Bambi de queso con galleta

[Foto: Bowhaus]

Su mundo era un mundo denso, uniforme y homogéneo. Su esencia era tan el todo que no notaba su principio o su final, sus patitas delanteras o traseras. En su pequeño mundo la temperatura era casi fetal: más alta en su núcleo, un poco más baja hacia la corteza. Pero llegó el momento creativo y fue expulsado de su universo compacto: quisieron unas manos diligentes darle forma concreta y lo peor, abandonarlo sobre un lecho frío, de sobresalto. Y ahora un intenso olor de galleta lo confunde todo. A lo lejos se oye un rumor de niños: el final llega.

Un mini cuento a partir de la imagen, de extensión libre.

7 thoughts on “Bambi de queso con galleta”

  1. Me levanté pensando en que regalo hacerle a mi hermanito pequeño por su cumpleaños, un regalo que le guste mucho y que se acuerde de él durante muchos días. Soy muy buena en la repostería y se me ocurrió preparale galletitas con sus dibujos preferidos, de los cuales el mejor que me salió fue el dibujo de Bambi. Tanto como a él a mi me gusta el queso y decidí hacerlo el dibujo con queso, y además era fácil de cortarlo y hacerlo de la forma que yo quería.
    Vino muy contento del colegio, y me dio un fuerte abrazo y le di la sorpresa, cuando él lo vio le hizo una foto y seguidamente se lo comió…

  2. -¿Qué es eso? pregunto Ainara, al ver en la mesa de la cocina la galleta con un “BAMBI” de queso.
    -¿No lo sabes? Contesto su abuela, te voy a explicar una historia.
    – Había una vez un cervatillo que buscaba un sitio cálido y acogedor donde vivir, ya que era huérfano. Cansado de caminar encontró una cama de pan, aguacate y tomate y se tumbó a descansar, pero seguía triste porque aun estaba solo.
    -¿Tu quieres darle un hogar? pregunta la abuela a su nieta.
    -¡Sí! Contesta, esta, ilusionada.
    -Pues si te lo comes estará siempre, calentito en su cama de galleta, dentro de tu tripita. Concluyó la abuela.
    Ainara, que normalmente protestaba para merendar, se comió sin dudar al “BAMBI” de queso. Desde entonces espera con ilusión la merienda ya que es la hora de alimentar a su nuevo amiguito.

  3. Encima de una base redonda de pan integral de semillas, está superpuesta una rodaja de aguacate un poco más pequeña y de color pistacho. Encima de estas existen un tercer y cuarto piso. El tercero lo forman tres trozos de tomate, cortados en rodajas. El cuarto piso es el más original, se lleva la palma. Un trozo de queso moldeado con la silueta de un adorable ciervo, que inconscientemente nos trae, a los que somos veterano, recuerdos de Bambi.

  4. Su gran ilusión era correr por una verde pradera, pero el único vegetal que pisó fue una rodaja de tomate. Quería oler las flores y jugar con los pajarillos, pero lo único que hizo fue reposar sobre una galleta. Qué vida más triste la del pobre cervatillo de queso, que quería ser libre y terminó en el estómago de algún goloso. ¿Y si hubiera sido un cervatillo de carne y hueso? Quizás hubiera terminado en el estómago de algún cazador en forma de estofado. Pero el cervatillo prefirió pensar hasta el último momento de su corta vida, que hubiera sido muy feliz siendo un cervatillo de verdad.

  5. Como nos describía el mágico mundo de Walt Disney nuestro inocente Bambi vivía feliz retozando en el su mundo vegetal. No era un país muy amplio, pero él, en el fondo, no podía desear nada más, ya que no conocía otros lugares con los que poder comparar. En su ignorancia, su redonda superficie era suficiente para que el dulce cervatillo fuera eternamente feliz. Él solo conocía su espacio de rojo tomate y verde pepino por el que saltaba y descansaba. Como mucho, podía atisbar bajo sus pies, su tierra firme que en este caso era una superfície de crujiente galleta. En esta pequeña realidad no podía imaginar que más tarde o más temprano su destino podía acabar de una manera cruel. Al final, pasó igual que lo que suele pasar en la vida real o en las películas, siempre hay peligros acechándote. En este caso, el cruel cazador de nuestro cervatillo era un cliente de la Boulangerie Delicatesse. Después de medio día de tranquilidad en el mostrador, todo ocurrió en unos instantes. El despiadado comensal lo pidió. Apuntó con el dedo…disparó…Era Bambi muerto.Lo último que vio el pobre tierno quesito fue una gran boca abierta que acabó devorándolo.

  6. En la dulce mirada de esos ojos negros no visibles una mente triste pensaba, reposando en aquel frío manto, preguntas analizadas, respuestas encontradas: la oscuridad abre el camino que alumbra la luz. Tinieblas en el cielo, la suerte está echada; tras un manto negro que augura la tristeza que siento dentro. Demonios son mis miedos que arrancan mi alegría y hacen de esta poesía una lágrima en vida. La suerte está echada y pronto llegará a la conclusión de cuál sería el destino de aquella alma clavada entre espinos.

  7. Un día quedé con unas amigas, a dar una vuelta y a tomar algo. De repente pasamos por un establecimiento de comida para sibaritas y vi un escaparate donde todo era muy suculento. Me paré a ver con atención lo que había, pues ya tenía hambre. Me llamó la atención una galleta muy decorativa que estaba encima de una blonda de papel; sí, una galleta muy especial: con tomate, pepino a rodaja y un trozo de queso en forma de bambi. Pensé en ese pobre bambi y lo triste que estaba, pasando frio, pensando que cualquiera de los que estábamos mirando el escaparate podría decir…”¡Para mí!” sin pensar en el pobre animalito de queso, que podría estar pasando miedo o llamando a su mamá como haríamos nosotros en una situación de pánico, de terror. Porque nosotros, cuando lo tengamos en la mano, cuando ya sea nuestro, disfrutaremos, lo miraremos con admiración por la creación de esa galleta, abriremos la boca, enseñaremos los dientes y el fondo de nuestra boca como si fuera una cueva para ese pobre bambi y ¡Zas! le daremos un buen bocado, le amputaremos qué sé yo… ¿una pierna? ¿un brazo? o acabaremos de una vez con él, cortándole la cabeza…Tengo que decir que… no fui yo la que se comió a ese “bambi de queso con galleta”.

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