[Foto: Bowhaus]
Su mundo era un mundo denso, uniforme y homogéneo. Su esencia era tan el todo que no notaba su principio o su final, sus patitas delanteras o traseras. En su pequeño mundo la temperatura era casi fetal: más alta en su núcleo, un poco más baja hacia la corteza. Pero llegó el momento creativo y fue expulsado de su universo compacto: quisieron unas manos diligentes darle forma concreta y lo peor, abandonarlo sobre un lecho frío, de sobresalto. Y ahora un intenso olor de galleta lo confunde todo. A lo lejos se oye un rumor de niños: el final llega.
Un mini cuento a partir de la imagen, de extensión libre.