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Carta de Chile (por Josep Maria Espinàs)

Vive en Chile desde muy joven y es uno de los primos de mi mujer. Se llama Evelino y, prácticamente una vez al año, nos reencontramos con él en Barcelona, donde durante el transcurso de un agradable almuerzo, nos divertimos con algunas expresiones chilenas que él nos explica. Este otoño pasado, le pedí si podía confeccionarme una lista, y hace pocos días he recibido una carta con los primeros botones de la muestra. He aquí una breve selección. 

En Chile, las conversaciones comienzan, por lo general, con un “qu’ibo” (¨¿qué hubo?) a lo que se suele responder frecuentemente “lo mas bien”. Los ricos tienen “harta plata” y, en cambio, los que no tienen dinero van “a palos con el  águila” o, la frase mas popular, “a patás con los piojos”. Evelino me avisa de que en Chile existen dos lenguas, la que habla la “gente” y la que practica la “no gente”, es decir, el pueblo, y aún, si se apura a fondo, existe una tercera: la que habla la “gente” en presencia de “damas”

Si te tropiezas en el centro de Santiago con algún zángano ocioso, siempre está “haciendo diligencias”, y, si es por la mañana, estará  haciendo “gimnasia bancaria”, aunque ocupe, en realidad, su tiempo en mirar las piernas de las “garzonas” desde la mesa de algún café al uso. Un español es un “coño” , y un ibérico, que se extrañó del apelativo, decía “¡Coño, no sé por qué!”. Si alguno va de cráneo, “está  más perdido que el teniente Bello”, un aviador de la época heroica desaparecido misteriosamente en pleno vuelo. Y si alguien está realmente muy indignado, se le puede “subir el indio” y hacer un desaguisado. 

Los que saben o pueden aprovecharse de las circunstancias, “se suben por el chorro” y si te están criticando, es que “te aserruchan el piso”. Un atraco es un “cogoteo”. La mujer es, con frecuencia, la “gorda” o -realmente sensacional- la “pior es na”, aunque al hablar con ella le digan siempre “m’hijita” o “mi amor”. Quien se considera “macanudo” cree que la muerte es “la última chupada del mate”, y si además le gusta llamar la atención, ocurre que es “centro de mesa”. A veces, la jugada se efectúa a la inversa: cuando se habla de un individuo que tiene “algunas chacras” o “una barraca de madera”, no se habla de un pobre desgraciado, sino, al contrario, de un potentado que tiene abundantes campos de cultivo o un verdadero genocidio maderero. Sin embargo, si un niño te tira, jugando, una piedra a la cabeza, “te tiró un peñascaso”. Si tienes buen aspecto, te dirán que “te ves regio”. Y, entre las expresiones que mas me gustan, quien se marcha sin pagar “se hizo perro muerto”, el que se hace el desentendido de algo, es que “se corrió por el alambre” y si se es un dormilón, “es bueno para la pestaña”… 

El primo Evelino me manda su última lección en la despedida de la carta: “Deseamos que estéis “lo más bien, felisotes y alentaditos para el nuevo año“. Por aquí, todos estamos “regios” 

Josep Maria Espinàs (Traducido de Avui, 10 de Marzo de 1998)