Mejor cenamos fuera

[Foto: Steven Erat]

Me apetece que esta noche sea especial para los dos. Me gustaría llevarte al japonés de Meridiana o al chino de Hostafrancs; que nos vistiéramos de fiesta, que estrenáramos zapatos en esta cena. Reservemos a las nueve y vayamos un poco antes: en la barra un blanco frío, muy frío. O yo un blanco y tú tu cóctel, ese que te sube tanto y tan pronto. Y miremos cómo entran las parejas, los mayores, los más jóvenes. Y nosotros sobre los taburetes, riéndonos mucho. Pidamos ya la carta pero escojo yo. Quiero comerte.
Cenas de restaurante, la mejor compañía. Tu relato en unas 70 palabras.

20 thoughts on “Mejor cenamos fuera”

  1. Ya estábamos cansados del día a día. Una monotonía que aburría. ¿Por qué no? Mejor cenamos fuera. Pero espera… ¿dónde iríamos? Tantos lugares, tantas cosas por experimentar. Teníamos ganas de probarlo todo. Chino, kebab, italiano… iríamos… a un restaurante árabe, algo así romántico, de capricho…
    Éramos dos chavales jóvenes con ganas de descubrir, de conocer culturas, de encontrar algo nuevo. Por eso decidimos que, mejor, cenábamos fuera.

  2. Acércate lentamente y déjame que te mire. Te observo mientras te acercas. Llevas el vestido azul. Me fijo plenamente en tus movimientos, en la mirada de tu ojos y ya, casi a mi lado, descubro de nuevo tu aroma. Te susurro al oído: "Nena, fíjate bien, estoy aquí, de nuevo contigo. Nena, no busques más: soy tu mejor amante en este lugar.Cruzaremos los dos lo prohibido y dejaremos en cada sorbo nuestras ansias de volar."Ven, búscame y me encontrarás.

  3. Lo peor de ser un chico es que siempre tienes que pagar tú en la primera cita. Y cuando tienes muchas, el bolsillo se resiente. En la web de citas siempre les decía lo mismo: "Te voy a llevar a un sitio que te encantará", y así era. El mejor restaurante de la ciudad, en el Borne, los mejores precios y exótico. Todo en uno. Lástima que durara poco: creo que corrí demasiado la voz y la última vez que intenté ir había una cola que rodeaba la manzana. Después de eso, me busqué novia. No tenía nada más con qué sorprender.

  4. Recién cuando llego a casa, encuentro una caja y una nota: " El vestido espero que te guste, te espero a las 21.30 donde siempre". Las emociones no son más que saber el buen gusto que tienes, me conoces más de lo que imagino, y sin darme cuenta me apresuro a estar un poco a punto para este momento. Estás en el punto justo donde siempre estás, con esa sonrisa que te caracteriza, mirando que la talla del vestido es más que perfecta… De ahí a nuestro restaurante, perdido en medio de la ciudad, deleitándonos con ese olor a mar, justo en el preciso momento en que acerco mis labios para agradecerte el magnífico gusto que tienes para todo . ¡Gracias por una noche única!.

  5. Está todo preparado, hasta el último detalle: las flores en el jarrón -esas que siempre me reprochabas que no te compraba-, el incienso de sándalo que señala el camino hacia la terraza…Allí espera la suculenta cena que he encargado. Cena para uno, pues mi asiento permanecerá vacío y frente a ti, una nota con una sola palabra: ADIÓS.

  6. Era un día especial. Era tu cumpleaños. Escogiste cuidadosamente el restaurante y yo escogí con cariño el destino al que nos iba a llevar el avión que dentro de unas horas cogeríamos sin tú saberlo. También escogí un hueco de tu americana para colocar la sorpresa de los billetes.No recuerdo qué cenamos aquella noche pero lo que sí que recuerdo es el dulce sabor con el que esos momentos impregnaron todos mis sentidos.

  7. No sabías cómo decírme que tenías una sorpresa para mí. Querías impresionarme invitándome al restaurante más caro del Borne, querías demostrarme tu amor. Yo, en cambio, en la puerta del restaurante, miré la carta y sin decir ni media palabra te arrastré a otro restaurante de platos típicos, ricos y baratos. Un lugar muy sencillo y con un toque de gracia fuera de lo común. Pedimos mesa y la carta. Compartíamos los platos entre risas, miradas de placer y sin apenas tener una conversación larga. Nuestras miradas no necesitaban palabras, nuestras mentes se comunicaban pidiendo lo mismo: volver a casa. El placer del paladar hizo probar una nueva sensación que nos hizo revivir la primera vez que nos vimos, como si volviéramos a ser amantes primerizos.

  8. Nos prepararon la mesa más apartada del restaurante. El camarero se dio cuenta de que entre nosotros saltaban chispas entre risas y mimos; los platos, desfilaban por la mesa hasta llegar al tan apreciado postre, que culminaba la velada con fresas bañadas en chocolate. Un brindis hacía que nos mirásemos y nuestra mirada lo decía todo. Pedimos la cuenta y salimos del restaurante tal y como habíamos entrado: riéndonos mucho.

  9. Verte por primera vez, ese cruce de miradas donde me mostraste esa sonrisa, esa carita tan picarona pero a la vez sensible y juguetona. Continúan haciéndome cosquillitas tontunas en mi estómago aquí, cenando en la terraza del restaurante al que por primera vez fuimos y que ahora es nuestro lugar favorito. Cenando bajo la resplandeciente luz de la luna y el destello de la llama de esta vela que dibuja tu rostro al cual quiero besar. Sigue bebiendo de esa copa helada pero déjame probarla, no! Mejor no! Mejor la probaré de tus labios…

  10. Me sorprendiste aquella noche. No solo por el restaurante tan romántico al lado del mar. La velada era perfecta. Tenía a mi lado al hombre de mi vida. Por aquella llamada telefónica de una de mis mejores amigas supe que esa cena no se volvería a repetir jamás. Tú no estabas ya conmigo, pero descubrí que todavía te llevaba en mi corazón. ¿O quizás si? Algún dia cuando nos encontremos en el cielo. Porque cuando me acuerdo de ti…se me llenan los ojos de lágrimas.

  11. Los langostinos que tanto le gustan están pasando por su último hervor. El vino blanco aguarda en la nevera. Las luces de la sala, tenues, esperan al invitado. Todo parece perfecto.Delineo uno de mis ojos cuando suena, inoportunamente, el teléfono. Voy con el tiempo en contra; aún falta ponerme el vestido. Los nervios por no estar lista, cuando él llegue, comienzan a alterarme. Cojo el teléfono… ¿¿¿Cómo que comemos fuera???

  12. Recuerdo aquella primera cita, estaba tan nerviosa…Yo llegué pronto, se acercó el camarero y pedí un buen vino blanco. Recordé que en una ocasión me dijo que le encantaba el pescado. Acerté: fue una velada maravillosa. Todo salió perfecto y de eso ya hace 20 años. Cada sábado salimos a cenar para recordar aquel maravilloso dia en el que empezamos a compartir nuestras vidas.

  13. Siempre que recuerdo aquella cena se me forma una gran sonrisa. Aquel lugar tan especial, aquella compañía inmejorable y aquella botella de vino que nos hizo sonrojar…Fue una gran velada, aunque lo mejor llegó en el poste, cuando el camarero nos comentó que dejáramos de hacer manitas ya que los vecinos de mesa se estaban quejando; fue muy divertido.

  14. Cenar fuera, para mí tiene su importancia, no en sí por lo que se come sino con quien. Esa cena con la persona a la que amas o amaste algún día. Esas que compartes con tus seres queridos. O aquellas con compañeros de fiesta (que siempre están dispuestos).Pero hay veces que no hay amores, ni familia, ni compañeros. Y entonces aparece una amiga que te dice algo que necesitas: ¡HOY CENAMOS FUERA !

  15. Hoy, cenamos fuera. Cada uno pondrá lo suyo y el final a mí me sabrá amargo. Hoy, te enfundas esos zapatos de tacón con el mismo aire que si fueran las botas de un militar que se prepara a caminar en el barro, te atraviesas a ti misma a través de tu oreja con un garabato metálico que llamas pendiente. Hoy, cenamos fuera, yo pongo el relato y tu pones la compañía, y si mi relato es breve y amargo tu compañía promete ser similar.

  16. Me alegraría poder contar un relato en el que hubiese una cena de por medio.Con velas en el centro de la mesa, acompañadas por un ramo de rosas y una tarjeta en la que te dijera lo mucho que significas para mi. Un relato que continuaría con un primer y segundo plato lleno de nuevas sensaciones aún no deleitadas por nuestro paladar. Y que culminara con exquisito postre de felicidad.

  17. Usaba sus cubiertos de manera lenta, pausada, silenciosa, cuidada. Cortaba en pequeñas porciones el contenido del plato apilando en equilibrio las diferentes partes. Confeccionaba diminutas obras de arte insertadas en vertical por un tenedor. Su mano jugaba realizando pequeños círculos, a la derecha a la izquierda, deslizando el preciado taco por la superficie del plato. Recorrió el trayecto sin prisa, describiendo un camino sensual hacía la boca dónde perdí de vista el exquisito bocado.

  18. Esa enorme langosta que compartimos los dos en aquel peculiar restaurante de Palamós, el cual parecía un bar inmundo.Qué combinación más extraña: una comida excelente junto al amor de mi vida en el sitio más característico del mundo. Una combinación que deja afluir demasiados sentidos; para mí, muy excitantes. Esa noche fue, increíble pero cierto, la más espectacular que tuvimos juntos.

  19. No me extraña que nos echaran de aquel restaurante tan elegante después de aquel arrebato tuyo que dio al traste con el magret de pato con salsa de arándanos, aunque los de la mesa del fondo se deshicieran en aplausos y vítores. Y mira que te lo dije; que esta noche no, que te pones muy salvaje, pero tu, ni caso. La próxima cena que no sea con luna llena, licántropo mío.

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