[Foto: Pablo]
Cuando aquel ente irreal me dejó claro que solo tenía dos días para escoger mi futuro en la nueva vida no me preocupé demasiado porque pensé que no dudaría, que lo tenía claro. Al día comprendí que por muy bonito que sea volar, los pájaros tienen vida corta. Y yo quiero vivir mucho. Poco después y descartado cualquier animal, pensé en un árbol, un roble lleno de vida, perenne y poderoso. Pero al poco llegué a la conclusión de que un roble solamente vive en un bosque, cambiante eso sí, pero solo en uno y punto. Y yo quiero ver mundo. Entonces, después de pensar y pensar, escogí dejar que el tiempo se agotara, escogí no decir palabra y así, vivir el vértigo del desconcierto: mejor no esperar nada. Que sea lo que sea. Cruzo los dedos, no quiero ave ni árbol. Ojalá me toque ser hombre, o mujer o nube.
Tu próxima vida, en unas cien palabras.
El concepto filosófico de la reencarnación es seguramente más interesante y atractivo que el del paraíso, en mi opinión. Sin embargo, no estoy seguro de si me gustaría volver a este planeta una vez más, ni tampoco como un ser humano. Pero, la única manera en la que aceptaría a volver como tal sería como algunos caracteres de la animación de Futurama: ser solo cabeza y mente, capaces de comprender y hablar, guardados en un vaso de vidrio irrompible. Eso me gustaría muchísimo. Imagínate ver todo el futuro hasta el fin, si lo hubiera… Saber qué pasará con la madre tierra. ¿Qué hará el ser humano con esa población que continúa aumentando? ¿Qué y cómo construirá? ¿Qué tecnología descubrirá? ¿Qué mundos invadirá? ¿Dónde se irá para salvar la especie? ¿Se exterminará a todas las especies de animales sin ningún remordimiento?
Vivir eternamente con la posibilidad de contestar todas estas preguntas que a veces me pregunto a mí mismo y sé que no tendré respuesta, no es más que un sueño.
La realidad es que hasta ahora en general los seres humanos no me han impresionado, quizá nací en una temporada mala. Así que no me apetece vivir otra vez, a menos que sea como he descrito anteriormente.
Tengo 87 años, y cada día me paro a pensar qué seré en mi próxima vida, si podré decidirlo y la verdad es que no tengo la menor idea. Ojalá pudiera ser un árbol, que siempre se mueve por el viento y me salgan preciosas hojas en otoño; pero luego veo que un humano me cortaría las hojas y pienso en otra opción. Como también, un pájaro al que nadie le corta las alas y puede volar libremente, descubriendo el mundo poco a poco; pero luego me viene a la cabeza que si me equivoco de camino y me cazan y me doy cuenta de que, al fin y al cabo, tendré otra vida y prefiero volver a ser humano para volver a vivir experiencias, como las que en esta vida he tenido.
Si yo tuviera oportunidad de elegir mi otra vida, creo que no sabría hacerlo. ¡Hay tantas vidas que quisiera vivir! En una de ellas, no escogería este mundo, donde hay injusticia, desigualdad, racismo y pobreza, donde solo pueden vivir los ricos. Elegiría mi próxima vida en un mundo donde la vida fuera muy simple, donde no hubiera tecnología. Pues esta nos ha facilitado mucho las cosas en nuestra vida, pero también la ha destruido. Resolvería todos los errores que he cometido en esta vida y viviría una vida perfecta. Escogería una vida donde no existieran deseos ni dinero porque en esta vida todos somos esclavos del dinero y nunca se acaban nuestros deseos. Eligiría un planeta donde no hubiera países y se hablara un único idioma. Cuando me siento solo, fuera de casa, trato de observar todo lo que hay a mi alrededor: árboles, pájaros, etc. Querría ser un árbol fuerte, para sentir el aire y el sol en mis hojas y para no separarme nunca de la tierra en la que nací. Me gustaría ser el viento para poder recorrer todos y cada unos de los lugares más bellos de este planeta. Me gustaría ser un pájaro para ver el mundo desde arriba y volar por el aire e ir donde me diera la gana.
¡Bueno! La verdad es que yo quisiera ser otra vez mujer, ¡sí! Mujer con coraje, con la experiencia y sabiduría de los años ya vividos en la vida anterior, que cuando nazca llore con tanto ímpetu que la comadrona diga: “¡Ahí va una mujer con coraje!”. Entonces, cuando crezca en el colegio, no pasaría desapercibida, sino dirían: “¡Esta mujercita tiene empuje!”. Después, estudiaría todo y más de lo que he estudiado, me gustaría enseñar al que no sabe y al que sabe también. En definitiva ser como soy y un poquito más, en otra vida sería mi sueño… Esto se podría hacer realidad si existe la reencarnación.
Estoy aprendiendo mucho en esta vida; palabras como paciencia, impotencia, dolor ajeno, sufrimiento, soledad, enfermedad, vejez, muerte…han adquirido una nueva dimensión en mi alma. Todas ellas nombran diferentes emociones y estadios de la condición humana. Si ya las he anotado en mi currículum vital eso quiere decir que en la próxima reencarnación deberé “aprender” otras cosas. Sea lo que sea lo que me depare el futuro solo deseo que prime mi integridad como persona. Que el amor, la justicia y la bondad dominen todos mis actos. Y si es cierto que vamos ascendiendo espiritualmente mi meta es llegar a lo más alto para conocer la esencia de la vida misma. ¿Dios?
Si pudiera elegir mi próxima vida, no sería en este planeta. Sería en un lugar muy evolucionado, donde no existiera la enfermedad, ni la pobreza, ni los conflictos entre seres. Un lugar lleno de vida, con mucha vegetación y animales para hacernos compañía, no para comérnoslos. Tendríamos un cuerpo tan evolucionado que nos alimentaríamos de la radiación de una estrella parecida a nuestro sol. Y la evolución de la mente estaría tan avanzada que no necesitaríamos ningún aparato para comunicarnos, ya que por telepatía podríamos hacerlo. Allí toda la sociedad sería muy equilibrada y con la igualdad que todos nos merecemos. Ahí me gustaría estar en la próxima vida y creo que a gran parte del mundo también.
Durante mucho tiempo he pensado que en una próxima vida me gustaría ser mar. Ese mar que siempre me ha acompañado de una forma u otra. Ese mar que es capaz de acariciarme con suavidad, ese que cuando se enfada golpea fuertemente las rocas o el que con la música del susurro de sus olas ha sido capaz de aliviar mis penas. Pero luego pienso que ese mar que tanto quiero, también puede ser muy cruel y tragarse a sus adentros a esos pobres pescadores que salen cada día a faenar para poder mantener a sus familias o arrastra pueblos enteros, con esos tsunamis impresionantes, dejando sin hogar a miles de personas.
No, definitivamente, no quiero ser mar. Prefiero ser aire y poder estar así cerca de aquellos que queden detrás de mí. Poder saber si están tristes pare traerles un soplo de esperanza y si están alegres bailar a su alrededor, con una brisa cálida, que les haga sentir que no están solos. Y si el milagro es completo, volar muy alto para poder estar al lado de todos aquellos que hace algún tiempo partieron y espero que también deseasen convertirse en aire para así poder viajar juntos de nuevo.
Allá donde vaya,
podré esconderme de ti,
de mí y de aquel.
Habrá un rincón donde lamerse las heridas,
habrá rayitos de sol
y ratitos perezosos.
Allá donde vaya, todo estará bien:
el niño juega y el viejo sueña.
Allá donde vaya, habrá
habrá del verbo haber
habrá sin más.
Llegaré desnuda,
vacía,
no importa cómo
ni como quién
Me gusta soñar despierta y un dia soñé que al morir, volvía a nacer y podía elegir lo que yo quisiera ser. Tenía la ocasión de ser la mujer más rica, más famosa, más guapa, más, más,…y ¿qué tal tener la eterna juventud? Me volví loca pensando qué sería lo mejor para mi proxima reencarnación. Por fin supe que si volvía a nacer no me gustaría volver a este planeta llamado Tierra, injusto por naturaleza y cruel con los más débiles; decidí pensar que allí en el Universo habra algún planeta, el “ideal”. Un lugar donde todos seamos guapos, felices y sobre todo iguales, donde el amor sea la primera palabra que importe al despertar, que la sonrisa y la amabilidad sean esenciales para respirar, porque cada día haya algo bueno por celebrar. ¡¡ Nacer viejo y ser cada día más joven no estaria mal !!
En mi nueva vida echaré a volar como un ave fénix ardiendo y dejando detrás de sí el espectro de las cenizas de todas las obligaciones pasadas. Finalmente, este pájaro podrá reconstruir su nido, arreglar sus maltrechas plumas y huesos, reponer fuerzas, y hasta podrá disfrutar de su tiempo libre. En esta nueva vida en libertad condicional disfrutará de los elementos naturales de la tierra, de una buena alimentación, recuperará sus horas de sueño y, lo más importante, recobrará sus aficciones perdidas. En esta nueva oportunidad de una vida dentro de otra vida, podré ser la dueña de mi tiempo. ¿Hay algo más valioso que eso?Me emociono solo con pensar en este imperio del despertar de los sentidos. Podré disfrutar del sol de la primavera que hoy comienza, tanto en compañía de una buena lectura como de amigos. ¡Imagina! Hasta incluso podré irme de merecidas vacaciones…¡Qué decir de mi próxima vida! El paraíso me espera. Independientemente del resultado del examen…mi próxima vida será más relajada. Después de disfrutar del paraíso y reponer muchas fuerzas…Dios ya me iluminará, para solo entonces, tener bien claro en qué nueva locura de vida me quiero volver a reencarnar… Solo sé una cosa…si en el futuro me embarco en otra larga travesía tengo que tener en cuenta contar con más combustible de reserva, para poder disfrutar más del paseo y no quedarme a medio gas como me ha pasado en esta.
Qué difícil sería elegir lo que ser en una próxima vida: hay tantas cosas que me gustaría vivir que no podría decidirme. Qué sentirá un pájaro que vuela por el cielo, admirando las maravillas desde una altura privilegiada; qué satisfacción tendrá el león, al conseguir dominar a su enemigo y así poder nombrarse el Rey de la manada; qué sensación vivirá aquel árbol al sentirse abrazado por el viento; qué pasará en la cabeza de un genio al inventar su gran descubrimiento; qué sentirá un actor en su mejor papel; qué satisfacción tendrá una flor al abrirse hacia el sol; qué sensación un delfín al jugar entre las aguas… con tantas cosas para elegir, ¿cómo podría decidirme yo?