de este verano, de extensión libre.

10 thoughts on “Este verano…”

  1. Al menos este verano he sudado horrores en el trabajo y fuera de el,para perder 300 gs.Almenos este verano he visto un paisaje infinito lleno de azules y verdes,playas pequeñas y arena blanca.
    Este verano al menos,he estado más conmigo que con los demás y más cerca de los otros que de mi mismo.
    Al menos este verano el día ha sido infinito,pero la noche llegaba.Este verano al menos tiene las horas contadas.

  2. Este verano e conocido el paraíso y tuve el placer de ir con una persona importante. Se nos hizo difícil tomar la decisión, pero la acertamos. La experiencia fue divertida y entretenida, 40 min en coche después 30 minutos o mas caminado, al principio no entendía porque, asta que lo vi y lo entendí, llegamos a una cala que había muy pocas personas, por no decir que no había, creo que tuvimos mucha suerte, la Cala tenia arena blanca, agua cristalina y peces por medio de tu camino. Cada día fue una aventura, conducir y caminar pero la verdad que valió la pena. Espero volver a tener la ocación.

  3. Este verano he hecho un viaje de instrospección personal. Al comenzar me dio pereza como de costumbre pero una vez puesta, descubri que el viaje era mas complejo de lo que parecia a simple vista.
    a cada paso que daba descubria algo nuevo de mi y eso me alucinaba. Hubo momentos en los que mirar acia atras me hacian daño y mirar acia delante me dava miedo pero entonces mire a mi derecha y a mi izquierda y vi que estaban mis amigos de verdad; descubri que hay muy pocas personas fuera de la familia que entran cuando todos se van y te acompañana en tu camino cuando estas bien y cuando estas mal.
    Asi que a medio camino me encontre con un tesoro la AMISTAD.
    Eso me dio fuerzas y ganas para continuar el viaje. Pase por motañas con muchas curbas, subidas y bajadas, dias que el calos y el pensar afixiaban pero alio la pena. Porque nunca olvidare ese dia que pasamos 3hs en la furgoneta, se nos averio tubimos que esperar a que la repararan, nos perdimos para llegar, comimos sentados al lado de la carretera, pasamos mucho pero mucho calor no sabiamos ni donde estabamos pero terminamos sentados en unas rocas viendo como caia el sol enfrente de una cascada con un rio de agua dulce y fria lleno de vegetación a su alrrededor pero lo que de verdad izo especial al citio fue la compania de la familia que gracias a ellos he conseguido muchas cosas.
    Al finalizar mi viaje me die cuenta de que se me pasaron los meses volando que ya se acababa el verano y yo habia conseguido conocerme a mi misma; aprender de mis errores y mirar la vida de frente segura y con convicción de mis echos. Echos de los cuales no me arrepiento por que me han hecho ser quien soy.

  4. Este verano, yo me encerré en un templo, me mantuve totalmente ocioso y tomé la decisión de estudiar una carrera: relaciones públicas. Además, tuve la oportunidad de relajarme y sentir. Sentir de verdad. Al final de este estío, me casé. Fue desconcertante.

  5. Este verano yo me he sentido libre, como pez en el agua. Tuve la oportunidad otra vez más de viajar en soledad, me dejé llevar por la corriente del rio Ara, disfruté viendo salir la puesta de sol. Además, no dejé de soñar con el Euromillón, intenté hacerme con un pulpo en una roca… Con todo ello, lo que he encontrado ha sido un nuevo camino para que mi supervivencia sea más llevadera.

  6. El verano termina y con él, esos largos paseos a la luz de la luna, los atardeceres con sabor a helado de vainilla y un sinfín de momentos que algunos de nosotros desearíamos retener, pero lamentablemente, todo lo bueno acaba y es por eso que lo hace tan especial. Intentar no caer en la rutina será un largo camino a recorrer para muchos de nosotros, olvidar la esencia de lo vivido y no volver la vista atrás. Escribir todas las cosas que sin duda jamás llegaremos a completar, volver, volver con la vista al frente, respirar ese aire fresco y sentir con los ojos abiertos. Cada verano es diferente y cada verano cuesta olvidar…Pero nadie nos dijo que un momento debe acabar…busca el camino en tu vida para que cada día te parezca inolvidable; no importa el lugar, ni cómo, ni con quién, siempre hay algo especial que te hace sentir que vale la pena continuar.

  7. Hoy me he despertado con una sensación extraña, sentía una mezcla de alegría y al mismo tiempo nostalgia en mi corazón. ¿Por qué me siento así? No lograba entenderlo, pero cuando he salido a la calle el misterio ha quedado resuelto. ¡El verano se ha ido!
    Pero no estoy triste, pues ha sido un verano generoso. Me ha dejado ser su amiga durante unos meses y hacer todas esas cosas que el resto del año no he podido hacer. Hemos viajado juntos, adentrándonos en las diferentes historias explicadas, en las páginas de los libros que tenía aparcados en las estanterías. Me ha acompañado en esos paseos cerca del mar, donde yo dejaba fluir mis sentimientos más secretos, mis penas e ilusiones, mis proyectos más inminentes y mis sueños más deseados. Como siempre ha estado conmigo mientras disfrutaba de mi familia y amigos. Pero sobre todo ha estado en esas, inevitables, noches de soledad, acompañándome con su calidez mientras yo me relajaba en la terraza, mirando las estrellas, sin miedo a resfriarme.
    Ahora, con las primeras lluvias y las mañanas más frescas, todo vuelve a la rutina. La gente corriendo hacia el autobús camino del trabajo, los niños, con carita de sueño, dirigiéndose al colegio… Pero no estoy triste, dentro de nueve meses, como si de un embarazo se tratara, volverás aquí y yo te esperaré exhausta, después de otro año más de grandes retos, deseando que me acojas entre tus cálidos brazos y me des tu tiempo, pues eso, querido verano, es cuanto te pido.

  8. Este verano conseguí lo más extraordinario que jamas pude soñar: quitarme esos fantasmas del pasado. Los que me habían atormentado durante varios años atrás, ahora son vagos recuerdos que se alojan en lo más profundo de mi mente. Sin casi darme cuenta del esfuerzo que había realizado a lo largo del año anterior, no sin la ayuda de unos maravillosos profesores que supieron guiarme hasta el final, he conseguido la felicidad: estar en la universidad. Gracias de todo corazón por vuestro saber hacer y por todo el esfuerzo realizado. El verano y los fantasmas quedaron atrás y las ganas de volver al tajo son tan grandes como el inmenso mar azul. Por supuesto volveré a julio, agosto, etc. Recuerdos desde Bellaterra (ja,ja,ja…es donde me tocó).

  9. Un verano al revés, así ha sido el mío. Hasta ahora habían sido buenos o malos, muy calurosos o no tanto, aburridos o excitantes… Pero este se ha pasado de chulo y se ha dado la vuelta. ¿Y cómo se hace eso? Fácil, tres anécdotas os darán una breve idea.
    El verano y tomarse unas claras en una terraza suelen ir de la mano. Pero al llegar a los Alpes franceses se dejan, se ignoran y casi se faltan el respeto. Porque nada apetece menos cuando la temperatura ronda los cinco grados, que tomarse una cervecita al aire libre. Que en la montaña hace más fresco, vale, lo sabía, pero que en una semana de pleno julio el termómetro no conozca los dos dígitos y ni un rayo de sol ose traspasar la niebla, eso, no puedo decir que me lo esperara. Pero el ser humano es extraordinario, y en su capacidad de adaptación inventó algo llamado “vin chaud”, vino caliente, que hace mucho más llevaderas las estancias en las tinieblas. Pero que mucho.
    Y supongo que la primera anécdota me llevó a la segunda, porque debió ser después de una sesión de “adaptación” cuando tuve la maravillosa idea de besar a un sapo. Porque, ¿qué es un verano sin un amor de verano? Murió. Sí, el sapo. No solamente no se convirtió en príncipe sino que se dejó morir. En circunstancias normales sólo hubiera sido ofensivo, pero atravesando yo la crisis de los treinta, puede considerarse afortunado el sapo de solo poder morir una vez, porque de haber sido dos, únicamente la primera hubiera sido por causas naturales. Y soy una gran amante de los animales, pero ante todo una mujer.
    Unos días después y en mi firme proposición de hacer las cosas habituales de la estación, tales como excursiones al campo o a la playa, decidí organizar una visita en familia a un lugar turístico: las cuevas de Vallorbe. ¡Los parientes de corta edad aceptaron dichosos! Solo ellos. Que no les di otra opción es un mero apunte, pues se les veía encantados. Pero las famosas cuevas, aunque a escasos kilómetros de casa, resultaron estar para mi sorpresa al otro lado de la frontera con Suiza. Los gendarmes de aduana suizos no son conocidos ni por su amabilidad ni por su transigencia, lo que hizo difícil explicarles qué hacía yo en mi furgoneta digna de contrabandista (una tartana que en su día fue una Chrysler Voyager), con sus cristales tintados, cuatro menores en el interior y mi permiso de conducir caducado como toda documentación. Cuando terminé mi temblorosa explicación y me disponía a sacar las manos por la ventanilla para ser esposada, el gendarme me dijo, con una voz muy a juego con su cara de póker: “Avancez”.
    ¿No es acaso el mundo al revés?

  10. ¿Vista cansada, yo? ¿Esto no es lo que tiene mi abuela? Sí, exactamente, y también tu madre. Así quedó inaugurado el verano, y yo, en la playa, contemplaba mi incipiente barriguita, muy mona, completamente ajena al cansancio de los ojos que la observaban. Se me revelaba como indiscutible la idea de que el tiempo que marca nuestro reloj biológico no es tan relativo (¿Has tomado nota Sr. Einstein?).
    Claro que si tuviera que recordar este verano por algo, lo haría por otras cosas como, por ejemplo, la descomunal tormenta que cayó el 30 de julio y me pilló vendiendo en una de las paraditas de artesanía de las Ramblas: nunca había visto nada igual; o por mi encuentro formal con la actividad filosófica, a raíz de un libro que cayó en mis manos (he estado filosofando toda la vida sin saberlo): es más que un placer lo que se obtiene del simple acto de razonar (ya lo decía Aristóteles), y de poder contemplar ideas ya arraigadas desde otro punto de vista, disfrutando del viaje y dándose cuenta de que casi siempre tenemos una visión parcial de las cosas (y no precisamente por la vista cansada). Este verano también descubrí cosas sumamente importantes, como lo bien que queda el cilantro en la salsa picante; ya se sabe lo que se dice: “La felicidad está hecha de pequeñas cosas” (en esto, quizás Aristóteles ya no estaría tan de acuerdo, si tenemos al conocimiento como algo grande). En fin, el hecho de que fuera verano solo tuvo un papel secundario, y no de los más admirables.

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