Esta creación surgió de la difícil decisión de escoger entre tantísimas imágenes posibles del universo quijotesco, así que decidí juntar algunas. Tomé como base esta ilustración de Daniel Belchí Lorente realizada para una edición china de Don Quijote. Me gustó su belleza estética, su forma de representar la locura de Alonso Quijano y su fantasiosa visualización como caballero con armas nuevas y con un caballo, Rocinante, apuesto y para nada escuálido. Fue de gran agrado mío que el autor se ciñera a la descripción que se hace de nuestro caballero: «Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza». Aun así, sentía que faltaba algo y con intención de cambiarlo mínimamente, añadí pequeños detalles.
Entonces, decidí actualizar las portadas de los libros de la biblioteca del hidalgo. Escogí una portada roja porque era simple y la podía asociar fácilmente a la novela. También coloqué sobre el libro que sostiene Alonso Quijano en sus manos una estampa de Dulcinea, don Quijote y Sancho, pues se trata de personajes imprescindibles. Por último, vi en el escudo la oportunidad perfecta para incorporar símbolos representativos de algunas de las aventuras famosas del Quijote, la elección fue personal: los que más me gustaban.
Índice de ilustraciones originales:
- Imagen base: https://danielbelchi.artstation.com/projects/kD4G3n.
- Portada de la editorial RBA: https://www.iberlibro.com/Don-Quijote-Mancha-Miguel-Cervantes-RBA/31143389142/bd.
- Estampa: https://www.deviantart.com/hapticmimesis/art/De-La-Mancha-181001092.
La elección de la imagen y las modificaciones que has obrado en ella son estupendas. Tal como yo lo veo, la ilustración resulta ambigua, pues el caballero medieval puede estar surgiendo tanto de la lectura del hidalgo como de su sinrazón. La serenidad con que se representa el semblante del protagonista apunta a que el proceso de lectura aún no le ha conducido a la locura. Con todo, la única consecuencia que se deriva de esta ambigüedad es que el cabalgador sea un Amadís, un Belianís, un Palmerín… o bien el don Quijote en que acaba convirtiéndose Alonso Quijano.