El aula de Ciencias del instituto era enorme: techos muy altos y un estrado con una gran mesa donde estaban sentados los miembros del tribunal de selección de las becas rurales. Allí nos vimos por primera vez Don Jaime y yo. Luego, cada trimestre, íbamos a Inspección a enseñarle las notas y él, siempre amable, nos hacía preguntas y nos daba ánimos… hasta que un día nos dijeron que le habían trasladado y salió de nuestras vidas.
Muchos años después, cuando terminé Magisterio, tuve ganas de comunicárselo y le escribí pensando que apenas me recordaría. Pero me recordaba y me contestó de una forma encantadora diciéndome que le haría muy feliz que continuara escribiéndole.
Y así, a pesar de la diferencia de edad, nos hicimos amigos. Una amistad entrañable que -aunque nunca hablamos por teléfono y sólo nos vimos un par de veces- duró, incluso más que mi larga vida profesional, hasta su muerte en marzo de 2014.
Fue un amigo extraordinario, de los que aceptan como natural que no siempre se sigan sus consejos, pero que siempre están ahí para lo que sea, uno de los que te convierten en mejor persona y cuyo cariño te sigue acompañando durante toda tu vida.
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DOÑA CONSTANCIA
Cuando nos conocimos yo tenía cinco años y ella sesenta. Nos separaba la cronología, la experiencia, los conocimientos y la escala social (ella era de buena familia, tenía criada en una casa de dos pisos de su propiedad y le hacían las gasillas de los vestidos en Santa Eulalia, la famosa casa de modas de Barcelona.)
Fui a la clase de la señorita Constancia con un año de adelanto y estuve allí un año más de lo que me correspondía porque me tenía muchísimo cariño. Por eso, cuando se convocaron por primera vez becas rurales, ella fue la persona más determinante para que yo me presentara y la que más se alegró de que ganara la beca.
Nunca intentó imponerme sus puntos de vista. Me escuchaba atentamente y siempre me animaba y estaba orgullosa de mí: cuando estudié magisterio, cuando me matrículé en Historia (su asignatura favorita) en la universidad, cuando aprendí inglés y especialmente cuando viajaba al extranjero (un sueño que ella no pudo cumplir hasta que, a una edad muy avanzada, participó en una peregrinación a Roma.)
Siempre elegante, conservando sus facultades mentales y con una profunda fe religiosa, murió como había vivido, con discreción y estilo. En mi recuerdo sigue viviendo y acompañándome con el mismo cariño de siempre.
DOS PROFESORES DIFERENTES
Cuando el curso 1966-67 llegó el nuevo profesor de Física y Química nos pareció uno que, más allá de sus asignaturas y de una cierta curiosidad, no nos merecía demasiada atención. Pronto nos dimos cuenta de que José Mª Vallés era un sinónimo de autoridad: un profesor exigente, que unía seriedad con amabilidad, que no levantaba nunca la voz, que explicaba las cosas con grandes dosis de paciencia y que hacía exámenes parciales escritos y exámenes finales orales !lo nunca visto!
Pero no era sólo eso. En una Escuela Normal sin actividades que no fueran las estrictamente académicas, impulsó un grupo de teatro leído -dejó que los alumnos eligiéramos los actores y dirigiéramos los ensayos- y, lo más sorprendente, consiguió que un grupo de profesores organizaran un ciclo de conferencias en las que cada uno de ellos trataría un tema que no tuviese relación directa con su asignatura.
El tema de su disertación fue “El amor” (fascinante) a partir de este poema suyo
De Isabel Galés sabíamos que era una gran profesora de Literatura: amena, divertida y fuente inagotable de anécdotas: era un desastre en su forma de vestir –podía llevar los jerseys al revés, o caérsele una liga mientras estaba escribiendo en la pizarra-.Tenía varios hijos y siempre aparecía con el último bebé, literalmente bajo el brazo, que dejaba con la conserje mientras daba clase.
En el ciclo de conferencias la doctora Galés eligió el tema del matrimonio con el título “Cuatro patas para un banco” y ese día apareció elegantísima, peinada y maquillada, del brazo de un señor que parecía un actor de cine y resultó ser su orgulloso marido y que siguió la conferencia, como todos nosotros, con la boca abierta.
Fue una gran suerte conocerles y un honor ser su alumna.
ELL
La llum que sortia per la finestreta del reflector l’il·luminava amb una claredat irreal, quasi màgica. Concentrat en la pel·lícula –com gairebé tots els espectadors del cinema- no sabia que per a mi aquella seva imatge era la que més m’agradava i que –llavors jo ja n’estava segura- seria la que la meva memòria conservaria com un tresor durant la resta de la meva vida.
Mª JESÚS
“Tómate la vida como Mafalda: ver la realidad y no sufrirla.”
Esta dedicatoria, que me escribió en un libro sobre Mafalda, dice mucho de la personalidad de mi amiga, porque Mª Jesús es sin duda una mujer sabia. No sé si lo ha sido siempre, pero indudablemente lo es ahora porque posee la calma y el valor sereno que sólo la sabiduría debe ser capaz de dar.
Cuando nos conocimos –compartiendo la responsabilidad de enseñar Ciencias Sociales en el ciclo superior de EGB- descubrí a la mejor compañera de trabajo que he tenido nunca: una que comparte muchas de mis inquietudes, mucho de mi sentido del humor, muchas de mis aficiones y de mis intereses, muchas de mis ideas pedagógicas y que, al contrario que yo, nunca dramatiza, ni se sofoca, ni pierde los nervios ni se toma las cosas a la tremenda.
Fue una suerte para mí que además quisiera ser mi amiga. Una amiga generosa, cariñosa y paciente, que creo es una de las personas que mejor me conoce.
“Tómate la vida como Mafalda: ver la realidad y no sufrirla.”
Chica, de verdad que lo intento, pero no me acaba de salir
!Feliz cumpleaños!
RAFAELA
Cuando nos conocimos –en un viaje por Bulgaria, Grecia y Turquía con nuestra común amiga Mª Angeles- no nos caímos excesivamente bien. Mejoramos bastante cuando compartimos piso, pero nuestras vidas parecían seguir caminos diferentes en aficiones y diversiones.
A mí me resultaba inexplicable su patológica impuntualidad y a ella supongo que yo le resultaba sosa de solemnidad. Sin embargo… nos hicimos amigas.
Y es que las cosas que tenemos en común son muy valiosas para las dos: un origen humilde, esfuerzo y sacrificio para conseguir llegar a la universidad, hermanos menores de los que nos sentimos protectoras, padres a los que ahora cuidamos…
Y es que Rafaela -que ahora se ha vuelto bastante puntual- tiene la mágica capacidad de crear complicidades, de reunir a personas diversas y de conseguir que, con ella, mucha gente se sienta a gusto.
Por eso, pese al tiempo y la distancia, siempre nos sentimos cerca la una de la otra.
¡Feliz cumpleaños Rafi!
CONXITA
Recordo perfectament el dia que la vaig conèixer, fa ja més de trenta anys.
Va ser a la Universitat de Barcelona i més concretament a la classe de Geografia Humana del Dr. Capel. Jo acabava d’arribar i anava bastant perduda. Ella, com desprès vaig saber que li era habitual, semblava trobar-se com un peix a l’aigua. Li vaig agrair que, tot i conèixer tothom, s’interessés per mi i em dones el seu telèfon i algunes indicacions útils.
Ens vam anar veient sempre una mica de lluny: ella envoltada de gent, jo corrent amunt i avall pendent dels horaris dels trens. Vam coincidir en un viatge d’estudis pel sud de França i en una calçotada, em va donar l’adreça d’una acadèmia per aprendre anglès i la vida ens va separar durant anys.
Ens vam tornar a trobar gairebé quinze anys desprès en una estada per a professors d’anglès a Manchester… i ens vam fer amigues!
Amb els anys hem compartit moltes coses que ens uneixen: estudis, viatges, amor per la família i el treball ben fet, lleialtat i disponibilitat pels amics, confidències, tristors i alegries.
No sempre estem d’acord en tot, no sempre coincideixen els nostres punts de vista ni els nostres temperaments, però totes dues sabem que l’altra hi és sempre per tot el que calgui.
Tan de bo tothom pogués tenir a la vora –com jo tinc- una persona amb la energia, l’entusiasme, la vitalitat i la sinceritat que caracteritzen la Conxita.
“What a wonderful world it could be!”
MISTRESS BRENNAN
Una cosa lleva a la otra.
Monsieur Brouard me ha devuelto a Oxford donde, en uno de los periodos tristes de mi vida, Mistress Brennan me levantaba la moral todas las mañanas (alabando mis peinados y mis vestidos), tardes (enviando a su gran perro color miel a esperarme a la parada del autobús) y noches (dándome conversación y bombones de chocolate), durante las dos semanas que pasé alojada en su casa.
Mistress Brennan no solamente era un encanto de persona, una especie de abuelita de cuento, sino –y esto es extraordinario tratandose de una lady inglesa- era una cocinera fantástica con un sentido de la estética más que notable. Quizás porque en su juventud había sido cocinera en la India, me servía unos desayunos y cenas deliciosos con una profusión de copas y platos dignos de una maharaní.
Siempre la recuerdo con cariño y una inmensa gratitud.
LES ENFANTS DU PARADIS
La semana pasada vi “Les enfants du paradis”.
Había oído hablar muy bien de esta película y de las circunstancias en que fue rodada (en los estudios Pathé de Niza, entre 1943 y 1944, durante la ocupación nazi) y estrenada, pero conocía sólo de pasada al director (Marcel Carné), al autor de la música (Kosma) y al guionista (Prévert) y no sabía prácticamente nada del argumento ni había visto nunca antes a ninguno de los protagonistas (Arletty, María Casares, Pierre Brasseur y Jean Louis Barrault).

La semana pasada vi “Les enfants du paradis” y la fascinación todavía me dura, porque ésta es una película fascinante desde la primera a la última secuencia.
Todos los actores están fantásticos pero Jean Louis Barrault está extraordinario. “Brilla” -en el sentido de que emite luz- en todo momento y es imposible dejar de mirarle cuando está en pantalla.
Pero lo que más me emociona de esta película es su título, que sólo al final pude identificar. Siempre había imaginado “paradis” escrito con mayúscula como si fuera un título y ahora sé que es el nombre de un lugar. El “paradis” es la parte alta del teatro, la más barata, aquella adonde van los que no tienen dinero y no están interesados en mirar y ser mirados (a y por el resto del público de la platea o los palcos) sino en disfrutar, como sólo saben hacerlo los niños, del espectáculo que se ofrece desde el escenario. En definitiva el paraíso es aquello que en el cine de mi infancia -que era un antiguo teatro- se llamaba “el gallinero”.
Y yo, que a veces pienso que las películas me aburren, he vuelto a ser un “enfant du paradis” o mejor una feliz niña del gallinero, atrapada de nuevo por la magia del cine.
GEORGES MOUSTAKI (1934-2013)
MA SOLITUDE
Pour avoir si souvent dormi
Avec ma solitude
Je m’en suis fait presqu’une amie
Une douce habitude
Ell’ ne me quitte pas d’un pas
Fidèle comme une ombre
Elle m’a suivi ça et là
Aux quatre coins du monde
Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude
Quand elle est au creux de mon lit
Elle prend toute la place
Et nous passons de longues nuits
Tous les deux face à face
Je ne sais vraiment pas jusqu’où
Ira cette complice
Faudra-t-il que j’y prenne goût
Ou que je réagisse?
Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude
Par elle, j’ai autant appris
Que j’ai versé de larmes
Si parfois je la répudie
Jamais elle ne désarme
Et si je préfère l’amour
D’une autre courtisane
Elle sera à mon dernier jour
Ma dernière compagne
Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude
Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude
