Ha vuelto

Ha vuelto esta mañana; lo ha hecho como lo hace todas las primaveras desde hace años, dando por hecho que está en su derecho. Ocupa mi sofá, abre una lata y ahí se queda. Llega sin avisar, en silencio. Entra por la ventana. Pero antes se asoma, supongo que para comprobar que todo sigue igual -no creo que lo haga para no asustarme, ni, evidentemente, para ver si es bienvenido. En cuanto a las razones que lo llevan hasta mi casa, yo las desconozco por completo. No puede ser el sofá: es demasiado incómodo, viejo, de cuero-plástico, y da mucho calor; tampoco puede ser que desee mi compañía – ¡vamos, creo! – pues no cruzamos palabra en todo el tiempo…

Invitado sorpresa: ¿Quién es? Tu respuesta en unas 100 palabras.

14 thoughts on “Ha vuelto”

  1. Siempre regresa con más fuerza cuando el final del mal tiempo se acaba. Lo espero ansiosa. Si él no aparece, a mí se me acaban las fuerzas. Él me da vida. Él es mi inspiración en el deambular de mis días. El que me acompaña durante todo el verano, sin él no existe el verano. Si no lo encontrara lo buscaría en el lugar más recóndito de este mundo. Me acompaña en mis paseos a la orilla del mar. Por eso mi frase será: Mañana volverá a salir el sol y nuestros deseos se cumplirán…

  2. La temo y el mismo temor me hace estar preparada. He aprendido a hacerle frente, soporto sus empaques y lo que provoca en mi cuerpo, en mi ser. Conozco sus caminos, su sutilidad, y cómo no, la manera tan particular de filtrase a través de mi piel. Sé que me desea tanto como yo la detesto. Disfruta haciéndome suspirar en busca de una bocanada de aire fresco. Todos estos años he ido madurando la táctica para no sucumbir a sus encantos. Me espera paciente, sabedora de mi debilidad, conocedora de mi deseo. Y yo una vez más, respaldada por mis vacunas, salgo a darle la bienvenida a mi muy odiada alergia.

  3. Fue en aquella primavera de los años 90 cuando decidí poner punto y final a la relación con aquel amigo inseparable que conocí en los bares de copas. Tal y como me habían advertido, comprobé que hay amistades peligrosas, amistades entre el amor y el odio. Hace ahora más de una década que crucé por primera vez esa puerta de Alcohólicos Anónimos y comenzó la ardua batalla de la recuperación. Hace más de una década que tengo la visión del bebedor sentado en el sofá que sin rechistar aguantaba sus resacas.Como dicen: “Un alcohólico lo es para siempre y cuando menos te lo esperas la adicción no llama tu puerta: se cuela por la ventana.”

  4. ¡Mis amigos de Mallorca! “Hola Jaume, ¿haces algo este finde? He encontrado un vuelo baratísimo en Internet” Lo primero que pensé al mudarme a mi nueva casa es que necesitaba una cama para mis invitados sorpresa. Fue antes que la cocina.

  5. -Ha vuelto, yo que sé qué ha vuelto.
    Cada noche al acostarme realizo el mismo ritual, después de cenar dos tostadas integrales con queso y un yogur, deposito el plato en la fregadero, me preparo una infusión de canela y me siento en el sofá a leer.
    -Ha vuelto, yo sé que ha vuelto.
    Continuo la rutina: después de tomarme el té me lavo los dientes, y me meto en la cama para continuar con la lectura.
    En esos momentos es cuando escucho como cada primavera unos pasos sigilosos; forma parte del ritual, en él sus mentes se conectan.
    No se entrelazan sus palabras, solamente escucha sus pasos, esos pasos cierran sus ojos y su ritual empieza.
    Se prepara exactamente dos tostadas integrales y un yogur, deposita el plato en la fregadero y se prepara una infusión de canela, se sienta en el sofá a leer.
    Se lava los dientes y se da cuenta de que al meterse a la cama no hay nadie; solo al despertar, encuentra dos platos en el fregadero, pues su sonambulismo primaveral hace que crea que alguien siempre vuelve en primavera.

  6. Desde que llegó se sumergió en un sueño profundo. Sin soltar, pero, la lata de cerveza. Esta extraña capacidad que tiene por sostenerla me tiene fascinada. Como lleva todo el verano aquí ya nos hemos hecho un hueco, o – mejor dicho – yo he hecho un hueco a su presencia. Me he dado cuenta de que lo primero que hago al despertar es comprobar si sigue aquí, para seguir con mi rutina después. Me sorprende a mí misma darme cuenta que me tranquiliza saber que no se ha ido. Es curioso porque sigo sin saber nada de él. Acaba el verano, las primeras tormentas de otoño llegan. La de esta mañana ha sido espectacular. A mí me gustan así: con nubes negras preñadas de fuerza, estrepitosas. Me hallaba contemplándola, cuando me ha parecido que se movía; al darme la vuelta, me ha paralizado ver cómo se levantaba y, sin más, abría el balcón y era tragado por un nubarrón. Así sin más, así sin más, así sin más…

  7. Elegí la casa donde vivo al ver que este invitado tan especial me podría visitar, tan cálido, tan silencioso, tan amable. Antes de ver el piso, ya sabía que me gustaría porque contaría con su compañía durante todo el año: en invierno se muestra afable y me abraza en el sofá, pero en verano se vuelve tímido y tan solo se acerca al balcón, me observa…El tener siempre su presencia hace que mi casa esté siempre iluminada y rebosante de optimismo, porque una de las cosas que más me gusta de su compañía es que me invade de energía para poder comerme el mundo. Los días grises donde tan solo lo intuyo, noto que tengo menos ganas de vivir y me quedo en la ventana esperando a que aparezca. No me extraña que en el pasado lo proclamaran Gran Dios, pues no falla ningún día, siempre está a nuestro lado, cariñoso y atento, el que fue gran dios Ra.

  8. Llega la primavera, el sol se sienta a tu lado. Él viene para darte calor y energía, es tu amigo y aunque tú lo ignoras el piensa en ti. Llega como cada año por la ventana, y se sienta en el sofá esperando tu llegada; él se siente comodo y feliz en tu casa, pues aunque tú no lo sabes, tambien recibe mucho de ti: le das ternura y generosidad. No necesita hablar, la tranquilidad que le das es dificil de explicar. Este año cuando llegue dale la bienvenida y no olvides que tienes un amigo más.

  9. Sin verlo noto su presencia y pienso: ahí está él, observando. De todos modos, cada mañana me levanto y hago las cosas que me he propuesto instantes antes de irme a dormir el día anterior, sin darle demasiada importancia. Mientras va pasando el día apenas me doy cuenta de su presencia, y me olvido. Excepto cuando me propongo a estudiar, hacer deberes o resúmenes, que es cuando voy siendo consciente de que se acerca el día del examen. Cada día que pasa, él se va haciendo más vulnerable, yo lo voy viendo. En los momentos en que aparece, no me dejo llevar por el nerviosismo, y a veces hago reflexiones. Parece que conversando con él, decidirá marcharse; es el modo con el que logro convencerlo de que no tiene nada que hacer. Siempre que se va me mira, dejando caer con su expresión que volverá para intentarlo; de todos modos, yo estoy seguro de mí mismo: cada vez que venga, él se irá. El día del examen yo no estaré con él, yo no tendré miedo.

  10. Días de lluvia en la pequeña aldea costera de Galicia. El cielo gris refleja el estado anímico de Rosalía, que pasea bajo la lluvia de otoño. Ha vuelto. Todos los años vuelve la fatídica fecha. Han pasado muchos años pero su alma sigue sufriendo como si hubiera sido ayer. A pesar del tiempo, “No lo puede olvidar”. En sus manos lleva un pequeño ramo de flores para su difunto marido. Las lágrimas de sus ojos brotan sin cesar cada vez que se acuerda del maldito día en que le comunicaron su fallecimiento. Era pescador como todo el mundo en el pueblo. Salían a faenar hiciera mal o buen tiempo y pasaban cada vez más meses fuera de casa, en busca del pan de sus hijos. Dura vida la que habían pasado juntos, bueno, juntos no, más bien separados. Ahora en su mente solo quedaba el imborrable recuerdo-la morriña- de los pocos momentos vividos en común y el desgraciado recuerdo que siempre volvía del día del naufragio de su barco. Se hundió y con él todas sus ilusiones. La imborrable marca de su corazón ha vuelto a sangrar año tras año como si el tiempo no pudiera curarla. “Triste sina”-destino cruel-.

  11. Siempre estabas ahí, en los buenos y malos momentos. Hemos discutido, reído, llorado juntas. Fuimos madres casi a la vez, compartiendo problemas y sueños. Pero un día como hoy, cinco de marzo, te marchaste casi sin avisar, sin darme tiempo a asimilarlo. Dejaste un gran vacío y una tristeza que me desgarró el corazón. Me costó mucho acostumbrarme a vivir sin ti. Una vez que superé la rabia y el enfado por tu marcha aparecieron el dolor y la tristeza. Después, poco a poco, aprendí que debía acostumbrarme a tu pérdida. Pero ahora sé que nunca te perdí del todo: vuelves sin pedir permiso y te instalas en mis sueños, en mi mente y en mi corazón. He comprendido que no tengo que enfadarme por tus visitas inesperadas, que al principio me hacían llorar y me sumían en la mayor de las tristezas, pero ahora siempre me confortan. Me tranquiliza sentir que estás a mi lado aunque no pueda verte. Sé que cuando nacieron Nerea, Ainara y Erik, te deslizaste sigilosamente en la habitación del hospital y te alegraste conmigo, también estabas agarrando mi mano en todos esos momentos tristes que han pasado desde tu marcha. Vuelve siempre que quieras, ya no te reprocharé tu partida. Te espero tranquila pues sé que tu vuelta quiere decir que sigues viva, ya que, uno solo muere cuando se le olvida y yo siempre te recordaré.

  12. Como cada primavera hace acto de presencia. Un no invitado pero esperado. Es inevitable que siempre llegue por las mismas fechas. Una cita ineludible a la cual me estoy acostumbrando muy a mi pesar. En mi sofá se aprecia entonces la huella de sus horas muertas, un hueco hecho a precisión con el peso de su cuerpo. Y,¡cómo no!, esa lata vacía que aparece cada día en el suelo, en un rinconcito, junto al sofá. ¿Por qué siempre en las mismas fechas, por qué de la misma forma? Quizá tenga algo que ver que a finales de marzo nuestra relación se fuera al garete. Quizá que la mayoría de mis amigos celebren ahora años de casados. Quizá que mi madre me “abandonara” inespera-damente. Quizá que el olor de una flor recién abierta me recuerde a mi infancia tan feliz. Quizá… quién sabe. Puede ser el compendio de muchas pequeñas vivencias que en esta época pugnan por salir del olvido. Y, en su lucha por hacerse un hueco en mi memoria, colapsan mis sentidos hasta bloquearlos cual catatónico en una de sus crisis. Quizá por eso el “no invitado” llega, se acurruca en mi sofá, refresca su gaznate con algo de beber y espera a que llegue el verano con su calor y barra todo mal recuerdo.

  13. Si lo vieras podrías reconocerlo, estoy seguro; quien viene es mi fantasma de los veinte años, pura indolencia. Mi yo de antes. Me mira con una medio mueca irónica, medio compasiva. Hace algunos años que vuelve justo para recordarme la distancia creciente que media entre ambos. Conoce mi nevera, mi sofá, el rincón de la terraza donde más calienta el sol, donde escondo las viejas fotos, los viejos discos, mis grandes mitos de su entonces. Su presencia ya no me afecta, quiero decir, ya no me importa ni me inquieta. Me desprendí de él, lo situé donde debe estar. Pero que venga por estas fechas -en primavera- me fastidia porque al verle ahí, de repente, me paraliza y me obliga a evocarle, a recordar aquellos tiempos espléndidos.

  14. Cada año celebro la comida de navidad en mi casa y para variar siempre vienen uno o varios invitados sorpresa. Desde hace ya dos o tres años siempre tenemos a comer en nuestra mesa a alguna familia de japoneses, lo que hace la comida bastante amena. Este año nuestra casa parecía la ONU: una prima postiza del Canadá, otro de Bélgica, los japoneses…así que entre las veinticinco y treinta personas hacíamos un esfuerzo para podernos entender; siempre ha resultado una comida bastante cómica… El año pasado fue el tope: entre los de Japón, los primos postizos extranjeros y una amiga inglesa que se trajo una de mis primas, con el follón de tanta gente, hubo un momento en que esta chica inglesa desapareció. Así que todos nos pusimos a buscarla ,mirando por todas las habitaciones y armarios de casa; en vista de que no aparecía, pensamos que habría bajado a la calle a comprar tabaco… Después de buscarla durante una hora, apareció. La chica había estado durmiendo debajo de todos los abrigos que estaban encima de una de las camas. Realmente fue una anécdota bastante entretenida.

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