Ellis Island, el gran símbolo de la inmigración
Una pequeña isla del puerto de Nueva York acogió en torno a 12 millones de inmigrantes entre 1892 y 1954, donde eran sometidos a exámenes legales y médicos. Cerca de un 2% eran deportados. [El País, 15-01-2017]
Una característica fundamental de la historia de Estados Unidos ha sido la extraordinaria capacidad de la llamada nación de inmigrantes para absorber, como una esponja gigante, a decenas de millones de personas de todas las clases, todas las culturas y todos los países. Sin embargo, esa virtud admirable ha coexistido siempre con una cara más sórdida del proceso de construcción y concepción nacional. De hecho, gran parte de la historia estadounidense puede verse como un proceso dialéctico de los procesos de inclusión y exclusión y, en casos extremos, de expulsiones y deportaciones forzosas.
La magnitud de estos procesos de inclusión podría contarse a través de la historia de dos ciudades. La primera, Nueva York, ciudad de inmigrantes por antonomasia. Desde 1820 (cuando se empezó a guardar registro de las llegadas) hasta 1892 (el año en que empezó a funcionar el puesto de la sila de Ellis, en la entrada al puerto de Nueva York, junto a la Estatua de la Libertad colocada en 1886), los inmigrantes llegaban en barco a los muelles en la punta de Manhattan y después pasaban por el cercano Castle Garden (el primer centro de recepción de inmigrantes en EE.UU.). Más de 100 millones de estadounidenses son descendientes de aquellos (en su inmensa mayoría, europeos) que llegaron esa primera ola de inmigración.
Más tarde, desde 1892 hasta su cierre en 1954, la isla de Ellis fue el puerto de entrada de más de 12 millones de personas y el centro de inspección de inmigrantes con más tráfico de Estados Unidos, sobre todo entre 1905 y 1914. A partir de 1924, ese islote sirvió principalmente como centro de detención y deportación. Otros 100 millones de estadounidenses descienden de personas que llegaron entonces a la isla de Ellis y se repartieron por todos los rincones del país. Es decir, más de la mitad de la población estadounidense actual (320 millones de habitantes) tiene antepasados que entraron por la ciudad de Nueva York entre la década de 1820 y la de 1920.