La penumbra había invadido la habitación con su habitual deje misterioso. Nicholas Flamel inspiró profundamente y se durmió.
Aquel hombre tenía diversos problemas psicológicos acentuados por la tragedia vivida dos años atrás. Uno de los síntomas más claros era la creencia de que los fantasmas de su mujer y su hija vagaban por la casa. A cada paso que daba, los veía; y entablaba conversaciones imaginarias con ellos. Además, cuando dormía; diversas pesadillas relacionadas con aquel fatídico día, le despertaban y le provocaban graves problemas de insomnio. Aunque, probablemente, la razón de que estos hechos no dejaran de sucederse, era a causa de la continua culpabilidad que sentía.
No llevaba más de diez minutos dormido, cuando, de repente, se levantó como un resorte (parecía un autómata) y se dirigió a la cocina. Sus ojos estaban blancos y su cara lívida, pero aquello no pareció motivo suficiente para frenar su marcha. Cuando llegó a la estancia, su cuerpo se desmoronó y de él salió un fantasma con barba blanquecina y ojos tortuosos. De repente se apareció otro fantasma a su lado. Por la expresión de sorpresa que mostró el primero de ellos, se dedujo que era el de su mujer. Aquella visión le produjo visibles calambres en sus manos transparentes, y a continuación dijo:
-¿Por qué has venido Georgina? ¿Es que acaso sigues resentida conmigo?
-Estaba esperando el momento idóneo para vengarme de ti; y con tu muerte me parece que ya no tendré que esperar mucho más- contestó con una sonrisa en la cara Georgina.
-Puede que al final los remordimientos me hayan reconcomido pero eso no significa que no sintiera satisfacción con tu asesinato- exclamó el alma de Flamel.
-¡Tú acabaste con mi vida y la de mi hija! ¡Ahora te enterarás de lo que es bueno!- la susodicha, rebosante de ira, se abalanzó sobre el fantasma de su marido, produciendo un intenso vórtice en el que las dos almas se entrelazaban alrededor del cuerpo inerte de Nicholas Flamel.
Víctor Larrache Lizarte 2.3 ESO
mirale nigga sabes que estoy burlao