Tras ver una gran cantidad de imágenes inspiradas en la obra de Cervantes, di con una que realmente me inspiró a hablar sobre ella. Proviene de la web Artelista.com y es obra de Carlos Ortega Morales, un pintor mejicano poco conocido. El autor presenta, en esta pintura al óleo, Don Quijote y Rocinante, translúcidos, a un Sancho Panza montado sobre su burro y a un Don Quijote y un Rocinante translúcidos, tal como indica el título de la obra, haciendo camino por un sendero montañoso. El paisaje es claro y se destaca a los dos personajes, especialmente a don Quijote con su caballo, que están pintados en una tonalidad que contrasta con el resto de la obra, y con un efecto surrealista.
He elegido esta pintura porque me ha llamado la atención que don Quijote y Rocinante estén “a medio dibujar”. Yo lo he interpretado en relación al argumento de la obra de Cervantes: el protagonista pierde la cordura, por lo que se podría decir que una parte de él forma parte de la realidad, y la otra forma parte de la fantasía que crea en su mente debido a su locura. En la pintura solo se ha representado la parte de la imaginación de Quijote en un paisaje que recuerda al camino hacia las aventuras que vive a lo largo de la historia junto a su escudero y a su caballo, también dibujado a medias ya que es el transporte que lleva al caballero a la aventura. La otra parte, la que representa la cordura del personaje, es la que falta por dibujar en su cuerpo.
Me parece perspicaz, sutil, tu interpretación del cuadro. Yo, sin que sea ni mejor ni peor mi argumentación, lo veo como tu pero al revés. Me explico: la realidad (cuyo paisaje, por cierto, no parece ya el de la Mancha, por lo que cabría pensar en la 2.ª parte de 1615) rodea a un Quijote demediado, cierto; sin embargo, yo opino que la mitad visible de caballo y caballero es la que emana de la cordura, no de la locura. Creo que debiera ser así precisamente porque Sancho y su señor van haciendo camino, como tú bien dices, van tranquilamente dialogando y, por tanto, no hay aventura caballeresca a la vista que amenace con enturbiar el buen juicio de nuestro héroe.
Vuelvo un instante con un cervantino “Olvidábaseme de decir” que el óleo aquí representado es una versión libre de un célebre grabado de Gustave Doré, del cual, por cierto, también existe una antigua coloración con acuarela de A. Audet. El grabado ilustraba el momento en que Sancho le recuerda a don Quijote: “Mire vuestra merced, señor caballero andante, que no se le olvide lo que de la ínsula me tiene prometido”.