El otro día les pregunté a mis abuelos dónde se conocieron, puesto que los dos han nacido en Andalucía (concretamente en Granada, Guadix) pero viven aquí, en Castelldefels.
Mi abuelo nació en el 1940 y mi abuela en el 42. Por esa época, las secuelas de la guerra Civil aún eran importantes. Los dos se criaron en difíciles condiciones de vida: a pesar de que la gente trabajaba mucho (incluso los niños), ganaba muy poco y había poca comida. Mi abuela nunca fue al colegio, por lo que nuca aprendió a escribir.
Mis abuelos se conocieron en Guadix, cuando eran adolescentes. Pero el mismo año que a mi abuelo lo mandaron a la mili, mi abuela tuvo que venirse a Barcelona:
Fue en 1962. Mi abuela vino aquí junto con cinco hermanos, ocho primos, sus tías y su madre (en resumen, las mujeres y niños de muchas familias). Vinieron en un tren de los antiguos, lógicamente, de esos que iban con carbón. Centenares de niños y mujeres llenaban los vagones apretados como podían, con las caras llenas de tizón del humo que echaba el tren.
Una vez llegaron a Barcelona, mi abuela y sus primos tuvieron que pasar unas semanas en casa de una tía suya en Gavá. Dormían en el suelo, puesto que no había camas suficientes para los 10 niños venidos de Granada y los que ya vivían en esa casa. Hasta que ella consiguió un trabajo como sirvienta en una gran casa cerca de la playa en Castelldefels, donde vivía de lunes a sábados.
Un año después, cuando mi abuelo volvió de la mili, compraron un solar en el barrio de Can Roca, donde entre mi abuelo y su hermano construyeron su actual casa. La vida allí era aun difícil. Para lavar la ropa, debían ir hasta lo que es el actual picnic de Can Roca, y para coger agua potable, debían subir hasta allí con las garrafas y hacer cola durante horas porque solamente había una fuente. Tiempo después, construyeron una fuente done “la caputxeta” como decían. Otro problema causado por no haber grifos en las casas era el tema del lavabo; en casi todas las casas se creaba un foso (un agujero) donde se hacían las necesidades.
…
Es increíble cómo han cambiado las cosas en cuestión de dos generaciones. La nuestra, comparado con la de nuestros abuelos, ha nacido con todo hecho. Escuchando historias así uno se para a pensar y a valorar más el trabajo de nuestros ascendientes, y lo mucho que hicieron para que las condiciones de vida sean mejores. A más de uno le haría falta que lo mandaran 50 años atrás para que se dejara de tonterías varias de hoy en día…
Así, sin haber puesto una imagen o una fotografía de tus abuelos, su historia, la que cuentas, se parece mucho a la de decenas de miles de habitantes de Andalucía (y de Extremadura, de Galicia y otras partes de España) que tuvieron que dejar sus hogares y familias “con una mano delante y la otra detrás”, como decía mi padre, para buscarse la vida aquí, en Barcelona (o en Madrid o en el País Vasco). Cuando digo que Castelldefels se ha hecho gracias a la inmigración, lo digo por ellos, por personas como tus abuelos, que trabajaron de sol a sol y levantaron casas y barrios donde no los había teniendo que bregar con unas condiciones de habitabilidad muy difíciles, sin agua corriente ni lavabos en condiciones. Por eso te piso que pongas alguna foto suya, si es posible de cuando eran jóvenes y de ahora. Y celebro que tu escrito sea tan hermoso, Alba. Porque estamos a final de curso, si no te pediría que hicieras lo mismo con algunos vecinos antiguos de Can Roca para dejar constancia de la historia real del barrio.